El ingreso a la OCDE

Fernando Berrocal

Fernando Berrocal Soto

Bajo ninguna circunstancia, ha dicho el Tribunal Supremo de Elecciones, habrá algún cambio con respecto al primer domingo de febrero del 2022, fecha en que se celebrarán las elecciones nacionales. Ha dicho muy bien.
Atravesamos una crisis de salud que no terminará hasta que se logre una vacunación masiva a fines del 2021 y se está iniciando un proceso electoral de una extraordinaria e histórica importancia. La situación económica y social del país es pésima y vivimos una fuerte ola de criminalidad y violencia.

Pero no dejemos de ver el vecindario.

Veamos el desastre en el que terminó la poderosa Venezuela; las opciones trágicas en las que se debate Perú, entre un populista de izquierda salido de Sendero Luminoso y una populista de derecha salida de la dictadura de su padre; o aquí, al lado, la tragicomedia de Daniel y Rosario que ha superado todas las extravagancias autoritarias o incluso, más allá, el espejo del resto de Centroamérica o en el Caribe, en la Cuba de Martí, sometida por décadas a una dictadura estalinista perdida en el tiempo. Esas son realidades.

Es cierto que como país estamos en un mal momento, pero los costarricenses tenemos una vía al desarrollo que defender, actualizar y seguir construyendo.

Es que desde el principio todo fue distinto, con un maestro como primer Jefe de Estado en 1821 y un héroe nacional de las dimensiones y la estatura universal de Juan Rafael Mora y aquella histórica Campaña Nacional de 1856.

Mas recientemente, una visión ideológica que tiene mucho del liberalismo hijo de la Revolución Francesa y la Ilustración, el socialcristianismo de Calderón Guardia y la socialdemocracia de don Pepe Figueres. Una vía costarricense que siempre ha generado grandes convergencias nacionales, como la que hizo posible la Reforma Social de los años 40 y la Segunda República, en que empresarios y trabajadores han sabido dialogar y encontrar consensos y en la que, por encima de los intereses sectoriales o de los partidos políticos y de las presiones internacionales, siempre como sociedad hemos priorizado “el bienestar del mayor número” como el gran objetivo de nuestra sociedad.

A esa vía costarricense le llegó la hora de agregarle, inteligentemente, con liderazgo y experiencia, los cambios y las variables reales del mundo moderno.

Tenemos que profundizar y ampliar la revolución de la informática y las comunicaciones y el motor de desarrollo que significó Intel, incorporando otros nuevos y potentes motores de desarrollo que generen empleo y distribución de riqueza, oxigenando al Estado Costarricense y poniéndolo de nuevo al servicio de la gente, priorizando potentes alianzas público-privadas, la economía verde, los servicios y el turismo. Ese es nuestro futuro.

Hay que reencauzar, modernizar y actualizar esa vía costarricense. Con esa visión de lo que debemos hacer como país, ingresar a la OCDE es caminar hacia ese futuro y tener como meta posible el bienestar de los países desarrollados.

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