Desde La Mina
Mauricio Castro Salazar
mauricio.castro@costarricense.cr
En mi casa en La Mina, en Santa Ana, me enteré de la partida de Álvaro, me dio mucho dolor, las veces que lo había visto recientemente me había invitado a conocer la reserva en la que vivía, camino a La Tigra, por la zona de Cataratas, si mal no me recuerdo se llama Nectandra, en la zona de amortiguamiento del parque nacional Juan Castro Blanco y no saqué tiempo para ir…
Conocí a Álvaro de casualidad, yo acompañaba a mi papá en una gira de trabajo por la zona de Varablanca, el MOPT estaba construyendo caminos y uno de ellos era el acceso al recién creado PN Volcán Poás. Álvaro estaba a un lado del camino, mi papá se detuvo a saludar “al hijo de cuyo Ugalde” (topógrafo de alto calibre del MOPT) que estaba metido “en esas cosas de parques nacionales”, eran los inicios de los setentas (don Pepe Figueres era el Presidente).
Álvaro le contó a mi papá que la gente le llevaba matas y macetas para que sembrara en el parque y se viera más bonito….el concepto de parque nacional apenas empezaba en nuestro país.
Unos 7 años después don Claudio “cuyo” Ugalde fue mi profesor en la U, me dio topografía y así estuve informado de buena fuente de los avances y trabajos que Álvaro hacía. A mediados de los setenta me vinculé a los parques nacionales: fui voluntario, era limpiador de playas; luego Presidente de la Fundación de Parques Nacionales, y parte de un grupo de la U que trabajó haciendo planes de manejo en los parques y de otro que trató de establecer sistemas de calidad. Álvaro fue el generador de esas iniciativas, tenía mucho entusiasmo en que se aplicarán sistemas novedosos en los parques nacionales.
En algunas ocasiones me pidió apoyo para realizar algunas labores específicas: evaluar los efectos de las crecidas del rio Tárcoles en Bajos del Capulín, en la zona de Carara, los efectos del puente de “la amistad” en los humedales del Tempisque y otros temas que relacionaban la ingeniería con los parques nacionales.
Durante el establecimiento del Sistema Nacional de Áreas de Conservación y años después sobre los impactos generados por el SINAC implicaron muchas discusiones, algunas fuertes, otras fuertísimas, todas sin excepción fueron amistosas y buscando lo mejor para los parques nacionales.
Últimamente manteníamos una diferencia sobre la posibilidad de explotación de geotermia en los parques nacionales y sobre la visión del futuro del SINAC. Álvaro consideraba que la geotermia sería el acabose de los parques y yo una gran oportunidad, con respecto al SINAC él consideraba que tenía que nombrarse más guardas, yo más educadores, pero nunca estuvo cerrado a ahondar más sobre los temas y mucho menos a disgustarse.
Álvaro nunca tuvo reparo alguno para decir las cosas que pensaba, una de las últimas veces que lo vi hacer una de esas fue en la inauguración de una exposición “multifotográfo” de fotos de parques nacionales, en la que fue sumamente duro contra el gobierno y su política de parques nacionales, estando la Viceministra encargada del sector presente.
Me lo encontré un día tempranito en el aeropuerto de Pavas, iba de guía naturalista de una abuela norteamericana y su nieto, nos saludamos muy efusivamente, la abuela en un aparte me preguntó qué ya que yo conocía a Álvaro quería saber si sería un buen guía en Osa, que se lo habían recomendado muchísimo, yo solo le dije: “he is the one” y ella sonrió satisfecha por su buena elección.
Me pregunto cuál es la mejor forma de honrar la memoria de Álvaro y se me ocurre lo que él siempre busco: garantizar a perpetuidad las áreas protegidas de nuestro país.