Chaves, el inmunizado

Luis Paulino Vargas Solís

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La decisión adoptada por la Asamblea Legislativa este lunes 22 de septiembre, en relación con el fuero de protección del presidente Chaves, no fue sorpresiva en lo absoluto. Ocurrió exactamente lo que había sido anticipado, con el fabricismo de alfombra y el PUSC dividido. Aparte lo cual, la cuestión tiene tres facetas que merecen destacarse: sobre el Estado de derecho de Costa Rica: sobre la cuestión política subyacente; sobre el mensaje que se lanzó.

1. El Estado de derecho

Lo que hemos presenciado fue un rotundo y contundente desmentido de toda la narrativa chavista –la de Chaves, Cisneros y su fanaticada– según la cual Costa Rica es una dictadura. Esos decires, absolutamente mentirosos, propios de gente que odia lo que nuestro país ha logrado históricamente, quedaron pulverizados.

Que seguimos teniendo un sólido Estado de derecho, con un robusto marco de garantías y derechos. Eso es lo que hemos visto a lo largo de todo este proceso: desde la investigación de la Fiscalía, la resolución de la Corte Plena y, asimismo, todo el proceso desarrollado en la propia Asamblea Legislativa, el cual culminó ayer. Personalmente, celebro todo eso.

Chaves ha sido beneficiado por las reglas propias del “debido proceso”. Tal cual nuestro marco constitucional y legal lo establecen. El mismo “debido proceso” que Chaves busca desconocer y atropellar cada vez que sus caprichos se lo demandan y en cada ocasión propicia que se le presenta.

Se decidió lo que se decidió. Todo de acuerdo con nuestro marco normativo, con las reglas de nuestro Estado de derecho.
Creo, sin embargo, que se cometió un gravísimo error, pero, igualmente, lo respeto. Expreso mi disenso, pero con la convicción de que es mi deber respetar lo decidido.

Por si alguien no lo ha notado, bueno es recordar que Chaves, Cisneros y su gente son absolutamente incapaces de expresar su desacuerdo con respeto.

O sea: el supuesto “triunfo” de Chaves ha sido su mayor derrota: demuestra que Costa Rica siguen siendo una democracia, asentada en un Estado de derecho que Chaves desea destruir, pero que aún es sólido.

2. El sustrato político subyacente

Múltiples indicios nos sugieren que detrás de este resultado hubo un juego siniestro de torcedura de brazos, extorsiones, chantajes, intimidaciones, pero, también, reparto de “cariñitos”.

No es algo que deba sorprender a nadie, y sería un exceso de ingenuidad creer que pudo ser de ninguna otra forma.
Esa es la práctica sistemática por parte de Chaves y su gente, aunque, en realidad, es solo un elemento dentro del amplio, diversificado, versátil arsenal de prácticas corruptas, por parte de la casta política chavista, cuya deriva corrupta y corruptora no tiene precedentes ni comparación.

Es el fenómeno político más corrupto de la historia de Costa Rica, al punto que deja chiquitillas incluso las peores cosas que hayamos visto anteriormente.

Será inevitable que esto salga a la luz muchas veces durante la venidera campaña política: el fabricismo queda marcado como un simple apéndice del chavismo; sobre el PUSC cae una macha que no se limpia ni con cloro.

3. Mensaje de impunidad

Dije que considero que se cometió un grave error. Así es. Y ese error está en que se dio un mensaje de impunidad. Como dijo la diputada Sofía Guillén en el plenario: es la impunidad de los delincuentes de cuello blanco.

Aunque el fenómeno en sí no es nuevo, aquí hubo algo más que sí es nuevo. Y la diferencia no es de grado, sino de naturaleza: por primera vez en la historia de Costa Rica era un caso que involucraba directamente a un presidente de la República.

Eso hace que este sea el más poderoso y sonoro mensaje de impunidad que jamás se haya dado.

Y mucho más puesto que no era un caso antojadizo. En cambio, es un caso que reunía evidencias suficientes como para considerar, seria y razonablemente, que lo que correspondía era que fuera dilucidado en los tribunales.

Dije al inicio que esto demuestra la solidez de nuestro Estado de derecho. Pero también destapa sus vulnerabilidades.

Lo acaecido ayer así lo demuestra: se dio el más estridente mensaje de impunidad, el cual, además, lleva inserto un mensaje de desigualdad: la ley no aplica igual para todos.

Lo cual se ilustra fácil, tan solo con que pensemos que, si las sospechas que sobre Chaves pesan fueran sospechas dirigidas hacia usted o hacia mí, nada nos libraría de un juicio. Ni usted ni yo podríamos evitarlo. Chaves sí logra evitarlo.

Los chavistas celebran y recetan crema de rosas. Pero tengamos claro: con cada crema de rosas que recetan nos están diciendo que son tan corruptos como lo es su dios terrenal.

Economista jubilado

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