Roberto Dobles
roberto.dobles@gmail.com
El término biomasa se refiere a la materia orgánica que ha almacenado la energía solar en la forma de energía química. La energía contenida en la biomasa, que es una fuente energética renovable, viene así en lo fundamental de la energía solar.
Las plantas y los animales absorben y almacenan una parte de la energía que viene del Sol directamente en la forma de energía o en los alimentos que los animales comen cuya cadena de alimentación se nutre de la energía proveniente del Sol.
El subsector de la biomasa está compuesto por muchas materias primas muy diferentes. Las condiciones de disponibilidad, los vectores de energía, las tecnologías de conversión de energía y la oferta y la demanda son muy diversas.
Sobre este tema, el estudio titulado “Renewables 2020 Global Status Report REN21” señala lo siguiente:
- “La bioenergía implica el uso de una amplia gama de materiales biológicos con fines energéticos. Estas se pueden convertir en energía térmica, electricidad y combustibles para el transporte (biocombustibles) a través de diferentes procesos. Existen muchas vías de bioenergía bien establecidas que están tecnológicamente probadas y para las cuales existen sistemas disponibles a nivel comercial. Además, las nuevas rutas se encuentran en etapas de desarrollo, demostración y comercialización”.
- “La biomasa aporta la mayor parte de la energía del suministro mundial de todos los recursos energéticos renovables. Proporciona energía no solo para calefacción y transporte, sino también para producir electricidad”.
De acuerdo con el estudio “Actualización de la encuesta de biomasa como insumo para su incorporación en la matriz energética de Costa Rica”, elaborado para la Secretaría de Planificación del Sub-Sector Energía (SEPSE) del Ministerio de Ambiente y Energía, las fuentes, los principales subsectores, las actividades y los tipos de biomasa actuales en Costa Rica con potencial energético son los siguientes:
- Sector agrícola: Café (pulpa, cascarilla, aguas residuales y leña de café), Arroz (granza, puntilla y semolina), Caña de Azúcar (bagazo, cachaza, melaza y residuos de campo), Palma Aceitera (fibra de mesocarpio, cascarilla de coquito y fibra de pinzote), Cítricos (residuos de cáscara de naranja), Piña (rastrojo y corona), Banano (pinzote y rechazo de banano), Melón (residuos de campo y de post cosecha), Coco, Cacao, Frutas (residuos de campo) Hortalizas (residuos de campo), Yuca residuos de campo y de agroindustria), Ñame y tiquizque (residuos), Palmito(residuos) y Macadamia (cáscara).
- Sector forestal: Aserraderos (aserrín, leña de aserradero y burucha), Ebanistería (residuos), Producción de Carbón Vegetal (residuos) y Plantaciones Forestales (residuos).
- Sector Pecuario: Ganado Porcino (excreta), Ganado Avícola (excreta), Ganado Lechero (excreta) y Ganado de Carne (excreta).
- Sector Industria: Industria Cárnica (residuos, lodos, aguas residuales, etc.), Procesamiento de Frutas (residuos), Láctea (lodos), Grasas y Aceites (residuos) y Jabonería (residuos).
- Sector Urbano y Municipal: Aguas Negras, Desechos Domésticos Orgánicos y Basura Orgánica (madera y jardines).
Este estudio confirmó que el bagazo de la caña de azúcar es la principal fuente de energía proveniente de la biomasa en el país y que “el principal uso del bagazo es energético (99%), principalmente, para autoconsumo en la producción de calor de proceso en calderas (calor de evaporación y cristalización del azúcar) y energía eléctrica (operación de los ingenios)”.
También confirmó que:
- “Las actividades cuyas biomasas ocupan los primeros 5 lugares de importancia (representando un 72% de la oferta energética bruta) son la actividad de caña de azúcar con un 20%, las actividades con bovinos en producción de carne y leche con un 17% y 14% respectivamente, la oferta de leña con 11% y la piña con un 10%. Lo anterior indica que existen biomasas que han recibido relativa poca atención desde el punto de vista de uso como energético, pues solamente las biomasas de la caña de azúcar generalmente han tenido un aporte importante en el balance energético del país”.
- “Las biomasas que más se aprovechan energéticamente son el bagazo de caña de azúcar, coquito de palma y fibra del mesocarpio de palma aceitera y la leña y aserrín de aserraderos, los primeros en autoconsumo y las biomasas de aserraderos en mercados energéticos establecidos”.
Contrario a lo que está pasando en muchos países del mundo donde la bioenergía está siendo una solución energética importante y a pesar del potencial que tiene el país en sus recursos biomásicos, la bioenergía se está convirtiendo en la gran perdedora en Costa Rica por falta de políticas apropiadas que incidan en la realidad.
De acuerdo con los datos del último Balance Energético Nacional, en el 2005 la biomasa representó el 19,6% del consumo energético nacional y en el 2019 representó el 12,4%.
Esta caída en el uso de la biomasa como fuente de energía se está acelerando. En el 2015 la participación de la biomasa en el consumo energético nacional fue del 16,0% y en el 2019 fue del 12,4%. Esta es una caída muy rápida en un período tan corto.
Como consecuencia de las políticas inapropiadas que no tienen impacto en la vida real y de los planes y discursos populistas con respecto al desarrollo de las energías renovables en el país, todas ellas han venido teniendo serios problemas y la biomasa no ha sido la excepción.
En el 2015 la electricidad generada con energías renovables tuvo una participación del 22,7% en el consumo energético nacional y en el 2019 fue del 22,3%, para una caída del 0,4% en este período.
Y si incluimos la electricidad y la biomasa juntas, en el 2015 la participación de las energías renovables en el consumo energético nacional fue del 38,7% y en el 2019 fue del 34,7% para una caída del 4,0% en este corto período.
Mientras tanto, en el 2015 los derivados de petróleo importados tuvieron una participación del 61,3% y en el 2019 fue del 64,4% para un aumento del 3,1%.
Estos datos oficiales muestran que el país sigue petrolizándose y carbonizándose, a pesar del discurso político que señala lo contrario, de los planes sin ningún efecto en la vida real y de que inclusive se emitió un decreto diciendo lo contrario.
El Decreto No 38537-MINAE (publicado en La Gaceta No 162 del 25 de agosto del 2014) indicó, entre otras cosas, que el Gobierno “ha declarado y reiterado su compromiso de NO al petróleo…”.
Pero dos semanas después, el 7 de setiembre del 2014, el Gobierno también indicó que “en los próximos 50 años, Costa Rica seguirá dependiendo de los combustibles fósiles aunque se desarrollen otras alternativas”.
Los datos oficiales muestran el Colegio de Geólogos de Costa Rica tuvo razón al señalar que el anterior decreto era más bien “un rotundo ‘Sí a los hidrocarburos importados’” y que se había promulgado sin “fundamento técnico y científico”.
La historia le dio razón a este colegio profesional, ya que del 2014 a la fecha las importaciones petroleras han venido creciendo aceleradamente como nunca antes y desplazando a las energías renovables nacionales.
A pesar de ser la actividad de la caña de azúcar la principal fuente de producción de biomasa, sólo dos ingenios de azúcar producen electricidad para inyectar al sistema eléctrico nacional debido a los obstáculos y trabas que se imponen a este tipo de desarrollo.
Mientras tanto, el país importa grandes cantidades de electricidad en los meses de verano a un precio muy superior al precio que se le paga a los generadores nacionales con biomasa.
Es casualmente en los meses de verano cuando la actividad de la caña de azúcar genera masivamente un alto potencial de bioenergía con su producción de biomasa como parte de su proceso agrícola y agroindustrial.
Pero aquí se prefiere importar electricidad más cara de Centroamérica que producirla nacionalmente con energías renovables, incluyendo la bioenergía.
El desarrollo de la biomasa en el país con fines energéticos también sería un gran apoyo a los Sectores Agrícola, Forestal, Pecuario, Industria y Urbano Municipal, pero este apoyo no se está dando.
Todo esto demuestra que las políticas vigentes en el país, por omisión y por acción en el mundo real, tienen un efecto nefasto que está conduciendo cada vez más a desaprovechar el potencial nacional de la biomasa como fuente de energía renovable y a convertir a la bioenergía en una gran perdedora, impulsando así las importaciones petroleras.