Desde la Mina
Mauricio Castro Salazar
mauricio.castro@costarricense.cr
Puse toda la atención que pude a las olimpiadas en mi casa en La Mina, en Santa Ana, realmente me gustan y me interesan, traté de ver todo lo que pude e incluso “googlié” nombres, deportes y situaciones para profundizar y tener más información, realmente pasé entretenido y aprendí mucho.
Me sorprendió muchísimo que pasaran tantas horas de voleibol de playa femenino, no es de los deportes que me gustan, me parece entretenido pero nada más. Al oír los comentarios y ver “las tomas” a las jugadoras supuse que pasaban tantas horas de voleibol de playa por lo atractivas que eran las jugadoras, pero de inmediato me dije: “no, eso no es posible, quizás hace unos 20 años sí, ahora no…”
Luego empecé a notar comentarios sobre lo bueno que eran los hombres y lo atractivas que eran “las damas”, o lo fuerte que eran ellos y ellas solteras… al extremo que un periódico en España tituló las “buenorras” de Río y fue tanta la crítica que lo cambiaron a las “olímpicamente atractivas”.
Noté el destaque de las actividades masculinas y el poco realce a las actividades femeninas. El despliegue a Phelps (que se lo merece) y algunos comentarios y poco destaque a Katie Ledecky, que resultó ser una máquina o a Simone Manuel, primera afrodescendiente en ganar una medalla de oro.
Cada vez más oía comentarios sobre la atractiva jugadora del equipo femenino de voleibol de Brasil (ya no de voleibol de playa), luego de las nadadoras, de las clavadistas y luego empecé a leer críticas en redes sociales y en algunos periódicos en hacían ver los comentarios machistas que se hacían.
Estaba convencido que eran los comentaristas mexicanos y españoles los que hacían esos comentarios y oh sorpresa, también en periódicos gringos e ingleses empecé a leer las mismas críticas: el realce a la habilidad y destreza masculina, y el realce a la figura femenina. El destaque a las medallas masculinas y el relleno de un programa con medallistas femeninas.
El extremo llegó con la jugadora de bádminton de España, Carolina Marín, ganadora de la medalla de oro: loas y fotos al entrenador y pocos comentarios sobre la ganadora de la medalla. “Puchis esto sí que es el acabose”—me dije.
La Universidad de Cambridge analizó 160 millones de palabras utilizadas para comentar las olimpiadas en distintos medios (redes sociales, periódicos, blogs) y concluyó que los hombres recibieron 3 veces más espacio que las mujeres, y las palabras más usadas para las mujeres fueron: edad, embarazada y soltera y para los hombres: rápido, fuerte y fantástico.
¿Cuántos siglos más tendrán que pasar para cambiar la mentalidad que prevaleció en las Olimpiadas?