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Carlos Revilla Maroto
Se cumplieron este 12 de marzo, 68 años del inicio de la Revolución del 48. Ese día de madrugada don Pepe se alzó en armas contra el gobierno de Teodoro Picado y los calderocomunistas desde su finca «La Lucha Sin Fin». Se ejecutó el llamado «Plan Maíz», que era básicamente la toma de la ciudad de San Isidro de Pérez Zeledón, con la intención de apoderarse del aeródromo de la localidad y algún avión y así poder tender un puente aéreo con Guatemala, de donde venían las armas para los revolucionarios. Hay que recordar que en aquel entonces, aún no había carretera, la interamericana estaba en su fase final de construcción, por lo que el medio de comunicación normal era por avión.El plan se ejecutó brillantemente y los rebeldes se apoderaron de la ciudad, y no de uno, sino de tres aviones locales (DC-3 de TACA). Ese mismo día a las 11 a.m. despegan del aeropuerto de San Isidro dos aviones piloteados por Otto Escalante y Guillermo “Macho” Núñez rumbo a Cipresales, Guatemala. Al día siguiente regresan los aviones con las armas y los militares extranjeros, entre ellos Miguel Angel Ramírez, Horacio Ornes y Francisco Morazán.
Hay una anécdota de este viaje, que es cuando estaban en Guatemala cargando los aviones, por esa «novatada» de los ticos en estas lides de guerras, cargaron inicialmente un avión con las armas y el otro con las municiones. No más habían terminado con la ardua labor, un militar guatemalteco vio lo que habían hecho y los mandó a bajar todo y cargarlos de nuevo, esta vez cargando los aviones mitad y mitad de armas y municiones. Esto explicó, por si acaso derribaban un avión, no se quedarán solo con las armas o municiones. Algo muy sensato por cierto.
San Isidro estaba en manos rebeldes y por ahí llegaban las armas. El gobierno ante está situación, vio la necesidad de recuperar la ciudad para acabar con el puente aéreo, y terminar de una vez por todas con la revuelta. Para esto organizó lo que se conoce como la «columna liniera» que eran unos 300 soldados de la zona sur-sur del país —como se dice ahora— básicamente de Golfito y alrededores. Estos eran casi todos, trabajadores bananeros y nicas. El comandante era un militar nicaragüense, a quién le decían el General Tijerino, y que en realidad se llamaba Somarribas Tijerino, pero todos usaban solo su segundo apellido. Era General y había luchado a la par de Sandino en Nicaragua. El jefe político de la columna era Carlos Luis Fallas (Calufa), el autor de Mamita Yunai, connotado comunista, y una persona a la que hay que reconocerle su valor y coraje, además del trato humanitario a los prisioneros.
La columna zarpó de Puerto Cortés hacia playa Dominical, y de ahí enrumbaron hacia San Isidro, con la idea de recuperar la ciudad; más o menos siguiendo la ruta actual entre San Isidro y Dominical.
La ciudad fue sitiada y los rebeldes se atrincheraron en el parque de la localidad, a la espera de refuerzos desde el cuartel general del Ejército de Liberación Nacional, ubicado en Santa María de Dota.
El episodio del sitio de la ciudad se conoce como el de los «Héroes de la trinchera», pues 24 valientes resistieron el asedio de las hordas enemigas totalmente rodeados, durante 36 horas que se hicieron eternas, mientras llegaban los refuerzos. Los rebeldes sabían la importancia estratégica de la ciudad en ese momento, y que bajo ninguna circunstancia debía caer en manos del enemigo, porque hubiera significado seguramente la derrota y fracaso de la revolución.
Cuentan que a la hora de cavar las trincheras, de nuevo por novatada, las hicieron en línea recta, y fue un cura alemán que estaba en la ciudad quien les dijo que la forma de hacerlas era en zig-zag, esto para evitar que el enemigo entrara, y de un solo pudiera matar a todos. También repetían en voz alta, en forma secuencial, un número, y lo hacían en ambos sentidos para estar alertas y no dormirse, lo cual hubiera sido fatal, teniendo al enemigo a menos de 100 mt de distancia, y al que solo mantenían alejado a punto de balas y granadas.
Las pocas provisiones que tenían se les acabaron y ya escaseaban las municiones. Sin embargo resistieron de una forma heroica y lograron mantener a raya al enemigo, que no pudo completar la toma de la ciudad. Los refuerzos llegaron y lograron rechazar al enemigo, que terminó saliendo en desbandada, después de escuchar la corneta de retirada tocada por el mismísimo Tijerino. En esa huida murió el General, abatido por un campesino que estaba escondido cerca del camino por donde cabalgaba de salida. Curiosamente no se le encontraba el orificio de entrada de la bala, y se logra constatar después, que había ingresado por uno de los orificios de la nariz. Tijerino fue enterrado con honores militares de acuerdo a su rango. Dicen que el coronel dominicano, jefe del estado mayor de los rebeldes, ordenó los honores, un poco para curarse en salud, por si era él, quien tenía que pasar por esas…
Estoy contando los hechos muy resumidos, si quieren leer de forma mas detallada sobre esta batalla que se conoce como la «Batalla de San Isidro«, pueden leer el testimonio del propio Ramírez Alcántara titulado “Jugué mejor que mi adversario”.
Con el avance de la guerra, y especialmente la toma de Cartago, San Isidro, perdió importancia estratégica, y se dejó su defensa en muy pocas manos, por lo que fue tomada por las fuerzas del gobierno y liberada de nuevo el 20 de abril, el mismo día que terminaba la guerra, con la rendición del gobierno al firmar el «Pacto de la Embajada de México».
De todo el movimiento armado del 48, el peso mayor lo llevó San Isidro de El General, debido a lo que sufrió la ciudad, especialmente sus habitantes, que soportaron hasta lo indecible, en cuenta tres batallas, varios bombardeos y un asedio; todo en un plazo de tiempo muy corto, la Junta Fundadora de la Segunda República, por medio de un Decreto-Ley declaró a San Isidro de El General Ciudad Mártir.
“Decreto
San Isidro de El General Ciudad Mártir
Nº 274
LA JUNTA FUNDADORA DE LA SEGUNDA REPÚBLICA
CONSIDERANDO:
1.- Que la población de San Isidro de El General, con levantado espíritu de civilidad, opuso firme y tenaz resistencia al régimen conculcador de los derechos humanos derrocado por la Revolución Libertadora, dando con ello un fecundo ejemplo al país.
2.- Que una vez iniciado el movimiento libertario de dicha revolución, los habitantes de San Isidro le dieron desde el primer momento, todo su apoyo y la más eficaz contribución en soldados, víveres y toda clase de elementos necesarios al buen éxito de aquella noble empresa.
3.- Que en el propio seno de la ciudad tuvieron realización batallas y combates que destrozaron edificios públicos y casas de habitación en gran número; que la metralla y el incendio devastaron buena parte de la obra realizada por el trabajo de su población esforzada y laboriosa; que la población con heroico ánimo y con inquebrantable decisión soportó continuos y salvajes bombardeos llevados a cabo por la aviación del régimen opresor de la República.
4.- Que es justo y muy saludable que esos hechos queden para siempre consagrados en los anales históricos del país, y de modo especial, reconocidos por la Segunda República, para que ellos den fe del esfuerzo realizado por una ciudad altiva y llena de fe patriótica y sirvan de estímulo y ejemplo a las generaciones futuras, y
5.- Que la Junta Fundadora de la Segunda República, apreciando el noble esfuerzo y la valiosa contribución de San Isidro de El General, se siente obligada a hacer un público y oficial reconocimiento de tan loable conducta para que de ninguna manera quede ella relegada al olvido, sino que constantemente sea exaltada como merecen los grandes hechos dignos de vida eterna en los fastos nacionales.
Por tanto,
DECRETA:
Artículo único-. Declárase Ciudad Mártir de la Revolución Libertadora de Costa Rica de 1948, la Ciudad de San Isidro de El General, en la provincia de San José.
Dado en el Salón de Sesiones de la Junta Fundadora de la Segunda República, San José, a los dieciocho días del mes de noviembre de mil novecientos cuarenta y ocho. José Figueres, Fernando Valverde, Benjamín Odio, Gonzalo J. Facio, F. J. Orlich, U. Gámez Solano, E. Cardona Q., R. Blanco Cervantes, Rev. Benjamín Núñez V., Bruce Masís D., El Secretario General de la Junta, Daniel Oduber Q.”
Quien fuera diputado de esa localidad, Romilio Durán (q.d.D.g.) escribió un libro sobre el tema titulado precisamente “San Isidro de El General Ciudad mártir” y que también recomiendo su lectura.
Cuando vayan a la zona sur y pasen por San Isidro, ya no pensarán que es una ciudad como cualquier otra de las que hay en el país, sino una muy especial a la que le debemos mucho de lo que somos ahora.