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Carlos Revilla Maroto
El 17 de agosto se recuerda la muerte del Libertador José de San Martín, es por eso que hoy en esta fecha adelanto mi columna y escribo sobre el conocido como el “Ejército de los Andes” y del “Cruce de los Andes”, uno de los episodios más heroicos y audaces en la historia militar del mundo, solo comparable con el cruce de Aníbal por los Alpes, durante una de las guerras púnicas de Cartago contra el imperio romano. La gran gesta de San Martín y Ejército de los Andes logró la independencia de Chile y Perú del reino de España.Así que preparé un resumen de lo acontecido, que disfrute mucho preparándolo, porque me trajo a la memoria recuerdos cuando siendo un niño y adolescente recibíamos en mi casa la revista argentina Billiken, que me leía con avidez todas las semanas. Y mejor aún, descubrí que la revista aún existe y ha evolucionado a la era de Internet con página en Facebook, sitio web y canal de WhatsApp.
Entonces, “El Ejército de los Andes” fue una de las fuerzas militares más importantes en la historia de América Latina, liderado por el general argentino José de San Martín. Esta formación fue fundamental en la lucha por la independencia de Argentina, Chile y Perú, y su creación y organización constituyen uno de los hitos más destacados de las campañas de liberación en el continente.
Fue concebido en el contexto de las luchas independentistas sudamericanas contra el dominio colonial español a principios del siglo XIX. Tras el éxito de la Revolución de Mayo en 1810, que marcó el inicio del proceso de independencia de Argentina, las provincias unidas de Sudamérica enfrentaban la amenaza de la reconquista española. San Martín, un militar de carrera con experiencia en Europa, comprendió que la independencia de Argentina no estaría asegurada hasta que los españoles fueran expulsados de todo el continente.
Fue así como, entonces, concibió un plan estratégico audaz: en lugar de continuar la lucha en el territorio argentino, decidió cruzar los Andes, liberar Chile del control español y luego avanzar hacia Perú, el principal bastión del poder colonial en Sudamérica.
La organización del Ejército de los Andes comenzó en 1816 en la región de Cuyo, en la ciudad de Mendoza. San Martín fue nombrado gobernador de la provincia de Cuyo en 1814 y desde allí coordinó la creación de la fuerza militar. Durante dos años, San Martín y su equipo trabajaron arduamente para formar, entrenar y equipar a este ejército. Se reclutaron soldados de diversas regiones, muchos de ellos provenientes de las provincias interiores de Argentina, así como también voluntarios chilenos exiliados.
San Martín prestó especial atención a la logística, sabiendo que el cruce de los Andes sería una empresa extremadamente difícil. El ejército, compuesto por aproximadamente 5,000 hombres, fue equipado con armas, municiones y suministros suficientes para la travesía, y se hicieron preparativos detallados para garantizar su éxito. Se prepararon animales de carga, alimentos y se diseñaron uniformes adecuados para las condiciones climáticas extremas de la cordillera.
El Cruce de los Andes
Este es uno de los episodios más heroicos y audaces en la historia de las luchas por la independencia de América Latina. Liderado por el general José de San Martín, esta hazaña militar realizada entre enero y febrero de 1817 por el Ejército de los Andes tuvo un impacto decisivo en la independencia de Chile y en la posterior campaña para liberar Perú del dominio español. El cruce de la cordillera andina es recordado como una de las gestas más notables de la historia militar mundial debido a las condiciones extremas y la brillante planificación que permitió su éxito.
El 19 de enero de 1817, el Ejército de los Andes, compuesto por alrededor de 5,000 hombres, inició la marcha hacia la cordillera. El ejército se dividió en seis columnas para cruzar por diferentes pasos de la cordillera con el objetivo de distraer a las fuerzas realistas y evitar un enfrentamiento directo hasta llegar al Valle Central de Chile. Las rutas principales incluyeron el Paso de Los Patos y el Paso de Uspallata, cada uno presentando desafíos enormes, desde temperaturas extremas hasta terrenos abruptos.
A lo largo de la travesía, los soldados soportaron frío intenso, altitudes superiores a los 4,000 metros, desfiladeros peligrosos y la falta de oxígeno. Sin embargo, la disciplina y el liderazgo de San Martín mantuvieron al ejército cohesionado y decidido a cumplir la misión. Muchos soldados sufrieron enfermedades como el «soroche» (mal de altura), pero la moral del ejército se mantuvo alta gracias al carisma y la visión del líder.
El cruce de los Andes culminó en la exitosa Batalla de Chacabuco, el 12 de febrero de 1817, donde las fuerzas patriotas lideradas por San Martín y O’Higgins derrotaron decisivamente a las tropas realistas. Esta victoria permitió la liberación de Santiago de Chile y el establecimiento de un gobierno patriota. El éxito de esta batalla fue un golpe crucial al poder español en la región y marcó el inicio de la independencia de Chile.
La Batalla de Chacabuco
Al llegar a Chile, San Martín y O’Higgins planificaron el ataque contra las fuerzas realistas, comandadas por el coronel Rafael Maroto, que se encontraban en la hacienda de Chacabuco, ubicada cerca de Santiago. La batalla comenzó en la madrugada del 12 de febrero de 1817.
El plan de San Martín consistía en dividir sus fuerzas en dos columnas. La columna de la derecha, al mando de Miguel Estanislao Soler, debía avanzar por los flancos y atacar la posición realista desde el noreste, mientras que la columna de la izquierda, liderada por O’Higgins, debía atacar directamente el frente realista.
Aunque el ataque frontal de O’Higgins resultó en un enfrentamiento feroz, y su columna tuvo dificultades para avanzar, la llegada oportuna de Soler y su ataque desde el flanco desorganizó completamente a las fuerzas realistas. La superioridad táctica de San Martín permitió que las fuerzas patriotas se impusieran sobre las españolas. En menos de un día, las tropas realistas fueron derrotadas.
La victoria fue decisiva. Las tropas del Ejército de los Andes entraron triunfantes en Santiago, y en los días siguientes, Bernardo O’Higgins fue nombrado Director Supremo de Chile. Este triunfo consolidó el control patriota sobre gran parte de Chile y debilitó considerablemente la presencia española en la región. Sin embargo, la guerra por la independencia de Chile no terminó con Chacabuco. Los realistas aún controlaban algunas zonas del sur de Chile, y fue necesario continuar la lucha, culminando con la decisiva batalla de Maipú en 1818.
Es así como la gesta del cruce de los Andes es reconocida como uno de los mayores logros militares en la historia de América Latina y el mundo. La capacidad de planificación, la estrategia brillante y la determinación del Ejército de los Andes no solo liberaron Chile, sino que también permitieron a San Martín continuar su campaña hacia Perú, donde eventualmente lograría la independencia de ese país en 1821.
El Ejército de los Andes no solo fue fundamental en la liberación de Chile, sino que también desempeñó un papel clave en las campañas posteriores para liberar Perú y consolidar la independencia de Sudamérica. La hazaña del cruce de los Andes se ha convertido en un símbolo de perseverancia, valentía y compromiso con la libertad en la historia latinoamericana.
Ya para terminar conozcamos algunos datos curiosos del Cruce de los Andes:
¿Por qué San Martín decidió cruzar los Andes? Tras el fracaso de todos los intentos por parte de San Martín de derrotar a los realistas por el camino del Alto Perú y, tomando en cuenta un plan elaborado en 1800 por el militar inglés Thomas Maitland, decidió que la mejor estrategia consistía en cruzar la cordillera. El plan trataba de, con la ayuda de los patriotas chilenos, liberar Chile y de allí marchar por mar hacia Lima y, en conjunto con Simón Bolívar, terminar con la base del poder español en América.
La guerra de zapa. Antes del cruce de los Andes, San Martín llevó a cabo una “guerra de zapa”. ¿Qué es eso? Hacer maniobras de distracción para desorientar a sus enemigos. Difundió rumores señalando fechas erróneas acerca de la partida de su tropa, y sobre todo del lugar por donde se efectuaría el pasaje. Así, consiguió dividir las fuerzas del enemigo y mantener a salvo sus columnas mayores.
Los números de la hazaña. En cuanto a cifras, el Ejército de los Andes tenía 5200 hombres, 10.000 mulas de silla y carga, 1600 caballos de pelea, 600 reses en pie para ser faenadas en el camino, 900 tiros de fusil y carabina, 2000 de cañón a bala, 2000 de metralla y 600 granadas.
La comida y agua en el cruce. La comida era un problema. El Libertador encontró la solución en una comida popular típica de Cuyo el charquicán, un alimento basado en carne secada al sol, tostada y molida, condimentada con grasa y ají picante. Prensado era fácil de transportar y se preparaba agregándole agua caliente y harina de maíz. No había dinero para comprar cantimploras y se resolvió usar cuernos de vaca para fabricar recipientes individuales para cada soldado.
¿Cómo se consiguieron las armas del Ejército de los Andes? San Martín no quiso depender solo de Buenos Aires para la provisión de las armas y por eso montó una fragua o fábrica en el campamento del Plumerillo. Al frente de ella ubicó al sacerdote sanjuanino Fray Luis Beltrán, experto en matemática, física y metalurgia. Beltrán ya se había ocupado de estas tareas en Chile al lado del director José Miguel Carreras. De la fragua de Beltrán salieron fusiles, sables, bayonetas, cañones y municiones con la asistencia de los habitantes de Cuyo.
En el anexo incluyo una biografía de José de San Martín y Bernardo O’Higgins.
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Con la ayuda del El Historiador, Wikipedia y otras fuentes menores el Internet.
Anexo 1
José de San Martín
Es una de las figuras más importantes en la historia de América Latina y es conocido como el «Padre de la Patria» en Argentina, así como un héroe de la independencia en Chile y Perú. Su liderazgo militar y político fue decisivo en la lucha por la independencia de gran parte de Sudamérica del dominio colonial español.
José Francisco de San Martín y Matorras nació en Yapeyú, un pequeño pueblo en el Virreinato del Río de la Plata, hoy parte de Argentina. Era hijo de Juan de San Martín, un oficial español, y Gregoria Matorras del Ser. A los seis años, San Martín y su familia se trasladaron a España, donde recibió su educación. Ingresó en el seminario de nobles en Madrid, pero pronto optó por la carrera militar.
San Martín inició su carrera militar en el ejército español, participando en varios conflictos importantes de la época, como la Guerra de la Convención (contra la Revolución Francesa) y la Guerra de la Independencia Española contra las tropas de Napoleón. Esta experiencia militar fue crucial para desarrollar sus habilidades tácticas y estratégicas, las cuales más tarde emplearía en las campañas independentistas en Sudamérica.
En 1812, San Martín decidió regresar a su tierra natal, inspirado por las ideas de la Revolución Americana y la Revolución Francesa. Se unió a la lucha por la independencia de las colonias sudamericanas del dominio español. Al llegar a Buenos Aires, fue recibido como un héroe y se puso a disposición del gobierno revolucionario del Primer Triunvirato.
Rápidamente asumió un papel destacado en el ejército independentista. En 1812, fundó el Regimiento de Granaderos a Caballo, una unidad de élite que luego sería famosa por su valentía en la batalla. San Martín se hizo conocido por su firmeza, disciplina y habilidades estratégicas.
En 1814, San Martín fue nombrado jefe del Ejército del Norte, que luchaba contra las fuerzas realistas en el Alto Perú (actual Bolivia). Sin embargo, después de evaluar la situación, concluyó que la mejor estrategia para derrotar a los españoles no era atacar por el norte, sino cruzar los Andes y liberar Chile para luego atacar el Virreinato del Perú, el principal bastión realista en América del Sur.
San Martín renunció al mando del Ejército del Norte y se trasladó a Mendoza, donde comenzó a organizar el Ejército de los Andes. Con paciencia y determinación, preparó a su ejército durante dos años, asegurándose de que estuviera bien entrenado y equipado para enfrentar el desafío de cruzar una de las cordilleras más altas del mundo.
En enero de 1817, San Martín lideró el cruce de los Andes con su ejército. Esta hazaña fue un acto de valentía y planificación militar sin precedentes. Tras el cruce, el 12 de febrero de 1817, derrotó a las fuerzas realistas en la Batalla de Chacabuco, lo que aseguró la independencia de Chile.
San Martín entró triunfante en Santiago, y su aliado chileno, Bernardo O’Higgins, fue proclamado Director Supremo de Chile.
Después de asegurar la independencia de Chile, San Martín se concentró en el próximo objetivo: la liberación del Perú, el último bastión importante de los realistas en Sudamérica. En 1820, zarpó hacia el Perú con una expedición marítima desde Chile. Desembarcó en la costa peruana y, en 1821, ocupó Lima, donde fue proclamado Protector del Perú. El 28 de julio de 1821, San Martín declaró la independencia del Perú.
Sin embargo, la lucha no había terminado, y San Martín comprendió que no podría completar la liberación del país sin ayuda. En 1822, se reunió en Guayaquil con Simón Bolívar, el otro gran libertador sudamericano. En una decisión aún discutida por los historiadores, San Martín decidió ceder el liderazgo a Bolívar, retirándose de la vida política y militar.
San Martín dejó el Perú y regresó a Buenos Aires, pero la situación política en las Provincias Unidas del Río de la Plata era inestable, lo que lo llevó a partir hacia Europa en 1824. Pasó la mayor parte de sus últimos años en Francia, en un exilio voluntario. Allí vivió en relativa modestia, cuidando de su hija Mercedes.
El 17 de agosto de 1850, José de San Martín murió en Boulogne-sur-Mer, Francia, a la edad de 72 años. Aunque falleció lejos de su patria, su legado como uno de los grandes libertadores de América Latina ha perdurado a lo largo del tiempo.
Es recordado como un símbolo de la lucha por la libertad y la autodeterminación en América Latina. Sus campañas en Argentina, Chile y Perú fueron fundamentales para la independencia de estos países, y su figura se ha convertido en un referente de liderazgo, valor y sacrificio. Numerosos monumentos, ciudades y escuelas en toda América Latina llevan su nombre en reconocimiento a su contribución a la independencia del continente.
Anexo 2
Bernardo O’Higgins
Es una de las figuras más prominentes en la historia de Chile y América Latina. Fue un líder militar y político clave en la lucha por la independencia de Chile del dominio español y es considerado el «Padre de la Patria» chilena. Su legado como libertador y primer Director Supremo de Chile ha dejado una marca profunda en la historia del país.
Nació en Chillán, en el Reino de Chile, que en ese entonces formaba parte del Virreinato del Perú. Era hijo ilegítimo de Ambrosio O’Higgins, un militar irlandés al servicio de la corona española, que más tarde llegaría a ser gobernador de Chile y virrey del Perú, y de Isabel Riquelme, una joven criolla chilena. Aunque Bernardo no tuvo una relación cercana con su padre durante su infancia, recibió apoyo económico de él para su educación.
En su juventud, O’Higgins fue enviado a Lima y luego a Europa para recibir una educación de élite. Estudió en Londres y más tarde en España, donde se vio influenciado por las ideas de la Ilustración y el liberalismo, además de entrar en contacto con figuras como Francisco de Miranda, precursor de los movimientos independentistas en América Latina. Estas influencias fueron clave para que O’Higgins desarrollara un fuerte sentido de identidad americana y un compromiso con la causa de la independencia.
En 1802, O’Higgins regresó a Chile y heredó la hacienda de Las Canteras en Los Ángeles tras la muerte de su padre. Aunque inicialmente se dedicó a la vida rural y a la administración de su hacienda, pronto se involucró en la política local y se alineó con el movimiento independentista que comenzaba a tomar fuerza en toda América Latina.
En 1810, cuando se estableció la Primera Junta Nacional de Gobierno en Chile, marcando el comienzo del proceso independentista, O’Higgins se unió a las filas patriotas. En los años siguientes, ascendió rápidamente en las filas militares debido a su dedicación y habilidades estratégicas. Su participación fue fundamental en varias batallas contra las fuerzas realistas españolas que intentaban retomar el control de Chile.
Uno de los momentos más dramáticos en la carrera de O’Higgins ocurrió en la Batalla de Rancagua, librada en octubre de 1814. En esta batalla, las fuerzas patriotas fueron derrotadas por los realistas, lo que llevó a la caída del gobierno patriota en Chile y al inicio de la Reconquista española. Tras la derrota, O’Higgins y muchos otros líderes patriotas se vieron obligados a huir a Mendoza, en la vecina Argentina.
En Mendoza, O’Higgins se unió a José de San Martín, quien estaba organizando el Ejército de los Andes para llevar a cabo la liberación de Chile. La cooperación entre O’Higgins y San Martín fue crucial para el éxito de la campaña militar que liberaría Chile.
En enero de 1817, el Ejército de los Andes, liderado por San Martín y apoyado por O’Higgins, realizó la audaz travesía de la cordillera de los Andes hacia Chile. Este cruce, considerado una de las mayores hazañas militares de la historia, permitió que las fuerzas patriotas sorprendieran a los realistas en Chile.
El 12 de febrero de 1817, las tropas patriotas derrotaron a las fuerzas realistas en la Batalla de Chacabuco, un triunfo decisivo que marcó la liberación de gran parte de Chile. Tras esta victoria, O’Higgins fue nombrado Director Supremo de Chile, el cargo más alto del país, y asumió el liderazgo político de la nación recién liberada.
Como Director Supremo, O’Higgins gobernó Chile desde 1817 hasta 1823. Durante su gobierno, implementó una serie de reformas que sentaron las bases del Estado chileno moderno. Entre sus logros más destacados se encuentran la creación de la escuela militar y la escuela naval, el establecimiento de un sistema judicial independiente, y la promulgación de una constitución en 1822.
O’Higgins también promovió la educación y la cultura, fundando la Biblioteca Nacional y apoyando la creación del Instituto Nacional. En el ámbito internacional, impulsó la independencia del Perú, colaborando con San Martín en la expedición libertadora de ese país en 1820.
Sin embargo, su gobierno también enfrentó serios desafíos. O’Higgins gobernó de manera autoritaria, lo que generó descontento entre diversos sectores de la sociedad chilena, incluidos los terratenientes, comerciantes y algunas facciones militares. Su decisión de mantenerse fiel al ideal de una república centralista y su apoyo a reformas que afectaban a los intereses de la aristocracia generaron oposición.
En 1823, ante la creciente presión política y la oposición de diversas facciones, O’Higgins se vio obligado a renunciar a su cargo. Decidió exiliarse voluntariamente en el Perú, donde fue recibido con honores y vivió el resto de su vida en relativa tranquilidad.
Durante su exilio, O’Higgins continuó involucrado en asuntos políticos de manera indirecta y mantuvo contacto con otros líderes latinoamericanos. En Perú, vivió en la ciudad de Lima y en su hacienda en Pisco.
Bernardo O’Higgins murió el 24 de octubre de 1842 en Lima, Perú. Aunque falleció lejos de su tierra natal, su legado como uno de los grandes libertadores de América Latina ha sido profundamente honrado en Chile y en todo el continente.
O’Higgins es recordado como el Padre de la Patria en Chile, y su figura ha sido objeto de numerosas conmemoraciones y homenajes. Numerosos monumentos, calles y ciudades en Chile y otros países llevan su nombre en reconocimiento a su papel en la independencia sudamericana. En 1869, sus restos fueron repatriados a Chile y enterrados en la Plaza de la Ciudadanía frente al Palacio de La Moneda, sede del gobierno chileno.
El legado de Bernardo O’Higgins como líder militar, reformador y arquitecto del Chile independiente continúa siendo una inspiración para generaciones posteriores, y su figura ocupa un lugar central en la historia de Chile y América Latina.