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Carlos Revilla M.
De casualidad buscando un libro que me pidió un amigo, me apareció otro que estaba buscando hace ya un tiempo, y que quería volver a leer para sacar algunas historias, para para el anecdotario que tengo de José Figueres en elespiritudel48.org. El libro es el de José Rafael Cordero Croceri titulado “¡Ah cosas las de don Pepe”.
Al igual que don Ricardo Jiménez, don Pepe es un personaje que está lleno de cuentos y anécdotas. Esto quizás por ser uno de los de verdadero pueblo, de esos que ya no hay. Creo, sin temor a equivocarme que don Pepe es irrepetible, en todos los sentidos, como personaje, estadista y político; lo que hace todavía más trascendente a sus anécdotas.
Entre las muchas historias, me encontré con una, que no solo me llamó la atención, sino que además, como se dice popularmente, realmente “me llegó”, dado que tiene que ver con una institución a la que los ticos le tenemos un gran cariño, por lo que ha representado y aún representa para el desarrollo del país.
Esta es la anécdota, tomada del libro anteriormente citado:
“La luz
Ya en sus últimos años don Pepe experimentaba fuerte sensaciones nostálgicas y los recuerdos hacían brotar fácilmente sus lágrimas. Algunas noches de luna invitaba a algunos allegados suyos y con ellos se trasladaba hasta los cerros de Aserrí, en donde permanecía por largo rato, extrañamente extasiado, contemplando a la distancia las miríadas de luces que bañan el Valle Central. Parecía sentirse parte de aquellas lucecillas, lo que es probable que así fuera por la participación activa que tuvo al impulsar la electrificación en Costa Rica.
Tal vez por estas razones, un escritor americano que le visitó para hacerle una entrevista en su casa de Ochomogo, no comprendió muy bien el alcance de sus palabras, cuando al despedirlo en las afueras de la vivienda y al darse cuenta que miraba la iluminación que a la distancia se desprendía de la ciudad de San José, le dijo:
¿Ve esas luces? ¡Las hice yo!”
Y es cierto, esas luces las hizo él.
¿Por qué afirmo que esto es así?
Para explicarlo, hay que hablar un poco de como era Costa Rica antes de la creación del ICE.
Desde 1928 la Electric Bond and Share, una compañía transnacional con sede en Nueva York, se había adueñado de las tres empresas que prestaban el servicio eléctrico en el valle Central. En ese momento se levanta un clamor popular acaudillado por destacados intelectuales que alertan a la población ante la apropiación de un recurso nacional estratégico por parte de una compañía extranjera. Estas fuerzas se aglutinaron en torno a la Liga Cívica Nacional. De los principales líderes de este proceso fueron el expresidente Alfredo González Flores y Omar Dengo Guerrero.
Durante 20 años de control extranjero del recurso eléctrico, prácticamente no se construyeron nuevas plantas hidroeléctricas en el país para responder al crecimiento de la demanda. Como resultado de esta situación el país entero se ve sumido en una crisis de constantes apagones y congelamiento de servicios nuevos.
En 1949 el Ing. Jorge Manuel Dengo —hijo de Omar Dengo—, que previamente había construido la planta Carrillos de Poás, junto con un grupo de profesionales proponen a la Junta Fundadora de la Segunda República la creación de un Instituto Costarricense de Electricidad, para solucionar el problema eléctrico.
Para esos días, la Junta, preocupada también por el tema, había tenido conversaciones con un grupo italiano, para que se hicieran cargo de las viejas plantas de generación, y propusieran un plan para salir adelante con la demanda eléctrica del país.
Contaba el propio Dengo, que habló con don Pepe el mismo día que iba a hacer la presentación con bombos y platillos, del plan con los italianos, y entonces le presentó la idea del ICE, ya con todo y proyecto de ley, redactado el borrador por él mismo.
Don Pepe -Presidente de la Junta- apoya con entusiasmo la idea, y a solo minutos de lo que sería la presentación al país del anterior plan, solo atina a decir “¿ y ahora que le digo a los italianos? Y es así como el 8 de abril de 1949, se aprueba la creación del ICE, que se comprometería a resolver el problema eléctrico del país.
Por tener también facultades legislativas, a la Junta le resultó muy fácil decretar la Ley Constitutiva del ICE, y a partir de ese momento se echa a andar un plan nacional de 30 años en el campo de la electrificación, mismo que llega a cumplirse al pie de la letra. Desde entonces el país será testigo de un proceso ininterrumpido de construcción de plantas hidroeléctricas, La Garita en 1958, Río Macho en 1963, Cachí en 1966, Tapantí en 1972, Arenal en 1973, y así sucesivamente, hasta la última del Reventazón, y siempre con el pensamiento en el uso de energías renovables como prioridad.
Es así como por medio de una gestión de trabajo sostenido y planificado, el ICE logró resolver el problema eléctrico del país y desterrar una larga noche de 20 años de oscuridad. La historia del ICE, es una exitosa. Por supuesto con algunas fallas, que solo son pequeñas sombras en un pasado luminoso. La verdad sea dicha, mucho del desarrollo del país se lo debemos a esa institución.
Que yo recuerde, el único incidente importante negativo que se dio, fue en la década de los años setentas, por cierto en la última administración de Figueres, que por haberse detectado un daño en uno de los túneles de conducción de agua, del proyecto hidroeléctrico de Arenal, no pudo entrar en funcionamiento como fue planeado, y entonces hubo que racionar la electricidad. En ese entonces estaba en el colegio, y hubo cambio de horario para economizar electricidad, salía uno casi que de madrugada, todavía estaba oscuro. Salvo en esa oportunidad, en Costa Rica hemos sido privilegiados con un servicio casi ininterrumpido, al contrario del resto de centroamérica, donde los cortes y apagones han sido la norma.
Y ni se diga de la penetración eléctrica, que es casi del 100%, algo así como 99,3%, y ahora donde no puede llegar el poste de electricidad, por lo remoto, como es el caso de algunos lugares de Talamanca o la propia Isla del Coco, el ICE, nuestro ICE, instala páneles solares. Orgullo nuestro, uno de los pocos del mundo con esos números, y el primero de latinoamérica.
Por eso don Pepe, con justicia, al ver ese San José de noche, bellamente iluminado hasta donde la vista alcanzaba, dijo “¿Ve esas luces? ¡Las hice yo!”.
Justo y buen comentario que acompaña esa anécdota Carlos. Nótese también que prácticamente todas las plantas y proyectos fueron construidos en gobiernos del PLN. ¡Grande don Pepe, grande don Jorge Manuel!.
Actualmente, ya la discusión no es sobre desarrollar la institucionalidad para electrificar el país sino, sin cuestionar en absoluto todo lo realizado por el ICE en energía y telecomunicaciones, ¿cómo continuar el desarrollo energético? Creo que traicionan a don Pepe y su espíritu y no le hacen bien al país, tanto quienes (si los hubiera) quisieran que volviéramos a depender críticamente de inversión privada (¡que debe haberla!) como quienes, INMOVILISTAS, detienen las transformaciones que el ICE DEBE tener, fundamentalmente por cambios en la tecnología. Y debe hacerse planificando con un horizonte de unos 30 años, como hicieron los fundadores, y dar los SALTOS que deben darse y las adaptaciones (en personal, condiciones de trabajo, etc.) que esas realidades demandan. La energía en sí NO es el fin, es un medio para lograr más confort para la gente, y para ayudar a la PRODUCCIÓN y el EMPLEO en general, en todos los sectores. SWW