De nuevo un tema clásico: ¿Qué es un politólogo?

Ocean Castillo Loría

Ocean Castillo Loría

Una de las grandes sorpresas en la recién finalizada campaña electoral de Costa Rica, aunque esto no es nuevo, fue mirar a algunos analistas políticos profesionales haciendo pasar por análisis político sus gustos y preferencias partidarias.

Aún más, no podemos olvidar como para la campaña presidencial del 2006, algunos periodistas criticaban el que algunos politólogos asumieran el rol de “voz de la conciencia nacional”. Por cierto, para esos periodistas, los politólogos eran una de las causas de la ingobernanza nacional.

Estas cosas, nos deben hacer repasar elementos básicos de lo que es un politólogo e inclusive de lo que es el análisis político. El politólogo tiene por función el estudio de la política y la profundización académica de esta materia.

Desde esta perspectiva, el conocimiento generado por el uso del instrumental de las ciencias políticas debe ser utilizado por quienes toman decisiones para una mayor gobernabilidad. Asimismo, el valor de la existencia de politólogos queda muy definida desde el mismo estudio que recomienda la creación de la escuela de Ciencias políticas en la Universidad de Costa Rica: “…es indispensable que como parte de la defensa de nuestras instituciones, se efectúe una tarea de investigación y enseñanza sobre la vida política costarricense”.

Es por ello, que el profesional en ciencias políticas, está capacitado para ordenar la realidad política de cara a satisfacer lo mejor posible las necesidades de la sociedad, de ahí pues que contrario a colaborar a la anarquía propia de la llamada ausencia de gobernabilidad, ayuda a fomentarla. En esa línea, el ordenar la realidad política, implica minimizar los grados de subjetividad, por medio del uso del instrumental teórico de este conjunto de ciencias.

Por si fuera poco, debe reconocerse que el campo de estudio y acción del politólogo es muy amplio, por lo que tal aporte es igualmente vasto. Ahora bien, no debe confundirse la procura de la gobernanza como ausencia de criticidad.

Precisamente, es obligación de las y los profesionales en ciencias políticas el ser críticos para refutar los razonamientos que otros actores (Incluidos quienes ejercen el poder político), desean dejar establecidas en la dinámica social. Es por ello, que la diferencia sustancial entre análisis político y comentario político, es que el segundo está inundado de subjetividad que puede resultar de los gustos y preferencias partidistas.

Valga decir que dicha criticidad es parte consustancial de la gobernabilidad democrática, ya que, quien en nombre de la gobernabilidad desee acallar el debate, no es demócrata. Finalmente, no debe perderse de vista que en muchas ocasiones, es la falta de habilidad y asesoría del gobernante, la que crea un ambiente ingobernable.

En suma, el politólogo es un científico político. Quien pretenda realizar un análisis desde las ciencias políticas sin el manejo del instrumental apropiado, o está realizando cualquier otro tipo de análisis (Jurídico, sociológico, histórico, económico etc.) o simplemente está comentando la realidad política desde su subjetividad, lo que no puede ser considerado como científico.

Ahora bien, el problema que se presenta en muchos lugares es que cualquier profesional en otras ramas que no sean las ciencias políticas se arroga el papel de analista político. De ahí que desde abogados, periodistas, médicos e ingenieros pueden hacer pasar sus comentarios subjetivos por análisis político.

Es así como encontramos errores de metodología (cuando la hay), y terminología. Por ello las conclusiones y las relaciones causales que se pueden extraer de las dinámicas propias del poder (Objeto de estudio de las ciencias políticas), resultan erróneas. Solo un ejemplo lamentable: hablando de las posiciones ideológicas en la presente contienda electoral, cuando a una comentarista se le consultaba sobre el “Cristianismo Social” (Ideología del Partido Restauración Nacional), ella dijo: “eso es socialismo cristiano, al revés, lo que llevaría a una teocracia fundamentalista”. Sobran los comentarios.

Un aspecto que alimenta esta situación es el hecho que la política es totalizante, en el tanto, lo político tiene impacto público y unos más y otros menos, tienen una opinión sobre estas materias. Por otro lado, la falta de conocimiento que en no pocas ocasiones presentan ciertos actores del mundo de las comunicaciones fortalece el que se presenten estos problemas. ¿Cuál es el resultado final? Un auditorio confundido al que no se le aclara la realidad o que deja pasar una serie de dogmas y subjetivismos como un análisis sustentado en las ciencias políticas.

Valga decir que esta rama de las ciencias sociales es una ciencia de encrucijada en la que se reúnen otras disciplinas y quizás también por esa condición, los profesionales de otras ramas se adentran en los vericuetos de las relaciones de poder. Por cierto que, una de las lecciones que nos deja esta campaña electoral, que acaba de pasar, es la imperiosa necesidad de un trabajo inter y transdisciplinario, en lo que refiere a las relaciones de la política y la religión.

Lo cierto es que los consumidores de la información acuerpada por los medios de prensa, deben ser más críticos frente a los falsos análisis que se les presentan y la única manera de hacerlo, es el que los verdaderos politólogos asuman su papel en el enseñar en qué consisten las ciencias políticas y sus particularidades.

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Un comentario

  1. Freddy Pacheco León

    MUY OPORTUNO el llamado de atención que hace don Ocean Castillo. Muchas veces sentimos que nuestros comentarios subjetivos, desde una visión profesional muy alejada a las ciencias políticas, eran sin embargo, más objetivos que los de algunos llamados analistas, politólogos u «opinólogos». Las razones serían diversas, pero se identificaron, sentimientos «anti PAC», de parte principalmente de liberacionistas que estaban percibiendo las consecuencias de un PLN lejos del poder ejecutivo durante ocho años. También vimos a exfuncionarios del PAC (que fueren removidos durante la gestión) para los que todo, absolutamente todo lo vinculado a la Cancillería, por ejemplo, estaba muy mal hecho, y por ende el ataque al canciller y al Gobierno, era implacable. En ambos casos, la credibilidad de las personas que jugaron ese papel comprometido con equis tendencia electoral anti PAC, al ser percibida por la opinión pública, perdió fuerza y así, conforme se reiteraba, se hacía mucho menos convincente. Otros politólogos, quizá los que estaban cercanos al entonces candidato Carlos Alvarado, pareciere que sí valoraron la situación y tuvieron éxito. Cuando se pretendió colocar «el cementazo» sobre los hombros del Presidente Solís, tuvieron éxito parcial, pero más importante, vimos a Carlos Alvarado esquivar, cual magnífico torero, la intención de sus opositores de cargarlo con «el cemento», por lo que no fue siquiera parcial el efecto de ese escándalo sobre su candidatura. Liberado de ese peso, Alvarado y sus asesores políticos supieron leer las preocupaciones del electorado mayoritario, para actuar en consecuencia. Varios flancos favorables se fueron presentando, que los politólogos cercanos al partido religioso no supieron enfrentar, pues optaron por la ausencia (a debates y conversatorios) y al silencio. Como partidario de Carlos Alvarado, ¡y sin ser para nada politólogo!, a fines de febrero indagamos hasta encontrar el documento en que se decía que el señor Roni Chaves atacaba, en términos muy duros, a la Virgen de los Ángeles. Convencido de que ese podría ser un factor favorable a la campaña de mi candidato, desde una página de Facebook, ilustrada con una bella fotografía de la imagen de »La Negrita» que nos mueve y conmueve a los católicos, publicamos el 1° de marzo, la cita textual de las palabras del que percibimos como el jefe de Fabricio. Y la sorpresa que nos llevamos fue significativa. EL mensaje se difundió tan exitosamente, que con una »promoción» que apenas alcanzó unos 20 mil colones, le llegó a ¡más de 190.000 personas! Luego vino la publicación en crhoy y el suplemento de La Nación, que fue como la lápida. Ante ello, algunos politólogos partidarios de Fabricio Alvarado, no supieron.qué hacer, limitándose a reprochar que el PAC estaba »mezclando la política con.la religión», con lo cual no lograron detener ese fervor católico que sacudió la elección a favor de Carlos Alvarado. Votación que se vio favorecida por la llegada de la Semana Santa, y también por la tregua propagandística que le impidió al partido opositor, hacer algo efectivo para contrarrestar el «desinflonazo» que se evidenció el Sábado Santo, a tan sólo unas horas de la votación.

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