Vía costarricense
Johnny Soto Zúñiga
Luego de la Guerra Civil de 1948 y los 18 meses de gobierno de la Junta Fundadora de la Segunda República presidida por el Caudillo José Figueres Ferrer, que inició el 8 de mayo de 1948 y termino su mandato el 8 de noviembre de 1949, para finalmente entregar el poder formal al candidato ganador de las últimas elecciones don Otilio Ulate Blanco (todo acordado en el Pacto Ulate-Figueres), y que ampliaremos cuando entremos a la serie narrativa sobre los sucesos de la Revolución del 48, y ahí podremos referirnos más a fondo sobre este pacto. Por supuesto que cuando asumió la Junta, se disolvieron los poderes públicos y se anuló o se dejo sin efecto la Constitución Política vigente de 1871 (podríamos señalar jurídicamente que se da un vacío constitucional). El único poder político derivado lo detentó la Junta Fundadora.
En estos momentos se extingue el régimen constitucional y será la Junta la que tome las decisiones fundamentales en nombre del país. Habían triunfado los revolucionarios miembros del Ejército de Liberación Nacional; por lo tanto tenían un Poder Revolucionario o “de facto” tomado por las armas contra el gobierno que junto con el Congreso habían anulado las elecciones nacionales. Don Pepe Figueres, Presidente de la Junta deja jurídicamente claro la situación así: “Con el triunfo del Ejército de Liberación Nacional, se rompe el Orden Constitucional. Se produce entonces un vacío jurídico y queda el hecho escueto de la soberanía popular sin instituciones jurídico-positivas a través de las cuales ejerce esa soberanía en forma de Gobierno de la Nación.
Este fenómeno no es nuevo en la historia del mundo. En la vida de casi todas las naciones no han faltado golpes de estado o revoluciones, planteando ante los pueblos respectivos la necesidad de resolver, en forma inmediata, el problema de la ausencia de instituciones jurídicas para el ejercicio de la autoridad. En todas esas circunstancias la solución ha sido la misma: un grupo de hombres asume de hecho la representación popular y con tal carácter establece un Gobierno provisional”. (Citado en el libro: La Junta y Los Mitos del 48. Miguel Acuña. Pág.27) Entonces queda claro que luego de una Guerra Civil existe un vacío constitucional, y con la anulación de los Poderes Públicos del Estado; la Junta Fundadora viene a llenar este vacío y se establece un nuevo Orden Jurídico. Esto permitió a la Junta aprobar Decretos-Leyes de gran trascendencia para el país durante sus 18 meses de gobierno, ya que se le otorgó las facultades legislativas y ejecutivas.
Además es la misma Junta Fundadora el órgano estatal en ejercicio del poder la que convoca a una Asamblea Constituyente en el lapso de 7 meses; propiamente el día 15 de diciembre de 1948 y a su vez presenta el Proyecto de una nueva Constitución Política. Con estas acciones se debilitan los argumentos de los detractores de la Junta, que exigían entregar el poder de inmediato a Otilio Ulate; cuando antes había sido anulada su elección por el Congreso Nacional el 1 de marzo de 1948; por lo tanto no existía legitimidad y en el Pacto Ulate-Figueres, se establece claramente que se entregará el Poder como Presidente Constitucional, posteriormente a la aprobación de la nueva Constitución Política. Teniendo claro la situación jurídica del país en el año de 1948 a 1949, nos referimos a los acuerdos, decretos y tareas de la Junta, que son considerados de pensamiento social demócrata, progresista y visionario para la época.
1- “Tres Tareas de la Junta: La Junta Fundadora de la Segunda República se encontró con tres tareas esenciales: Primera: Afianzar el triunfo militar. Para eso teníamos que devolver la seguridad a todos los habitantes del país. Reprimir la vindicta pública por propia mano. Sancionar a los delincuentes que bajo el régimen derrocado hubieran cometido cualquier clase de crimen, o deshonestidad administrativa. Segunda: Preparar el advenimiento de un nuevo orden jurídico que garantizara la vida institucional y las libertades. Muy especialmente el sufragio. Tercera: Promover, con orientaciones audaces e instituciones eficientes, el bienestar del mayor número, con base en una producción para la abundancia dentro del espíritu solidario de la justicia social.
El cumplimiento de estas tres tareas, me iba a producir tanta amargura, que ese año y medio de gobierno de la Junta Fundadora de la Segunda República, constituyó el tiempo más penoso de mi vida. Ya no fueron balas lo que tuve que encarar sino, incomprensión, mala fe, perfidia y politiquería. Dije entonces algo muy gráfico que fue una gran verdad: Nos piden barrer la casa y se nos paran en la escoba.” (El Espíritu del 48. José Figueres Ferrer. Págs. 307 y 308) Podemos analizar y comprender que estábamos ante un visionario de pensamiento social demócrata y los miembros de la Junta en su mayoría tenían un pensamiento similar. Es aquí cuando por primera vez podemos afirmar que este pensamiento político tenía legitimidad política y jurídica; y es claro que será el derrotero del futuro de la formación de la Costa Rica de los años venideros.
2- Sin duda el restablecimiento de la moral y la lucha contra la corrupción era fundamental para lograr un Estado al servicio de los ciudadanos, de las grandes mayorías y de todas las clases sociales. Figueres vuelve a definir su programa así: “El restablecimiento de la moral es lo único en que se puede ser radical…En esta materia se debe ser ilimitadamente estricto. Ni una sonrisa de condescendencia, ni un centavo mal habido, ni un voto burlado, ni la sombra de una insinuación a un juez.” Establece la bandera ética en los manejos de los recursos públicos del Estado. (José Figueres: Una vida por la justicia social. Tomás Guerra. Págs.178 y 179)
3- Para esa época era necesaria la tecnificación del aparato administrativo, de avanzar hacia nuevas formas de gestión económica y administrativa, que dejara a un lado las normas puramente políticas que regían hasta entonces. Debe establecer una eficiente dirección en materia de los servicios y de la producción. Figueres lo expone así: “Sólo la producción trae la abundancia. Sólo el ahorro nacional acumula la riqueza…Hay unas cuantas fuerzas principales que deben encauzarse con miras de bienestar común para que venga en el futuro un verdadero aumento de producción y de riqueza. Así, es necesario un sistema bancario nacional que lleve a todos los rincones del país su espíritu de servicio público.” (Op.cit. Pág.179)
4-Otro proyecto con visión de futuro y de corte social, que genera bienestar para las mayorías es el eléctrico. Figueres señala que: “Es necesario un sistema eléctrico nacional que lleve también a todas partes el bienestar que pueden proporcionar nuestras corrientes hidráulicas y que impulse la grande y la pequeña industrias nacionales.” Otras nuevas propuestas de producción señala: “Es necesario disminuir la cantidad de artículos elaborados en el exterior que consumimos sin producir aquí lo equivalente en mercaderías exportables para pagarlos.” “Es necesaria una organización nueva de nuestra agricultura, que rara vez ha alcanzado en el pasado a llenar nuestras necesidades nacionales.” (Op.cit. Pág.179)
Otras orientaciones sociales es que la Segunda República busca un progreso social que sea el fruto de la filosofía cristiana y democrática, y no de las tendencias ideológicas comunistas y dictatoriales, consideradas retrógradas. Vemos que el pensamiento social demócrata, también se nutre de los principios del cristianismo, de respeto a un Estado de Derecho y de una democracia representativa y republicana. Finalmente, la decisión más fundamental y de una trascendencia social, económica y política es la proscripción o supresión del Ejército el primero de diciembre de 1948. Figueres así lo describe: “di unos mazazos sobre un muro del cuartel Bellavista, para simbolizar así la eliminación del vestigio del espíritu militar de Costa Rica en otro tiempo.
Entregué el edificio para sede de un museo de antropología que hoy sigue irradiando cultura. En ese mismo día del mazazo, reafirmé la disolución y proscripción del ejército de Costa Rica, lo que, legalmente había hecho el 8 de mayo anterior al abolir la constitución de 1871, que nos regía y en la que el ejército estaba consagrada como una institución de derecho.” (El Espíritu del 48. JJ.Ferrer. Pág.321)