Ágora*
Guido Mora
guidomoracr@gmail.com
Deseo retrotraer y analizar tres artículos que tuve oportunidad de leer la semana pasada y que son el reflejo de algunas de las situaciones que acontecen en Costa Rica.
Dos de esos artículos están relacionados con la realidad internacional y otro más, con la costarricense. Sin embargo, todos son aplicables a la situación política y económica que estamos viviendo, explican la crisis y lo más importante, someten a discusión algunos temas, que pueden constituirse en la punta de lanza destinada a superar la problemática política, económica y social que nos afecta.
El primero de ellos, un artículo publicado el pasado domingo en el diario español El País, escrito por el filósofo alemán Jürgen Habermas, intitulado ¿Hacia dónde va Europa?1, en el cual, después de analizar las perspectivas futuras -sociales, políticas, militares y económicas- de ese continente, resalta su preocupación porque “el egoísmo de la nación-Estado sigue vivo, e incluso más consolidado, gracias a las engañosas reflexiones de la nueva internacional populista de extrema derecha.”2 Como parte de esta situación, continúa el filósofo, la realidad europea “demuestra que los Gobiernos dan prioridad a sus intereses nacionales inmediatos, sobre todo cuantos más problemas tienen con la resaca del populismo de derechas en sus respectivos países… En Hungría, Polonia y la República Checa, ahora en Italia, y muy pronto en Austria, seguramente, esa vieja tensión se ha evaporado, sustituida por el nacionalismo abiertamente eurófobo”.3
El ascenso de la derecha es evidente y se acompaña de la profunda crisis política que sufren los partidos políticos socialdemócratas y de izquierda, cuyo más reciente fiasco lo protagonizó “el Partido Socialista Francés, que en las elecciones de 2017 pasó de la mayoría absoluta a obtener el 6% de los votos”.4
El incremento del apoyo de los electores a las posiciones extremistas, evidentes en “la llegada de machos alfa al poder se ha convertido en una epidemia. Y lo que es peor: esos líderes autoritarios, nacionalistas y xenófobos gozan de un gran apoyo de sus electores, convencidos de que esos hombres fuertes les guiarán adecuadamente en estos tiempos de zozobra pese a que sus métodos incluyen recortes de derechos y libertades que ponen en riesgo el modelo democrático”.5
Por su parte, los partidos socialdemócratas no sólo han perdido su norte, sino que, tal como lo señala Habermas, carecen de la capacidad de “diseñar y ejecutar políticas orientadas a contener y reducir los desequilibrios económicos que causan las desigualdades entre los miembros de la Unión Europea… que defienda la construcción de una unión del euro… y que planteen objetivos de largo alcance como acabar con la evasión fiscal e imponer una regulación más estricta de los mercados financieros”.6
Desde la perspectiva de Ania Skrzypek “debates como la migración o la mundialización han debilitado a los socialdemócratas frente a sus electores tradicionales… La globalización se ha presentado como un debate entre apertura y cierre. Los liberales lo tienen claro: hay que abrirse al mundo y los populistas también, en el bando contrario. Pero los socialdemócratas se han mostrado tibios o ambiguos”.7
Habermas de manera contundente sentencia que, “si los socialdemócratas definieran claramente sus posiciones, podrían apartarse de los enrevesados objetivos liberales y neoliberales del “centro”. La decadencia de los partidos socialdemócratas se debe a su indefinición. Nadie sabe ya para qué son necesarios. Porque los socialdemócratas ya no se atreven a emprender el control sistemático del capitalismo justo en el nivel en el que los mercados se desmandan… Lo que me preocupa, más en general, es el fenómeno no explicado de que los partidos políticos establecidos en Europa no quieran o no sepan construir programas en los que queden inequívocamente diferenciadas unas posiciones y opciones que son cruciales para el futuro del continente”.8
Este fenómeno de indefinición acerca a la izquierda a los temas planteados por los partidos de centro, ante el fracaso de las propuestas progresistas, resta fuerza a las propuestas de izquierda y minimiza el impacto de las medidas políticas y económicas, que volverían a generar las diferencias y consecuentemente, el respaldo popular que se ha suscitado en países como Portugal, en donde las propuestas, sin ser extremistas, han permitido impulsar el crecimiento económico con distribución de la riqueza.9
Bien lo había planteado ya Norberto Bobbio que izquierda y derecha son términos relativos: “son dos conceptos espaciales, no ontológicos (…) El hecho de que representen una oposición quiere decir simplemente que no se puede ser las dos cosas a la vez, pero no dice nada del contenido de las dos partes contrapuestas. La oposición permanece, pero los contenidos de ambas partes pueden cambiar”.10
El acercamiento de la izquierda al centro, no es sino el resultado del contexto político prevaleciente y de la incapacidad de los partidos progresistas, de diseñar alternativas que frenen el avance del conservadurismo y el autoritarismo, tan de moda por estos tiempos. Es el producto de la incapacidad de imaginar y formular alternativas que generen esperanza e ilusión en grandes masas de votantes, de todos los estratos sociales.
Esta indefinición la encontramos también en la política costarricense, en donde la socialdemocracia, por pretender quedar bien con todos, no queda bien con nadie. Ha perdido sus alianzas políticas y económicas y no logra encontrar un norte al que apuntar.
El segundo artículo, a que quiero hacer referencia, está vinculado con la decisión de Victor Manuel López Obrador, presidente electo de México, de recortar los salarios en el sector público, medida anunciada en el mes de julio pasado. El análisis que realiza Ricardo Haussmann11, señala que “la medida fue tomada con gran satisfacción por millones de personas, porque reduce los sueldos de los escalafones más altos de la administración pública, incluido el del mismo Presidente, imponiendo un tope de US$5.707 mensuales… esta decisión demostraba el compromiso de AMLO con la austeridad fiscal y la igualdad de ingresos”.12 Sin embargo, tal como lo señala el mismo autor, disminuye el atractivo de trabajar en el sector público y, por ende, deteriora la calidad de los servidores, que se desempeñan en los puestos de la burocracia. Continúa afirmando que “en general, los gobiernos pagan a sus empleados significativamente más, en promedio, que el sector empresarial privado, porque servicios gubernamentales como educación, cuidado de la salud, justicia y administración, suelen exigir una formación más alta. En consecuencia, los empleados públicos tienen niveles de escolaridad bastante superiores –cuatro años más, en promedio, en México–. Pero, incluso si se controla esto, un estudio realizado por el Banco de Desarrollo de América Latina CAF muestra que en esta región los salarios medios son más altos en el sector público. En México, en 2012, la remuneración de los empleados gubernamentales era el 13,5% más alta que la del sector privado”.13 Lo mismo sucede en Costa Rica y responde a las mismas razones que señala Haussmann: hay actividades que realiza la burocracia, que requieren estudios universitarios o formación especializada, que se obtiene sólo mediante una mayor formación académica.
Siguiendo esta lógica, la tentación de caer en el discurso populista puede conducir la reducción y debilitamiento irracional e inconveniente del aparato de estado que, en concordancia con lo propuesto por los neoliberales y los neopentecostales, busquen fortalecer la “mediación y participacion” del mercado y de otras formas de vinculación político-religiosa en estos procesos, en concordancia con lo que proponen las sectas religiosas, aliadas de las concepciones neoliberales.
Tal como lo señala el Informe del Estado de la Nación el retiro o la reducción de las transferencias sociales, prácticamente duplicaría el nivel de la pobreza en Costa Rica.14 Es por esto que se requiere un estado fuerte, con recursos suficientes de diversa índole, que atenúe el impacto del mercado, sobre todo en los grupos más vulnerables de la sociedad.
Finalmente, hacemos referencia al artículo de Luis Mesalles15, quien de alguna manera hace referencia a la Curva de Laffer16, en referencia a la posibilidad de que frente a una reforma fiscal extremadamente progresiva, los más ricos puedan buscar formas para evadir el pago de impuestos, o los impuestos los desmotiven para invertir, lo cual perjudica en la estructura laboral, a los grupos de menores recursos, por la ausencia de fuentes de trabajo, como resultado del recorte de la inversión y por ende, prolongar la crisis y posponer indefinidamente el proceso de reactivación económica.
Continúa señalando Mesalles, que “una gran desigualdad en la distribución de los ingresos usualmente es considerada negativa para un país. El grupo de personas rezagadas disminuye el potencial de crecimiento de la economía en el futuro. Las diferencias de ingreso, además, suelen aumentar las tensiones sociales y, con ello, perjudican la convivencia armoniosa de la sociedad… Es por esto que muchos países buscan aumentar la eficiencia en la economía para con ello generar más riqueza, que finalmente se refleje en más recaudación de impuestos… Luego, lo que hay que buscar es la igualdad de oportunidades, no necesariamente de ingresos. Se trata de, por ejemplo, mejorar la calidad de la educación para que con ello los jóvenes mejoren sus capacidades para participar en las actividades dinámicas de la economía; mejorar las condiciones de atracción de inversiones para las zonas rurales; trabajar en los aspectos que impiden una mayor participación de las mujeres en la fuerza laboral; aumentar el nivel de competencia en lo privado; y eliminar privilegios en lo público para evitar que pequeños grupos obtengan rentas y privilegios desproporcionados en comparación con el resto de la población”.17
Desde esta perspectiva, “el bienestar del mayor número”, que es el objetivo final de la política socialdemócrata -costarricense-, se sustenta, no sólo en la posibilidad de reducir las diferencias en el monto de los ingresos, que puede ser un objetivo primario sino, más importante aún, en potenciar la igualdad de oportunidades para todos los habitantes de nuestro país.
Pasa definitivamente por diseñar programas de formación técnica y profesional, que por una parte motiven a los estudiantes a permanecer dentro del sistema educativo y por otra, exigir a las autoridades respectivas para que construyan una oferta curricular que satisfaga las expectativas del mercado laboral actual y el del futuro -mediante la aplicación de técnicas de prospección-.
Es indispensable también, que los muchachos puedan contar con el apoyo de sus hogares y, cuando estos carezcan de posibilidades económicas, pueda ofrecerse el apoyo estatal, que les permita mantenerse vinculados al sistema educativo y contar con los recursos económicos que le provean de los bienes y servicios necesarios durante el tiempo en que realizan sus estudios profesionales.
La promoción de oportunidades también tiene que ver con el impulso y el acompañamiento de emprendedores, de manera que puedan impulsar sus micro y pequeñas empresas, para generar ingresos para ellos, sus familias y el entorno social en que se desenvuelven. Esta última consideración merece especial atención, más cuando señala el informe del Estado de la Nación para el 2018 que, con el fortalecimiento de iniciativas destinadas a la incorporación de las mujeres en el mercado laboral, se reduciría en más de un 50% la desigualdad en Costa Rica.
Nuestro país no está exento de la amenaza populista y conservadora. Los líderes de los partidos democráticos no pueden dejar envolverse por cantos de sirena y seguir “rodando la pelota, mientras se aclaran los nublados del día”.
Para que los partidos democráticos en general y los representantes socialdemócratas en particular no cedan los espacios a los populistas conservadores, es importante que salgan del campo de las indefiniciones y comiencen a asumir responsabilidades y compromisos con los costarricenses. Deben abandonar sus espacios de confort y el estado de conformismo en que se han sumergido y, de una vez por todas, volver a diseñar y proponer medidas acertadas e inteligentes, destinadas a combatir la crisis económica en que nos ha sumido el neoliberalismo y sus actuales representantes religiosos.
Me parece -y será material de otro artículo-, que algunas de las conclusiones del Congreso Daniel Oduber Quirós, abordan esta problemática y que sus recomendaciones se orientan a atender esta situación social, económica y política.
Ya es suficiente de indefiniciones, no hay mucho más allá, la hora de la verdad está frente a nuestras narices. O los socialdemócratas diseñan propuestas comprometidas y atractivas para los electores, o el proceso de erosión continuará y, como señalaba Polibio, de repente nos encontremos sumidos en la oclocracia18, que es el último estado de la degradación del poder, o sea, la degeneración de la democracia, cuando la muchedumbre -y no el pueblo-, alimentado por el rencor y la ignorancia, es manipulado y decide sin información.
Notas
1. https://elpais.com/internacional/2018/11/16/actualidad/1542373515_267593.html
2. Ibid.
3. Ibid.
4. Cañas, Gabriela, La derecha europea se asoma al fracaso. El resultado más peligroso de los errores de los conservadores es la asunción de los postulados populistas para conservar el poder, en el Diario El País, 27 de junio de 2018, https://elpais.com/elpais/2018/06/26/opinion/1530036106_213507.html
5. Yárnoz, Carlos, Las urnas premian a los machos alfa. Los líderes autoritarios, nacionalistas y xenófobos gozan de un gran apoyo entre el electorado, en el diario El País, 7 de octubre de 2018.
6. Habermas, Ibid.
7. Skrzypek. Ania, La socialdemocracia pierde terreno en toda Europa. Portugal es la excepción a un declive propiciado por la austeridad y el populismo, investigadora de la Foundation for European Progressive Studies, diario El País, 2 de octubre de 2017, https://elpais.com/internacional/2017/10/02/actualidad/1506965502_021757.html
8. Habermas, Ibid.
9. Abellán, Lucía, La socialdemocracia pierde terreno en toda Europa. Portugal es la excepción a un declive propiciado por la austeridad y el populismo, diario el País, 2 de octubre de 2017. La socialdemocracia se desdibuja en toda Europa. Las políticas de austeridad que aplicaron —también— Gobiernos socialistas y la irrupción de opciones populistas en el mapa político han alejado al votante de la izquierda moderada. Solo Portugal parece escapar a esa maldición, que en pocos años ha desbancado a los socialistas del poder en los principales países de la UE. Para recuperarlo, esos partidos de izquierda ensayan un difícil equilibrio que les permita abandonar la tierra de nadie en que viven. Consiste en distanciarse de las políticas conservadoras sin caer en la retórica antisistema. https://elpais.com/internacional/2017/10/02/actualidad/1506965502_021757.html
10. – Bobbio, Norberto, Derecha e Izquierda, razones y significados de una distinción política, Pág. 129. http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2016/07/doctrina43870.pdf
11. Haussmann, Ricardo, Cómo no luchar contra la desigualdad de ingresos, https://www.almendron.com/tribuna/como-no-luchar-contra-la-desigualdad-de-ingresos/
12. Ibid.
13. Ibid.
14. INFORME ESTADO DE LA NACIÓN EN DESARROLLO HUMANO SOSTENIBLE 2018, Resumen, pág. 20.
15. Mesalles, Luis, Letras de cambio: Cómo atacar la desigualdad, La Nación, 17 de noviembre de 2018, https://www.nacion.com/opinion/columnistas/letras-de-cambio-como-atacar-la-desigualdad/FU4BYE6SI5BLNOBJRBJOEEOF7U/story/
16. En su curva, Laffer expresa que entre los 2 puntos, donde la recaudación es igual a 0, habrá un tramo ascendente con niveles bajos de impuestos y otro descendente con niveles más altos donde habrá un máximo de recaudación, y tanto a la izquierda como a la derecha de éste máximo la recaudación será menor que en el máximo. Encontrar los puntos de equilibrio donde los impuestos no perjudican una economía es muy complicado, depende de muchos factores y varía de un país a otro. Hallarlo es un objetivo deseable ya que permite a los gobiernos e instituciones saber si deben bajar o subir un impuesto para configurar una determinada política fiscal, que aumente recaudación al mismo tiempo que no ahogue a los contribuyentes. https://es.wikipedia.org/wiki/Curva_de_Laffer
17. Ibid.
18. La palabra oclocracia viene del griego ὀχλοκρatίa («ochlokratía», poder o gobierno ejercido por la muchedumbre, poder de la masa populacho) que se compone de ὄχλος (ochlos, masa, muchedumbre agitada, gentío, populacho), la raíz de κράtος («krátos», poder, fuerza, dominación, también dominación política) y el sufijo -ía de cualidad.
La palabra griega ὄχλος pertenece a una familia léxica que conlleva la idea de poner en movimiento y se relaciona con ὄχος («ochos», vehículo), asociándose al grado o de la raíz indoeuropea *wegh- (ir, mover o transportar arrastrando), que da en latín los verbos vehere (transportar), de donde vector y vehículo y vexare (agitar, maltratar arrastrando), de donde vejar y vejación. La palabra griega κράtος, que también nos genera vocablos como democracia, aristocracia, gerontocracia, teocracia y burocracia, se asocia a una raíz indoeuropea *kar- (duro, fuerte). La palabra griega ὀχλοκρatίa es empleada especialmente por los historiadores Polibio (s. II a.C.) y Plutarco (s. I-II d.C.), y está bien teorizada tanto por ellos como después en la teoría política occidental. En ningún momento se refiere al poder político de la mayoría de un pueblo, sino a una degeneración resultante del uso de la demagogia que en nada tiene que ver con un poder mayoritario democrático, de un pueblo organizado políticamente, y sería la obtención del apoyo político de las masas por parte de grupos, dirigentes o élites que las utilizan en beneficio del ascenso propio, mediante promesas propagandísticas y manipuladoras que saben halagar las aspiraciones inalcanzables del pueblo, o la irracionalidad incluso de un pueblo ignorante, también a veces mediante el desarrollo de fanatismos ideológicos, adhesiones de fe, miedos u odios bien promovidos, etc. El ὄχλος sería lo contrario a un pueblo organizado y más bien una masa manipulable. El concepto de oclocracia coincide aproximadamente con lo que también llamamos populismo.
* El Ágora era el centro de la actividad política, administrativa, comercial y social de la antigua Atenas.