Vía costarricense
Johnny Soto Zúñiga
El debate sobre la relación entre la Religión y la Política está abierto en nuestro país; hace algunas legislaturas hemos observado que han quedado electos diputados representantes de las denominaciones cristianas evangélicas; por cuanto es conocido que la Iglesia Católica por ser la religión oficial del Estado, no pueden participar directamente dentro del sistema de partidos políticos conforme a la Constitución Política y el Código Electoral. En realidad mezclar la Fe religiosa o creencias con las ideas en la política no es nuevo; por cuanto una serie de principios por los que se guían los gobernantes podrían estar basándose en temas o formas de pensar de origen religioso. Desde tiempos del Imperio Romano existía una anarquía y el Catolicismo ayudó a terminar con esta anarquía a través de la Iglesia.
Recordemos el Renacimiento en Italia; que para el siglo XV se había extendido a la mayoría de seglares como eclesiásticos; sin embargo predominaba la autoridad tanto en la antigüedad o en la doctrina de la Iglesia. Tuvo enorme influencia las ideas de San Agustín con la Ciudad de Dios; y se fue expandiéndose una nueva filosofía; y así fue cambiando la solidez del Imperio Romano como generadores del Derecho. Durante la historia Los reyes y los sacerdotes han gozado del mutuo apoyo para ejercer el poder. Incluso el poder temporal del Papa y sus métodos en los siglos XIV y XV, despojaron al papado de autoridad espiritual. Es importante señalar el conflicto entre el Concilio de Basilea y el Papa Eugenio IV (1431-1437). Se dice que los italianos tomaron en serio la cultura, pero no la moral ni la religión; existieron muchas transgresiones éticas que podrían llamarse pecados. Se incrementó el humanismo y por ende el ejercicio del poder político.
Es claro que a partir del siglo XVI se realiza el desarrollo del moderno Estado nacional; incluso el Estado feudal, que tenía su base en vínculos personales; pasa a ser un Estado basado en los territorios; donde la influencia del rey concentra el poder y a su vez en su corte. Los nobles tienen que pelear por ocupar un puesto en la corte; con el fin de seguir conservando el poder económico y político; para esto tenían que estar en buenas relaciones con el monarca; y hubo cierta competencia para tener el poder político. Con la conformación de la corte se abrió una nueva cultura de negociación y buenos tratos, y no como antes que reinaba la prepotencia de los “Castillos”; desde donde mandaban los nobles; ahora se imponía conversar, negociar, en fin ser cortés con los demás y establecer simpatías; algo más parecido a la política moderna.
Bertrand Russell afirma claramente sobre esta época así: “El Renacimiento no fue un movimiento popular, fue un movimiento de un pequeño número de eruditos y artistas, alentado por protectores generosos, especialmente los Médici y los papas humanistas. Si no hubiera sido por estos protectores hubiera logrado un éxito muchísimo más pequeño. Petrarca y Boccaccio, en el siglo XIV, pertenecen mentalmente al Renacimiento, pero, debido a las diferentes condiciones políticas de su tiempo, su influencia inmediata fue menor que la de los humanistas del siglo XV. La actitud de los humanistas del Renacimiento respecto a la Iglesia es difícil de caracterizar con brevedad. Algunos eran librepensadores declarados, aunque incluso éstos recibían usualmente la extramaunción, haciendo las paces con la Iglesia cuando sentían aproximarse la muerte.” (Historia de la Filosofía. Bertrand Russell. Pág. 547)
También se señala que para el siglo XV, el Renacimiento italiano irradió su influencia sobre Alemania, especialmente en las ciudades del sur; donde existía un fuerte tráfico comercial en ciudades más allá de los Alpes; y si dio mucha semejanza; por ejemplo en Florencia el imperio financiero eran manejado por los Médici; en Augsburgo dominaban los Fúcar; manejaban la minería y los metales preciosos del Viejo y del Nuevo Mundo. Después vino la famosa Reforma impulsada por el alemán Martín Lutero, que tradujo sus 95 tesis del latín al alemán; un 31 de octubre de 1517; ahí inicia la era de los protestantes que se oponían a los dictados de la Iglesia Católica; incluso Lutero colgó un cartel en la puerta de la Capilla del castillo de Wittenberg con sus tesis.
Dietrich Shwanitz afirma que: “El desencadenante de la Reforma llegó de Roma. El papa León X, de la familia de los Médici, necesitaba dinero para la Basílica de San Pedro, por lo que hizo que sus vendedores de indulgencias recorrieran todo el país. Eran monjes mendicantes que vendían a bajo precio certificados papales en los que se concedía el perdón de los pecados. Los príncipes no veían con buenos ojos que saliese tanto dinero del bolsillo de sus súbditos para ir a parar a las arcas del Santo Padre. Éste sólo logró convencerles de que permitieran el comercio de indulgencias haciéndoles partícipes de los beneficios, pero se olvidó de Federico el Sabio quien, haciendo honor a su apodo, prohibió el comercio de indulgencias en Sajonia. Hubo, no obstante, un vendedor muy hábil llamado Tetzel, un monje dominico, que se situó prácticamente en la frontera sajona, adonde acudía la gente de la cercana Wittenberg y escuchaba su reclamo: “En cuanto el dinero suene en la cesta, el alma sube al cielo”, y sus oyentes compraban.
Como no estaban seguros de que los certificados fueran también válidos desde un punto de vista teológico, corrieron a la Universidad de Wittenberg para que un profesor confirmara la validez de las indulgencias. El tal profesor se negó a dar su visto bueno: su nombre era Martín Lutero; hijo de un minero, quería estudiar derecho, pero antes de comenzar sus estudios sufrió una crisis y, durante una tormenta, se prometió a sí mismo que, si lograba sobrevivir, consagraría su vida a la Iglesia. Después ingresó en un convento de agustinos, intentó librarse de su sentimiento de culpa mediante la ascesis, ayunó casi hasta morir y finalmente, en este estado de agotamiento, tuvo una vivencia salvífica: leyendo un pasaje de San Pedro, se convenció firmemente de que lo que puede salvar al hombre no son sus buenas obras, sino únicamente la fe en la gracia de Dios.” (La Cultura. Dietrich Shwanitz. Págs. 101 y 102)
Finalmente, lo anterior es apenas una pequeña reseña de la historia de la religión, desde la época más estructurada con los tiempos del Renacimiento y la época moderna; para comprender el desarrollo del Estado moderno como lo tenemos en la actualidad; y su relación con la política; donde se puede afirmar que tanto la Iglesia Católica como los grupos religiosos de otras denominaciones (llamase cristianos evangélicos y protestantes); que han incursionado dentro de la política; son parte de la influencia sobre el Estado y la sociedad en general. Existen países donde reina la teocracia; y otros países occidentales donde la Iglesia Católica es la religión del Estado; y si no las diversas denominaciones religiosas ejercen su influencia de cómo debe ser la administración de la sociedad, sus usos y costumbres, el tema de la familia, las relaciones sexuales, la educación y cultura. Todos estos aspectos estaremos tratándolos en otros artículos para comprender de como existe una verdadera relación entre la religión y política a través de los tiempos hasta nuestra época moderna y si es conveniente o no.