¡Cartago vive!

Cuaderno de Vida

Gustavo Elizondo Fallas

Gustavo Elizondo

Con esta frase puesta en boga por un Cartago que, como muchos, no pudo ver a su cartaguito campeón: José Rafael el Negro Sancho, vuelvo a abrir las páginas de este Cuaderno de Vida, tirado en una esquina, deseando hablar de ciertos temas políticos actuales que nos preocupan pero que por ahora vamos a dejar en el tintero.

Hoy queremos hablar de ese maravilloso deporte que corre por nuestras venas, herencia de mi papá con quien compartí muchas veces frente al televisor partidos nacionales e internacionales, donde saboreaba, independiente a que fuera su Real Madrid o mi Barcelona, las buenas jugadas y aún más los goles.

Precisamente fue papá quien me llevó junto con mi hermano a conocer el mítico Estadio Nacional, una noche de miércoles, a inicios de los 70 del siglo pasado; en mi retina guardo el momento de subir por las gradas de acceso y mirar esa cancha iluminada, las graderías llenas, para un maicero que lo que conocía eran las canchas abiertas aun llenas de escobillas, la impresión fue increíble y 50 años después sigue presente. Recuerdo que jugaban esa noche, a primera hora Cartago contra San Ramon y a segunda hora, Saprissa contra Barrio México. Los cuatro habían llegado a las últimas instancias con poderosos equipos; San Ramón con jugadores como Carlos Losilla, Derbin Barboza, Ney López y dos uruguayos, Telmo Blanco y Jorge Santos, este último, uno de los mejores mediocampistas de los que han llegado al fútbol nacional. El Saprissa tenía un cuadro muy competitivo, en la portería Juan Gutiérrez, defensas como Heriberto Rojas, Juan León, en la media los hermanos Hernández, Chico y el Príncipe, Yuba Paniagua y Hernán Morales, adelante Guita Marín. A Barrio México se le conocía como el equipo canela, con Didier Gutiérrez en la puerta, los hermanos Salgados, Chinimba Rojas, el Macho Ovares y adelante el Pity Valle. Dejo de último al famoso “ballet azul”, donde la puerta la defendía el joven Víctor Monge, en la defensa creo que ya daba sus primeros pasos Magus Brenes, en la media cancha un par de uruguayos, el más reconocido Caritas Álvarez y uno de apellido García, que alimentaban una delantera de lujo integrada por el zurdo Leonel Jiménez y para mi gusto, el jugador más habilidoso que han visto mis ojos, el Garrincha tico, Wally Vangs, que tenía magia en sus pies y dejó a más de un zaguero, como quien dice, bailado y humillado, con el defecto que no era muy efectivo para concretar un gol. A pesar de que esa noche Cartaginés goleó a San Ramón 5-2, el domingo siguiente, como sucedió varias veces durante los 82 años de sequía, “se les quemó el pan en la puerta del horno”, cuando solo ocupaban un empate, cayeron por dos goles ante Saprissa. Me disculpo los nombres que no incluyo, porque estos me surgieron del baúl de mi memoria, no recurrí a ninguna crónica de entonces.

Hay otra frase que se acuñaron entre los fieles aficionados al club blanquiazul, si no sufre, no es Cartago y en realidad ha sido así, ¡tantas finales perdidas, tantas cartagadas!, incluso “bajar al infierno” cuando descendieron a la Segunda División y allá fue la afición a levantar al equipo y regresarlo a la Primera, las fieles barras como la del Mercado, que siempre tuvieron la esperanza de no ser uno más de los muchos brumosos que se durmieron en la paz eterna con la esperanza de ver a su equipo campeón.

Por eso está en su derecho el pueblo cartaginés de celebrar por lo alto este histórico campeonato, que duren los festejos como duran los de la Virgen de los Ángeles que llevan más de un mes, que hasta el cielo le llegue al Negro Sancho y a todos los aficionados ausentes el “VIVE, VIVE, CARTAGO VIVE”

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