Luis Paulino Vargas Solís
Afirma el excandidato liberacionista Rolando Araya, que el dólar ha caído porque esa ha sido la voluntad del presidente Chaves, a la cual el Banco Central se ha plegado.Yo, por mi parte, observo señales que me indican que el presidente está muy complacido con esa situación, lo cual no equivale a afirmar que, desde su silla en Zapote, esté condicionando el accionar del Banco Central. Cuando, por otra parte, sí es obvio que la actitud de este último ha sido sumamente permisiva.
Pero es por completo innecesario que Chaves presione al Banco Central, para que este actúe de esa forma, la cual es perfectamente esperable, puesto que sus decisiones se toman bajo el influjo de lo que designo como la “metafísica del libre mercado”, es decir, una construcción teórica alucinada y fantasiosa, por completo ajena a la realidad.
Eso es algo que confirmamos a diario, en los usuales pronunciamientos -generalmente por boca de su presidente, el señor Róger Madrigal- explicando que el “libre mercado” es el que define el precio del dólar, y que al Banco Central tan solo le corresponde evitar movimientos bruscos y pronunciados. Este punto de vista, como bien sabemos, es refrendado por lo más conspicuos representante de la ortodoxia económica criolla.
Las implicaciones sociales, para el empleo y la producción, no les interesan. Surgen, entonces, algunas preguntas muy importantes:
- ¿Hasta cuando podría persistir esta situación? De momento no se le ve plazo de vencimiento, porque no hay voluntad política para frenarla cuando, a la vez, el gobierno sigue captando deuda externa, lo que vigoriza el movimiento a la baja.
- Pero ¿es realmente sostenible esta situación? No lo creo, porque conforme pase el tiempo y se haga más perceptible el daño a la producción y el empleo, más fuerte se hará el grito de protesta.
- Y, entonces, ¿podrá corregirse? El problema, me parece, es que ya llegamos a un punto donde la corrección se hace difícil, y cualquier cosa que se intente implica pérdidas. Una corrección gradual, que mantenga el dólar en un nivel históricamente bajo por mucho tiempo, agrandará los efectos negativos sobre la producción y el empleo, pero una devaluación precipitada sería también muy perjudicial.
- Pero hay un último aspecto que no se puede descartar: siendo que en todo esto ha habido un fuerte componente especulativo, es posible que, en algún momento y por la razón que sea, los flujos de capital se reviertan, y de un pronto veamos al Banco Central vendiendo apresuradamente reservas para evitar una abrupta subida del dólar.
La cosa es que, bajo la mirada satisfecha del presidente Chaves, el Banco Central nos ha llevado innecesariamente a un extremo realmente jodido. Nada de lo que pueda suceder de aquí en adelante, será anodino.