Monólogos con Pelé *
Lina Barrantes Castegnaro
Hace algunos meses, Rolando Araya me preguntó si yo creía que Oscar Arias volvería a presentar su nombre como candidato a la Presidencia de la República. Mi respuesta en ese momento y durante todos estos meses de dubitativo diálogo con la almohada de parte de Arias, fue que yo creía que no.
Todo político es vanidoso, mas allá de lo que lo somos la media de los seres humanos, sin esa característica de personalidad, no podrían enfrentar su actividad cotidiana. Son como los artistas: un componente importante de su oxigeno es el aplauso del público. Ahora, no toda vanidad es igual. La de Oscar Arias, es una enorme vanidad histórica. Oscar Arias, tiene conciencia de lo que ha hecho en su vida. Tiene conciencia (sería difícil no tenerla con su nivel de reconocimiento internacional) de que es uno de los personajes mundiales de este siglo. Sabe que su nombre tendrá un peso en la historia mucho mucho mas allá de las redes sociales y noticieros locales, y de los comentarios de dirigencia media de los partidos políticos costarricenses.
Por eso me resultó siempre difícil creer que presentaría su nombre para aspirar a un tercer mandato. Si bien es cierto ser Presidente de su país tres veces ha de ser muy honroso, para un hombre como Oscar Arias, lo mas importante no es el símbolo que significan esas tres veces, sino mas bien trascender ese símbolo.
Desde muy joven, su vida estuvo orientada a la política. Su meta, de adolescente era ser Presidente de la República. Sin embargo, ya en 1985, escogió un rumbo claro de cómo lo sería y de para que lo sería. El éxito de ese rumbo fue asombroso. Personalmente cuento a menudo la anécdota de un día de octubre, viendo el noticiero de las 7 de la mañana en Paris, desde mi cama, con aquel frio de las mañanas de otoño, cuando el presentador del noticiero introdujo una noticia diciendo: “El Presidente desconocido de un país desconocido acaba obtener el Premio Nobel de la Paz 1987”. Si fuera una película yo pondría esa escena del presentador, y pondría luego la de la Primera Conferencia de los Estados Parte del Tratado de Comercio de Armas, con todas las delegaciones de pie aplaudiéndolo y agradeciéndole haberle dado al mundo un tratado que puede cambiar nuestro destino, esto ultimo fue en 2015.
Cuando regresó a al política activa, 20 años mas tarde, lo recuerdo sentado frente a mi escritorio en mi cubículo en la Fundación Arias contándome que quería volver para hacer algunas cosas, su listado entonces era: el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, la apertura de relaciones diplomáticas con China, y el cambio de la sede de la Embajada de Costa Rica en Israel de Jerusalem a Tel Aviv. También, dijo entonces, podríamos darle un impulso al Tratado de Comercio de Armas. Hizo todas esas cosas. En mi opinión personal, hay otras tanto o mas importantes, como la creación del SINEM, de Avancemos, de la Universidad Técnica Nacional, para solo citar algunas, pero no importa, cumplió con las que el creía eran una deuda suya con Costa Rica.
Durante estos meses, ha venido conversando con su almohada. Ha venido sopesando en el fondo de si mismo si volver a presentar su nombre para la Presidencia de la República. En su documento para la historia, expone tres razones que lo impulsan a no hacerlo, una de ellas es si es este el momento en el que se puede hacer algo por Costa Rica. Por eso las consultas con diferentes sectores, por eso las reuniones con diputados, y demás actores.
La otra, es su convicción de que la función del líder, es crear nuevos liderazgos. Ser Presidente por tercera vez, significa para el, obstaculizar el crecimiento de los jóvenes. “no estoy pensando en los próximos 4 años estoy pensando en los próximos 40” dijo.
Su tercera y última razón, es que considera que puede seguir teniendo influencia y dando opiniones sin estar sentado en la silla presidencial.
Llegar a la Presidencia para tener una plaquita en su foto en el salón de ex presidentes con tres mandatos, tiene poco sentido para un hombre cuyo destino ha estado marcado por su carácter desde el principio de su carrera, y su carácter lo ha conducido a metas muy claras siempre.
Por eso cuando la gente en redes sociales, ha dicho durante estos meses, que Oscar Arias quiere ser presidente por tercera vez por vanidoso, el comentario me ha hecho gracia por que justamente esa era la razón –en mi lectura- por la que no lo sería. Teniendo todas les encuestas a favor, viviendo este país una crisis de liderazgo como la que vive, Oscar Arias, decide no volver a ser Presidente, y si, justamente lo decide por vanidoso. Por que tiene una enorme vanidad histórica, que es la que tiene el líder de verdad, que lo hace querer ser presidente para gobernar y no para administrar, como el mismo lo dice, por que su lugar en la historia está garantizado, sin necesidad de aspirar a un tercer mandato, y por que en ese transitar por la historia de Costa Rica, puede hacer cosas mucho mas trascendentes que sumar tres valiosísimos diplomas del Tribunal Supremo de Elecciones designándolo Presidente de la República. Una de ellas y el lo sabe, es hacer un llamado a los jóvenes de este país para que entren en el servicio público. Llamado que conlleva, sin él decirlo, a hacer uno a los viejos a dejarnos de vanidades estúpidas, y abrir camino a nuevas generaciones.
Las tres razones expuestas el lunes en la noche por el ex presidente Arias, son razones de vanidad, pero de vanidad histórica de la que tienen los verdaderos líderes.
* Pele fue mi perro, un beagle. Durante 10 años, escuchó pacientemente las reflexiones que de vez en cuando decidí poner en blanco y negro. Por su complicidad, decidí poner este nombre a la columna.