Oscar Arias Sánchez
El 22 de setiembre de 1987 fui invitado a hablar ante el Congreso de los Estados Unidos, convirtiéndome en el único presidente de nuestro país en dirigirme a ese importante parlamento. En mi nuevo libro “Páginas de mi memoria” cito parte de ese discurso: “Quiero agradecer fraternalmente la invitación que se me ha hecho para hablarles en este día. A muchos de ustedes los conozco personalmente. A varios los he visitado aquí y otros me han visitado en Costa Rica, con lo que han demostrado un sincero interés por conocer nuestros problemas.”“La relación de nuestros dos países ha sido paradigma de amistad. A ustedes podemos decirles lo que pensamos, sin que necesariamente sea eso lo que quieren oír. Otro tanto hacen ustedes con nosotros. Es el diálogo de la amistad, el diálogo que no conoce la sumisión.”
“La historia de América Central es desgarradora. En estos años más de un millón de personas han sido desplazadas de sus hogares. Más de cien mil han muerto. Si grabáramos sus nombres en un muro, como grabados están aquí, en Washington, los nombres de los caídos en Vietnam, tendríamos que construir un muro tres veces más largo para inscribir a los centroamericanos víctimas de la violencia de estos años.”
“Démosle una oportunidad a la paz. Si luchamos juntos por la paz, la alcanzaremos. El camino es difícil. Pero ¿acaso ha sido fácil uno solo de nuestros caminos? Cuanto más difícil sea el obstáculo, más grande será la satisfacción de vencerlo. Como decía Séneca: ‘vencer sin peligro es ganar sin gloria.‘ Recobremos la fe en el diálogo. La derrota de la política es la guerra…”
El mundo entero sabe de mis discrepancias con los presidentes Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov. Ambos lucharon por una solución militar a los conflictos de nuestra región frente al Plan de Paz que mi gobierno presentó a los presidentes centroamericanos,
para que fuera a través del diálogo y la negociación que termináramos con la guerra.
Nunca ha sido fácil para un país pequeño discrepar con el gobierno de los Estados Unidos, y menos aún, cuando su presidente se comporta como un emperador romano, diciéndole al resto del mundo lo que debe hacer. En mis gobiernos Costa Rica nunca recibió órdenes de Washington, como si fuéramos una “República Bananera”.
Traigo esto a colación ante la visita a nuestro país del secretario de Estado Marco Rubio. Siempre he creído que los Estados Unidos es “una nación en búsqueda de un enemigo”. Hoy ese enemigo es China. El tener un supuesto enemigo les ha permitido alimentar la industria armamentista y justifica que hoy destinen un billón de dólares (un trillón para los estadounidenses) en armas y soldados.
Hasta el día de hoy nuestro gobierno ha obedecido, en torno a nuestra relación con China, las órdenes del presidente Joe Biden. Espero en Dios que esto no continúe con el nuevo inquilino de la Casa Blanca. Costa Rica es un país soberano y debe tener la dignidad de tomar las decisiones en su política exterior que más le convengan a nuestro pueblo.
– Expresidente de la República