Vía costarricense
Johnny Soto Zúñiga
Recientemente la Editorial Costa Rica publico un libro denominado: “Nuevos Documentos de 1948. Los Proscriptos” bajo la investigación, selección, prólogo y notas de la escritora Macarena Barahona Riera. Me parece interesante todo lo referente a la evolución histórica de nuestra Patria; y sin duda lo acontecimientos de la década de los 40s del siglo pasado es apasionante; ya sean las reformas sociales y políticas, la Guerra Civil de 1948, los 18 meses de la Junta Fundadora de la Segunda República, etc. Existen muchos libros de investigadores, historiadores y políticos que han escrito desde su óptica lo que consideran su verdad histórica; unos más desde el punto de vista de “los vencedores”, otros desde “los vencidos”, otros “más neutrales” y objetivos. En fin, considero que la posibilidad de acercarse a dicha verdad, solo se podría lograr leyendo los distintos documentos y testimonios de los que vivieron en tan convulsa y a la vez productiva época de nuestro país.
Es posible, que la verdad que ha predominado es la de los vencedores o triunfadores de la Guerra Civil; pero debo acotar que existen muchos documentos y testimonios de otros actores que estuvieron más del lado de los perdedores en esta confrontación social y política. Sin embargo hace bien la editora Barahona Riera de traernos los documentos de lo que ella señala sobre “los proscriptos: verdades y utopías. La guerra civil de 1948, Costa Rica”, basados en los escritos en el exilio de José Albertazzi Avendaño, abogado, director de la Biblioteca Nacional, diputado y presidente del Congreso Nacional de la República; diversos discursos de Manuel Mora Valverde, fundador del Partido Comunista de Costa Rica, político, abogado, diputado, diputado del Congreso Nacional; artículos sobre el “Crimen del Codo del Diablo”, asesinatos cometidos contra detenidos en 1949 por Carlos Luis Fallas Sibaja “Calufa”, líder sindical y diputado del Congreso Nacional; artículo de José Meléndez Ibarra, líder sindical “La Columna Liniera”; documentos de Rosendo Arguello hijo, médico y político antisomocista de la Compañía Rafaela Herrera, líder y colaborador de los intereses de José Figueres. Señala la editora que: “La guerra civil merece muchos estudios, recopilaciones documentales y nuevos análisis; sobre todo, porque esclarecer el pasado, nos brinda verdaderas armas para construir, más justa e igualitaria, una verdadera paz para las y los costarricenses.” (Op.cit. xiv). Sin duda las nuevas generaciones, los hijos y nietos del 48 merecen conocer las diversas épocas de la historia Patria; la década de los cuarenta del siglo XX; la promulgación de la Constitución política de 1949 (que actualmente nos rige) constituye el inicio de la Costa Rica contemporánea y dejaron el pasado liberal y patriarcal. Los protagonistas principales fueron líderes indiscutibles como el Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia, Monseñor Víctor Manuel Sanabria, el Lic. Manuel Mora Valverde, Otilio Ulate Blanco y José Figueres Ferrer.
A nivel mundial, desde inicios del siglo XX y la influencia en la década de los 40s, eran la lucha de los trabajadores con demandas y conquistas sociales y políticas, de muchas movilizaciones populares y las corrientes ideológicas predominantes son: las anarquistas, socialdemócratas, comunistas, reformistas, fascistas; que tuvieron protagonismo en las dos grandes guerras mundiales, en Europa y del desarrollo del capitalismo industrial. Por supuesto que nuestro país no escapa a estas influencias y en 1931 se funda el Partido Comunista de Costa Rica con Manuel Mora Valverde como Secretario General, junto con Luis Carballo Morales, María Isabel Carvajal (Carmen Lyra), Ricardo Coto Conde y Jaime Cerdas Mora. Se impulsó una lucha política que promovió “una organización popular que buscaba en su propia realidad la definición de los problemas nacionales y las respuestas que le podría corresponder desde su particular perspectiva, por medio de reformas sociales y políticas que modernizaban, hacían funcionar y por ello consolidaban el sistema político liberal del país” (La Hoz y el machete. Rodolfo Cerdas Cruz. Pág.357). Op.cit.xvi)
Sin duda el Partido Comunista que luego se llamó Partido Vanguardia Popular, tuvo en la década de los cuarenta un papel de gran relevancia y su culminación llego con la gran alianza al Partido Republicano (oficialista en el poder de Calderón Guardia) denominada alianza “caldero-comunista”, ambos impulsaron las reformas sociales como las Garantías Sociales, el Seguro Social, el Código de Trabajo, la Ley de Casas Baratas, el desarrollo sindical, etc. La Iglesia Católica bajo el liderazgo de Monseñor Sanabria alabó las reformas sociales. Es la época de oro de los comunistas costarricenses, cuando más han ejercido influencia en el sistema político costarricense, son la vanguardia del movimiento social y de las organizaciones sindicales. (Recordemos la gran huelga de los trabajadores bananeros de 1934 ante la United Fruit Company, que llegó a tener 10.000 trabajadores en huelga, dirigidos por el líder comunista y sindical Carlos Luis Fallas)
Sobre el documento de José Albertazzi, “La tragedia de Costa Rica”, como uno de los vencidos y proscriptos, trata de endilgarle al presidente Teodoro Picado los múltiples errores y desaciertos del gobierno, de no haber tomado las decisiones para contrarrestar a los alzados o revolucionarios. Es un hecho como calderonista que sangra por la herida y pierde en muchos aspectos la objetividad; es normal al ver perdido el poder; por ejemplo: trata de descalificar en todo momento al Caudillo José Figueres Ferrer, las actuaciones de la Junta Fundadora de la Segunda República, usa un tono de burla y alto menosprecio hacia Figueres; hasta tratarlo de “palmeriano” (loco) (Op.cit. Pág.42). Considero que no entiende que se está ante una guerra civil, donde los objetivos y acciones de los bandos son estrictamente militares; y por supuesto cuando se está en guerra hay violencia, los soldados disparan sin mayores contemplaciones y que el gobierno de Picado no estaba en condiciones de negociar nada.
Albertazzi expone sus ideas y lo que cree el gobierno de Picado podría haber realizado; pero los revolucionarios estaban en guerra e iban ganando las pequeñas batallas, ya sea a nivel nacional e internacional. Figueres de forma muy inteligente busco apoyo y armamento internacional y se integró a la Legión Caribe; ya que solamente estando unidos a un movimiento internacional que los unía las ideas de liberación de sus pueblos y la búsqueda de la democracia. En esto jugó un papel fundamental el Presidente de Guatemala el doctor Juan José Arévalo Bermejo, que se convirtió en un padrino de las causas democráticas contra las dictaduras oprobiosas militares que gobernaban en muchos países de Centroamérica y el Caribe. Las armas llegaron a los revolucionarios y pudieron hacerle frente al armamento del ejército del gobierno de Picado y a los comunistas que aportaban un 60% de las tropas oficialistas.
Otro error en que incurre el abogado y diputado Albertazzi, es que en conjunto con los diputados calderonistas y los diputados comunistas aprueban el dictamen de mayoría por 27 votos a favor que aboga por anular las elecciones nacionales para desconocer el resultado electoral a favor de Otilio Ulate. Este acto conlleva a que estaban cavando su propia fosa. Albertazzi habla de legalidad y a su vez permite como presidente legislativo que el Congreso Nacional se meta de forma parcializada en asuntos electorales. Solamente 19 diputados votan en contra de la anulación de las elecciones presidenciales del 8 de febrero de 1948 entre ellos: Francisco Fonseca Chamier, Juan José Herrero, Fernando Lara Bustamante, Antonio Peña Chavarría, Tomás Guardia Tinoco, Francisco Orlich B., Otto Cortés, Antonio Chaves Soto, Víctor Manuel Elizondo, Fernando Volio Sancho, Eladio Rosabal, Arturo Volio Guardia, Bernardo Benavides, y otros.
Otro asunto que Albertazzi toma a la ligera es endilgar que el Tribunal Electoral era controlado por el ulatismo, cuando en realidad estaba en manos del calderonismo; y que el director del Registro Electoral Lic. Benjamín Odio se prestaba a acciones fraudulentas; y se comprobó que la situación no eran como la pintaban los oficialistas; con el fin de justificar la anulación de las elecciones presidenciales. La tragedia de Costa Rica señalada por Albertazzi; si bien aconteció una guerra civil, que dejó alrededor de 3000 muertos de ambos lados y otros heridos; al parecer éste creyó que se establecería una dictadura falangista por parte de Figueres; sin embargo para bien de nuestra democracia; ésta salió fortalecida; y se dio una transición con el gobierno de 18 meses de la Junta Fundadora de la Segunda República y la entrega del poder legítimo al triunfador Otilio Ulate Blanco (Pacto Ulate- Figueres).
Así como posteriormente con la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente que redactó la nueva Constitución Política de 1949; se cimentó la Costa Rica moderna, republicana, soberana, institucional, y democrática de la que gozamos actualmente. Para 1951 José Albertazzi retorna al país luego de casi 3 años en el exilio. Hasta aquí vamos a dejar esta primera parte, y seguiremos analizando otros elementos de tan interesante historia política costarricense; que es parte de la evolución democrática; no obstante dejando claro que tanto los vencidos y vencedores han escrito sus opiniones y sus verdades; pero la realidad es que la verdad es una y el tiempo se ha encargado de venir purificandola para beneficio de nuestra tranquilidad y paz; como dice la editora Barahona Riera: “A todos estos acontecimientos y circunstancias se refiere la obra: Nuevos documentos de 1948. Los proscriptos; para que cada lector pueda tener la libertad de apreciar con un umbral diferente los hechos de nuestra historia patria.” Invito a leer estos documentos, para así comprender parte importante de estos fundamentales y patrios acontecimientos.