Ocean Castillo Loría
De tu nombre no quiero acordarme”.
La polarización entre el gobierno de Allende y los opositores, no era nuevo. El Presidente y sus adversarios se acusaban unos a otros, de la situación del país. El ambiente político se “calentaba”, hasta la Iglesia Católica, buscaba mediar en el conflicto, pero el derrocamiento fue inevitable.
Bajo el régimen del golpista Pinochet, fueron desaparecidas, ejecutadas y torturadas 38 000 víctimas… el modelo neoliberal parecía ser exitoso, pero la concentración de la riqueza, era evidente.
En diversos países como Costa Rica respecto a la década de 1940 – 1948 y Nicaragua, en lo referente a la lucha sandinista, por el derrocamiento de Somoza (Lucha hoy convertida en un circo por el matrimonio Ortega – Murillo), se ha llegado a una especie de “concertaciones de interpretación”, patrocinadas por diversas investigaciones desde las ciencias sociales. Esto (Por lo menos hasta hace poco), no había sido posible en Chile.
Quizás la influencia del fallecido Pinochet, comenzó a disminuir en 1998, con su arresto en Inglaterra… pero hasta en ese momento, el General, siguió el consejo de su libro favorito: “El arte de la guerra”, de Tzun Tsu, donde se dice: “Parecer quieto cuando se avanza”.
Por otra parte, en Costa Rica, una cultura, que parecía quieta, comenzaba a avanzar con la llegada de migrantes chilenos de la talla de Sara Astica, Marcelo Gaete etc.. En el ámbito de la política, no se puede negar el aporte de John Biehl, quien fuera asesor del ex presidente Oscar Arias y luego del candidato presidencial y hoy diputado del PAC, Ottón Solís.
¿Qué decir de las consecuencias del 11 de septiembre de 1973?: para los socialistas (Y creo que socialdemócratas): la muerte de Allende, el fin del proyecto de la UP, el comienzo de la larga noche oscura de la dictadura.
Para la derecha: el retorno del “orden y el progreso”, Chile como ejemplo del modelo neoliberal… ¿La sangre de las víctimas?: eso no lo recuerdan, es mejor hablar de la competencia, es mejor hablar de las bondades de la empresa privada. Es mejor recordar como Pinochet recibió a San Juan Pablo II. ¿De las violentas protestas que rodearon esa visita?: mejor no acordarse.
De Allende, es rescatable hoy su transparencia… él no vendía una imagen diferente de lo que era (Permítasenos la irónica pregunta: ¿Podrá hoy decir hoy lo mismo, digamos el FA en Costa Rica y su potencial candidato presidencial?) solo como ejemplo, de cara a las elecciones presidenciales de 1964, Allende subrayaba la campaña de terror de la derecha, con el apoyo de Estados Unidos, al decir que él y su partido querían reproducir la revolución cubana (De nuevo la ironía: ¿Podría ser creíble algo semejante en el FA o será más veraz pensar que se maquillan con apariencia de legalismo y moderación?)
Allende no escapaba a la negociación: ¿Podrán decir hoy lo mismo algunos miembros, digamos del FA en Costa Rica? Recibía Allende críticas de la izquierda y las respondía. ¿Podrá responder, digamos (Por decir algo) el FA, las críticas que surgen y pudieran surgir, digamos del PVP o el mismo PT?
Allende tenía conocimiento de la historia de Chile y de la utilidad de ésta en los debates de su época: ¿Podrá decir lo mismo la izquierda de Costa Rica? Y de nuevo la ironía: ¿Podrán decir lo mismo los socialdemócratas?
¿Saldrán al fin algunos de nuestros políticos y comentaristas políticos, hasta algunos ciudadanas y ciudadanos, de los avatares propios del “imperio yankee” y los pasados (Ya muy pasados) días del DR – CAFTA?
Aprovechemos el recuerdo de Allende, para plantear una idea para Costa Rica: el reencuentro con las ideas social cristianas y socialdemócratas. Esas ideas, que buscan que seamos una sociedad más justa, más igualitaria.
Ahora bien, cuando se habla de Allende, de septiembre del 73, de Pinochet, algunos socialdemócratas, dicen que de esto ha de referirse con cuidado: “Porque Allende era comunista”. Conformes. Pero quizás, no saben, que durante los sucesos del golpe, Don Pepe Figueres, hacía gestiones para que Allende fuera asilado en Costa Rica. También hay que decir, que la experiencia chilena, confirmaba una tesis de Don Pepe: los ejércitos solo sirven para dar golpes de Estado, reprimir a los pueblos o pelear con los vecinos.
Quizás, no saben, que el primer ministro sueco, Olof Palme, definió a los golpistas como “despreciables canallas”…
Quizás no saben, que aun antes, el 4 de septiembre de 1970, Allende había liderado el pacto de la Unidad Popular, que conglomeraba a los partidos, socialista, comunista y socialdemócrata, como parte de la estrategia electoral de la izquierda.
Quizás no saben, que durante la gran polarización que se dio en el gobierno de Allende, el Partido Radical (De corte socialdemócrata), se divide y se produce la fundación en 1971, de la llamada “Izquierda Radical”, que para julio del 73, pasa a llamarse: Partido Socialdemocracia de Chile.
Es posible que esos críticos desconozcan que con el “Pinochetismo”, los socialdemócratas fueron reprimidos, torturados, asesinados, desaparecidos y otros se exiliaron o fueron expulsados…
Súmese que la socialdemocracia jugará un papel fundamental en una de las tendencias que derrotarán políticamente a la dictadura de Pinochet en 1988: para ese momento, el PS, privilegiará alianzas con la Democracia Cristiana (DC), estimulando la reagrupación de los socialdemócratas en el Bloque Socialista.
Por otro lado, debe decirse que, para ciertos sectores marxistas, Allende era un reformista, pues respetaba la denominada democracia burguesa (De hecho, ubican al líder chileno, en la línea de Kautsky y Bernstein o del chileno Eugenio González. Otros autores dicen que en oposición a las tesis de Allende, el PS se hacía más leninista y se “cubanizaba”) lo cierto es, que desde su primer mensaje como presidente, dice Allende que no apoyará a la clase dominante.
Es interesante como durante el gobierno Allendista, la empresa privada seguía existiendo sobre todo en el campo de las pequeñas y medianas entidades y en general en el ámbito de empresas no monopólicas. Asimismo, la libertad de expresión de la oposición fue ampliamente respetada (Cosa distinta a lo que sucedió en algún momento reciente en Ecuador o pasa cotidianamente en Venezuela)
Nosotros en mucho, compartimos la tesis de Ignacio Walker, en el sentido de que Allende era comunista (Otros autores dirán que Allende era socialista, pero no en el sentido proletario del término), pero comprendió, intuyó y propuso que la estrategia de la revolución armada no era aplicable en Chile.
Eso sí, Allende tuvo dos problemas, primero, que para hacer lo que quería (Construir el socialismo, en democracia, pluralismo y libertad), requería una mayoría que nunca tuvo, ni dentro de su partido (En ese momento, por decirlo de algún modo, dentro del PS, no había una corriente socialdemócrata), ni fuera (Esto pese a tener el apoyo de la clase obrera).
Y segundo, que en el fondo, el líder no tuvo una ruta clara, como si la tuvieron en su momento en Costa Rica, la socialdemocracia desde José Figueres Ferrer hasta Daniel Oduber Quirós y el mismo marxismo, bajo el liderazgo de Manuel Mora Valverde. Podría decirse que esa ruta clara, la tuvo en su momento hasta la misma Democracia Cristiana, con Frei Montalva en Chile.
Lo cierto es que en América del Sur y en Europa, la década de los setentas, mostró dos golpes fuertes a la socialdemocracia: en Chile el derrocamiento de Allende y en Polonia, la opresión al sindicato “Solidaridad”.
Allende había cometido el error de descuidar la vida interna del PS y la discusión ideológica (Con esto estamos diciendo que, Allende tuvo enemigos dentro de la izquierda y los ataques no solo venían de la derecha, derecha que también tenía espacio en el Estado chileno). En algún momento, lo primero también le pasó a Figueres Ferrer y a Mora Valverde. Pese a ello, en momentos claves, Don Pepe, sostenía las amarras (La candidatura de 1970) y en el caso de Don Manuel, termina perdiendo la batalla en 1983.
Contrario a lo que piensan algunos pensadores de extrema izquierda, de esos que no pueden asimilar a la socialdemocracia, Allende, cabe perfectamente en la esfera de políticos como Haya de la Torre, Muñoz Marín, Figueres Ferrer o Rómulo Betancourt.
Hoy la pasión política (Bien entendida), se ha perdido… se oyen como palabras gastadas: militancia, solidaridad, movilización, compromiso ideológico…
Hoy, en Chile, las generaciones protagonistas de cara a las elecciones presidenciales en ese país en el 2018, no vivieron la dictadura de Pinochet. Las generaciones protagonistas de las elecciones del 2018 en Costa Rica, no han escuchado las palabras “Caldero comunismo”.
Por otro lado y volviendo a la historia, en el sistema de partidos políticos en el que le correspondió nacer, el partido de Allende, el Partido Socialista (PS), integraba a las clases medias y a los sectores obreros, allí se configuraban tendencias socialistas, que Salvador Allende llegaría a representar.
En Costa Rica: ¿En qué partido o partidos políticos se sentirán representados los sectores medios y los trabajadores?: en el PVP, hoy diluido en la sociedad civil organizada, el PT, que ha debido ser refundado en razón de su baja cuota electoral en el 2014; en el FA, que se debate entre ideas marxistas – leninistas o trotskistas (Y que, opta por una revolución imposible) O acaso, en los partidos herederos (O presuntamente herederos) del reformismo socialcristiano y socialdemócrata.
Con el gobierno de Allende, se produjeron transformaciones de importancia, que le fueron quitando poder a los ricos (Este proceso de hecho, ya se venía dando desde el gobierno de Eduardo Frei Montalva)
En el caso de Costa Rica, las transformaciones de tipo reformista, comenzaron a darse en el gobierno socialcristiano de Calderón Guardia (1940 – 1944) y tuvieron su máximo puntal, en el gobierno del socialdemócrata Daniel Oduber (1974 – 1978)
En el caso de Allende, aun desde antes que asumiera la presidencia, la derecha se había propuesto dificultarle las cosas, y ya en el poder, generan un clima de ingobernanza. Costa Rica verá la concreción del modelo de liberalización económica, con los PAES (I y II), el pacto Figueres – Calderón; “el Combo del ICE” y la negociación del DR – CAFTA y las leyes complementarias. Claro está, ese proceso tuvo avances y retrocesos gracias a las luchas sociales de la sociedad civil.
Por su parte, no se puede negar el papel de los Estados Unidos en la caída de Allende, Nathaniel Davis, ex embajador de los Estados Unidos en Chile, dice en sus memorias, que el embajador brasileño, le había pedido colaborar en la coordinación del golpe.
Conforme al autor Peter Kornbluh, Henry Kissinger fue el principal autor de las políticas para derrocar a Allende y apoyar a Pinochet y las políticas de violaciones a los derechos humanos. Fue él el que presionó a Nixon, para que secretamente asumiera una línea agresiva contra Chile, de modo que se generara “un clima golpista”.
Con Pinochet, se generaron una serie de alianzas, que produjeron el “Plan Cóndor”, lo que se concretó en un gran terrorismo en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. Las garras de ese “cóndor”, llegaron a Estados Unidos, cuando el 21 de septiembre de 1976, el ex embajador chileno en tiempos de Allende, Orlando Letelier, fue asesinado junto a su asistente Ronni Moffit.
Si bien es cierto, la democracia cristiana, apoyó el golpe contra Allende, también debe decirse que ante la dictadura de Pinochet, tanto la Democracia Cristiana como el Partido Socialista, fueron limando asperezas para oponerse al “Pinochetismo”. El segundo, entró en una etapa crítica de los errores durante el gobierno de Allende, y las experiencias del socialismo en la Europa del Este, así como una revalorización de la democracia y el reformismo. Algo semejante pasó en el Partido Comunista chileno.
Hoy, han pasado 43 años de ese terrible episodio y América Latina, debe comprender que no son las potencias del mundo multipolar, las que deben ejercer auditoría sobre los gobiernos, sino, los propios pueblos.
Hoy, debe revalorarse la democracia, los derechos humanos, el capitalismo regulado. Hoy debe retomarse (Y Costa Rica no es la excepción), una senda socialdemócrata. Solo de este modo se combatirán las desviaciones totalitarias, que se viven hoy en países como Nicaragua y Venezuela y que algunas fracciones legislativas aplauden desde nuestro Parlamento.
Debe evitarse que los deseos de participación e inclusión social, tomen sendas que más bien, los hundan en el olvido.
De cara a lo que viene, el socialismo cristiano, el socialismo, digamos marxista y la socialdemocracia en Costa Rica, deben reencontrarse con las especificidades del país, en la lógica de la democracia. Deben comprender, sobre todo el FA, que no debe avanzarse por las sendas de los llamados “socialismos reales” o el mal llamado “socialismo del siglo XXI”.
De lo que se trata es de perfeccionar la democracia liberal. En este punto, el socialismo cristiano, debería sustentarse en el Magisterio de Papa Francisco, el FA, debería retornar a una senda “Manuel Morista” y el PLN debería abrazar un camino de izquierda democrática.
El sistema de partidos políticos en Chile y en Costa Rica, debe aprender de sus tradiciones, de sus contextos, de su historia, de la que no pueden desapegarse. Deben reconocer los partidos políticos, los obstáculos que se tuvieron y los que se tienen a futuro.