¿Cuánto durará el beneficio para el país de los precios bajos del petróleo?

Roberto Dobles
roberto.dobles@gmail.com

Roberto Dobles

El petróleo es la principal fuente de energía del mundo con una participación del 33,6% del consumo mundial, por lo que la evolución del precio internacional tiene enormes efectos sobre las economías en el mundo.

En Costa Rica el efecto es aún mayor porque la participación del petróleo en el consumo nacional de energía (en la forma de derivados importados) es del 64,5%.

La dependencia petrolera nacional (importada) es casi el doble que la dependencia mundial, por lo que la evolución de los precios del petróleo tiene un gran impacto en nuestro país.

La crisis sanitaria del coronavirus creó un colapso del precio del petróleo al caer abruptamente la economía mundial y, consecuentemente, la demanda de petróleo.

Por lo tanto, es importante tener claro cuánto durará el beneficio para el país (como importador petrolero) de los precios bajos del petróleo.

El 6 de enero del 2020 el precio del petróleo de referencia (WTI) estaba en $62,81/barril, pero a partir de esa fecha, el precio empezó a bajar llegando el 5 de marzo a $46,50/barril y el 15 de abril a $20,25/barril.

El 20 de abril el precio llegó a ser negativo (-$39,72/barril), para subir luego al día siguiente a $13,61/barril. Los precios se han venido recuperando desde ese momento. Pocos días después, el 6 de mayo, el precio ya estaba en $25,22/barril. El 22 de mayo estaba en $33,63/barril y el viernes pasado 5 de junio el precio ya había subido a $39,32/barril. La tendencia futura sigue hacia la alza.

Los grandes cambios en los precios y la incertidumbre futura no solamente han sacado de operación una importante capacidad de producción, sino que también las inversiones en el sector petrolero han caído significativamente, lo que afectará la futura capacidad de la producción, perturbando la oferta (el suministro futuro) y, consecuentemente, los precios futuros.

El sub sector petrolero no ha sido el único que ha sufrido una baja significativa en las inversiones, sino que también se ha dado una reducción importante en todo el sector energético.

Una reciente noticia de CNBC titulada “IEA says the coronavirus crisis has set in motion the largest drop of global energy investment in history” señala lo siguiente:

• “En el informe anual del Grupo sobre Inversión Mundial en Energía, la IEA (International Energy Agency) dijo que la disminución sin precedentes en la inversión energética mundial había sido asombrosa tanto en su escala como en su rapidez”.

• “… se ha perdido un suministro de energía que podríamos necesitar mañana una vez que la economía se recupere”.

• “La desaceleración en la inversión en tecnologías claves de energía limpia también amenaza con socavar la muy necesaria transición energética a sistemas de energía más resilientes y sostenibles”.

• “La IEA advirtió que el impacto económico de la crisis de salud pública podría tener implicaciones serias para la seguridad energética y la transición hacia energías limpias”.

La baja rápida en las inversiones en el sector petrolero y en otras fuentes de energía tendrá efectos económicos en el futuro suministro energético.

Además de lo anterior, hay que tener presente que los precios del petróleo en el mercado internacional son fuertemente influenciados por la demanda y por muchos otros factores, como la especulación y los eventos geopolíticos.

La gran pregunta ahora es cómo se recuperará la economía mundial y, consecuentemente, cómo se recuperará la demanda y la oferta mundial de petróleo y sus precios.

Una respuesta detallada a esta pregunta es muy difícil por la complejidad, la volatilidad y la incertidumbre del mercado petrolero internacional.

A pesar de esta dificultad, los expertos tratan de visualizar cómo podría darse esta recuperación y cuáles serían sus tendencias y su magnitud en el tiempo.

Entre estos análisis se encuentran los siguientes:

• “¿Ha terminado el colapso del petróleo?”. Este análisis señala que la oferta y la demanda de petróleo estarán en equilibrio en un futuro no muy lejano, por lo que “la escasez de petróleo y de productos refinados está en el horizonte”, razón por lo que “los precios subirán bruscamente”. Se hace énfasis que “el miedo a la escasez o a las interrupciones en el suministro a menudo provocan fuertes picos en el precio del petróleo”.

Se indica que esta escasez se dará principalmente por el crecimiento de la demanda de petróleo conforme la economía mundial se vaya recuperando y por los recortes que han venido haciendo los países de la OPEP y otros países no miembros (como Rusia, Brasil, Canadá, Noruega, México, entre otros).

En este análisis se indica también que “no hay un análogo directo para el tipo de escasez que podría estar en el horizonte. En pocas palabras, estamos en aguas desconocidas”.

• “Oil Prices May Recover Before 2021”. En este análisis se señala que “en el mediano a largo plazo, los precios del petróleo se recuperarán, tal es la naturaleza de esta industria cíclica y explosiva. Sin embargo, la llegada de la epidemia de COVID-19 ha agregado un giro al ciclo natural de las cosas. Por lo general, los precios del petróleo solo pueden caer tan bajo antes de que la demanda de petróleo barato por parte de las economías en crecimiento aumente los precios”.

Los análisis anteriores (junto con muchos otros) dibujan una situación de recuperación progresiva de los precios internacionales del petróleo, si es que no hay una situación o situaciones nuevas que cambien el entorno de las perspectivas anteriores.

Precios del petróleo en recuperación con gran impacto en la economía nacional, a través de la altísima y creciente dependencia petrolera que el país tiene, incidirán en que a Costa Rica se le vaya a dificultar aún más salir de la seria crisis económica, fiscal y social en la que estamos entrando.

Casi dos terceras partes del consumo energético nacional provienen de los derivados de petróleo importados. Y a pesar de la retórica política, como lo he señalado en columnas anteriores con datos oficiales, previo a la crisis del covid-19, su consumo ha venido creciendo más rápido que el consumo de energías renovables nacionales y que el consumo petrolero promedio mundial.

Costa Rica tiene así una economía fuertemente petrolizada que tiende a petrolizarse más con derivados de petróleo importados, producidos mayoritariamente en los EE.UU.

En el país existe mucho desconocimiento sobre la dinámica del mercado petrolero internacional, la cual es muy compleja, muy incierta y muy particular lo que no ayuda a tener políticas claras y eficaces.

Un ejemplo de este desconocimiento se dio recientemente con las cifras alegres que justificaron el proyecto de ley elaborado por Gobierno y aprobado por la Asamblea Legislativa (Ley No 9840) para congelar los precios de la gasolina con el fin de “aprovechar” la baja en el precio internacional del petróleo con fines fiscales durante un período de tres meses a partir del 22 de abril del 2020, plazo que podría ser prorrogado también.

Las cifras que justificaron dicha ley fueron totalmente alegres y sin un análisis serio y riguroso de nadie. De acuerdo con una noticia publicada por Repretel el 2 de junio pasado, la “ley que congela el precio de combustibles sólo recaudó el 2,63% de lo esperado”. Y esa raquítica recaudación corresponde al primer mes donde los precios internacionales estuvieron en su nivel más bajo.

El 22 de abril, día en que esta ley entró en vigencia, el precio mayorista de la gasolina en los EE.UU. (país de donde importa Costa Rica) estaba en $0,66/galón. El 22 de mayo (un mes después) el precio estaba en $1,05/galón y el vienes pasado 5 de junio el precio subió a $1,18/galón. La tendencia futura sigue hacia arriba.

La raquítica recaudación de recursos a través de la Ley No 9840 que congeló los precios nacionales de la gasolina súper y regular para “aprovechar” la baja en los precios internacionales refleja claramente que quienes propusieron y aprobaron esta ley lo hicieron sin estudios rigurosos y no tenían la menor idea de cuál es la dinámica compleja, incierta y particular del mercado petrolero internacional y de sus derivados.

En una columna pasada publicada en el momento en que se había indicado públicamente que se iba a presentar a la Asamblea Legislativa este proyecto de ley yo señalé mis reservas.

La crisis sanitaria del covid-19, que está siendo manejada muy bien por las autoridades de salud, está golpeando muy fuertemente la economía nacional y las finanzas públicas, las cuales ya estaban muy maltrechas y muy deterioradas antes del inicio de la crisis.

Previo a esta crisis sanitaria, el país ya tenía una realidad muy crítica y ahora, con esta crisis provocada por el covid-19, la situación económica, fiscal y social (desempleo y pobreza creciente, etc.) se está agravando a pasos agigantados, por lo que el retorno a niveles de crecimiento económico suficientes para satisfacer las necesidades nacionales será cada vez más difícil.

La estrategia de impuestos y de deuda crecientes que se ha seguido, que obstaculiza seriamente el crecimiento económico, ha llegado ya a límites muy peligrosos e insostenibles que ponen en riesgo los niveles de desarrollo económico y social del país.

Las empresas calificadoras de riesgo (Moody’s, Fitch, etc.) han venido rebajando las calificaciones de riesgo de Costa Rica debido a los altos y crecientes riesgos económicos y fiscales.

De seguir así el deterioro fiscal y económico, el país se encamina hacia una ruina fiscal y económica con las serias consecuencias sociales (alto y creciente desempleo y pobreza, entre muchas otras cosas).

Y todo apunta también a que el beneficio para el país de los precios bajos del petróleo no será mucho y no durará mucho tiempo.

Como lo he venido planteando en varias columnas anteriores, para poder enfrentar la nueva normalidad nacional e internacional que está emergiendo se requiere promover y desarrollar nuevas actividades que fortalezcan el desarrollo, complementarias a las actividades existentes.

La evidencia demuestra de manera contundente que las actividades existentes, aún en una situación mucho más favorable previa a la crisis sanitaria, no podían generar un crecimiento que pudiera satisfacer las crecientes necesidades económicas, fiscales y sociales (mayor empleo, menores niveles de pobreza, etc.).

Dentro de estas nuevas actividades se encuentra el desarrollo sostenible de un conjunto de recursos naturales que han sido identificados en el país y que he señalado en columnas anteriores, cuyo desarrollo se ha visto obstaculizado e imposibilitado por varias políticas nacionales sesgadas y sin sustento técnico y científico.

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