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Fernando Berrocal
Digo al pueblo costarricense y no a los intereses políticos transitorios, porque Luis Alberto fue el más fiel representante del “ser costarricense” en la Presidencia de la República, en uno de los momentos históricos más difíciles y complejos del país, después de la Revolución de 1948 y la Asamblea Constituyente de 1949, de la cual fue el parlamentario más joven, elegido por el Partido Social Demócrata junto al Benemérito Rodrigo Facio Brenes.
Es importante recordarlo, porque aun cuando Luis Alberto fue fundador del Partido Liberación Nacional y es uno de sus cuatro referentes ideológicos, junto a don Pepe, don Chico y Daniel Oduber, sus raíces social demócratas y la influencia social cristiana del Padre Benjamín Núñez y Monseñor Sanabria, en su formación intelectual y humana, siempre lo colocaron por encima de las diferencias político partidarias, pero igualmente en su relación y en sus negociaciones con la derecha y la izquierda de este país y los difíciles equilibrios frente a la geopolítica y la crisis política y militar de Centroamérica.
Especialmente, en las duras y críticas relaciones de los años ochenta del siglo pasado, frente a un sandinismo agresivo y dispuesto a todo y unos Estados Unidos decididos a intervenir en el conflicto regional y en llevarnos, como país, a un involucramiento y una confrontación en la zona fronteriza con Nicaragua.
De ahí su propuesta de Neutralidad en los Conflictos Bélicos y de ahí también que, en la hora cero, optó y no dudó en pedir la ayuda solidaria de la Venezuela democrática y amiga de aquel entonces, para que enviaran aviones de combate artillados a sobrevolar la zona fronteriza y el río San Juan, a la vez que se hiciera saber diplomáticamente a Managua que un acto de agresión sandinista contra Costa Rica, como querían los asesores militares cubanos, sería considerado un acto y una declaración de guerra contra Venezuela. Ahí se acabó aquella inminente invasión militar sandinista.
Pero además, liderando desde la Casa Presidencial al mejor equipo económico de aquellos años, con Carlos Manuel Castillo en el Banco Central, logró sacar al país de la peor y más profunda crisis económica y social de la segunda mitad del siglo XX, generando plena confianza en el sector privado, negociando directamente con los sindicalistas, fortaleciendo al cooperativismo, promulgando la ley del solidarismo y reconstruyendo la vía costarricense hacia el desarrollo integral, con crecimiento económico, justicia y equidad social.
Hombre humilde, sencillo y de pueblo, enorme corazón, humor a raudales, exquisita inteligencia emocional, gran negociador, lector infatigable y formidable orador, utilizó siempre la POLÍTICA para unir a nuestra sociedad y profundizar el sistema de vida en libertad y democracia. Nunca para sembrar odios ni divisiones insensatas y demagógicas entre los costarricenses
Este histórico honor al Expresidente Luis Alberto Monge lo exige el pueblo.
Que la próxima Asamblea Legislativa, entre lo primero que haga, sea remediar esta situación. Don Luis Alberto Monge Alvarez, es absoluto merecedor del Benemeritazgo.