Guido Mora
Sobre el PLN y la convención
Le guste o no a liberacionistas y no liberacionistas, el triunfo de Álvaro Ramos representa el surgimiento de un nuevo liderazgo en el Partido Liberación Nacional.
Es de esperar que esta elección provoque también un cambio generacional en otras agrupaciones políticas, de lo contrario seguirán en manos de algunos personajes políticos que fácilmente se pueden ubicar en la historia de la política costarricense del Siglo pasado, con propuestas y modelos de atención a la problemática económica y social que ya no tienen vigencia.
Conozco a Álvaro y es una persona brillante, bien formado y con ganas de emprender acciones a favor de Costa Rica.
También conozco al Partido Liberación Nacional.
Álvaro Ramos tendrá que asumir el reto de cristalizar el cambio generacional: no se trata únicamente de desplazar figuras y liderazgos, cambiándolos por jóvenes. En ninguna organización la renovación puede hacerse de esa manera, a riesgo de eliminar de un plumazo la experiencia e improvisar con personas “nuevas en política”, mediante una esta estrategia poco planificada de sustitución de juventud por experiencia, que puede terminar en un rotundo fracaso y poner en riesgo nuestro sistema político. Pero el proceso debe de profundizarse.
Álvaro debe de asumir dos retos: el de impulsar nuevos liderazgos y de presentar nuevas caras ante los costarricenses.
La estructura tradicional del PLN debe de comprender que algunas de las “caras de siempre”, tienen una responsabilidad directa por la pérdida de apoyo y confianza en esa estructura política: si Álvaro no actúa o la dirigencia tradicional quiere imponerse, se pondrá en riesgo no solo el futuro del PLN, sino también el de la democracia costarricense.
Esperemos que Álvaro Ramos pueda integrar un equipo con combine adecuadamente experiencia sana, con jóvenes deseosos de profundizar la democracia política y económica. Nuestro sistema político requiere ajustes profundos y es una tarea impostergable que debemos emprender en el corto plazo, si deseamos seguir viviendo en democracia.
Quienes creemos en la democracia y el futuro mejor para nuestros hijos y nietos, tenemos la obligación de detener y revertir el daño que ha causado a nuestro sistema político, el actual presidente.
Sobre lo que enfrentamos en el futuro
La economía nos tiene de cabeza.
Las decisiones del Presidente Trump han generado una ruptura en el modelo económico, abandonando la globalización y restando credibilidad al libre intercambio comercial. El modelo está fracturado y lo quebró el líder del capitalismo, el capo del juego: el gobierno de los Estados Unidos.
En relación con los aranceles, la decisión es unilateral y Estados Unidos puede ejercerla, manipulando y violentando la normativa y los acuerdos internacionales -cosa que no es nueva-. La voluntad expresa de un presidente que no cree en el multilateralismo, que privilegia la xenofobia y el supremacismo, rompe las reglas del juego y establece, de manera unilateral, prepotente e impositiva, las que sólo a él le favorecen.
Ante esta realidad y después de los debates del PLN y de lo que se lee en los medios de comunicación, en que se sigue hablando de la inversión extranjera directa, de las transnacionales y de las oportunidades de crecimiento económico, quiero expresar una gran insatisfacción pues no he escuchado reflexiones sesudas sobre las repercusiones que tiene para nuestra pequeña economía el establecimiento de esta nueva normativa.
Los aduladores del trumpismo han salido a argumentar que los aranceles no son importantes, que Trump es amigo y que no nos va a afectar. He escuchado a un tico que en vez de presentarse como “analista político”, debería de estar emitiendo sus mensajes desde un reclusorio, por no poder probar la procedencia de un dinero encontrado en su oficina; lo mismo que un venezolano, qué como economista, solo ha probado ser un adulador de la errática política económica del chavismo y del trumpismo.
Pero, ¿cómo vamos a apoyar a nuestros agricultores?; ¿con qué políticas vamos a apoyar y estimular al productor y al mercado interno?; ¿qué papel va a desempeñar la banca, como instrumento de desarrollo, para mitigar el impacto de una posible reducción de las exportaciones?; ¿qué propuestas nos permitirán buscar y ampliar los mercados internacionales, para mitigar el impacto de una posible reducción de las exportaciones, de las fuentes de trabajo y el ingreso de miles de hogares costarricenses?.
Más importante aún: ¿cuál debe de ser el papel del Estado con estas nuevas reglas internacionales, de manera que logremos procurar el bienestar de todos los costarricenses?
Estas y otras dudas surgen ante la caótica situación económica que causan los anuncios del Gobierno de Estados Unidos y, hasta ahora, no he escuchado a nadie referirse a esos retos y a las fórmulas que mitiguen el impacto negativo que puedan tener para nuestra economía, las medidas proteccionistas tomadas por el Gobierno de Estados Unidos.
Es el momento de que la imaginación toque las puertas de la política nacional: seguridad, producción, comercio internacional, exportaciones, mercado laboral, salud y la lucha contra la corrupción, nos permitirán volver nuestros ojos para reconquistar la esperanza democrática en el corazón de todos los costarricenses y fortalecer nuestro sistema político.
Aún queda mucho camino por recorrer, pero sin duda, llegó la hora de actuar.