Los dilemas del minotauro en la fiesta del siglo…
Caryl Alonso Jiménez
Resulta dramática la afirmación en una civilización que depositó la creencia del optimismo en comportamientos que en la sutileza de la realidad, construyó sus propias bases emotivas a partir de percepciones.
Peter Diamandis dijo una vez que, “Las decisiones del mundo estarán en manos de innovadores” (2012). La velocidad de las transformaciones digitales está construyendo un nuevo escenario que acelera las realidades económicas, sociales y productivas.
Pero no son automáticas. Se requiere visión generacional y decisiones de consenso. Es verdad, innovación, tecnología e Inteligencia artificial (IA) son una perspectiva. Pero, tal como interroga Santiago Bilinquis (2024) al continente, ¿puede transformar la IA a países donde la educación sigue en retrasos inconmensurables? Bueno, no lo dice así pero esa es la idea. Resulta un insulto que a 25 años del siglo XXI aún estamos en el debate de la educación…
Se afirma que la frontera norte de México es el atractivo para la deslocalización de empresas tecnológicas occidentales que se habían asentado en el sur Asia (para ahorrarse el costo de la mano de obra). Recientemente la ENADE 2025, concluyó es la IED para el 2026 la gran oportunidad, pero ¿Lo es…? Pero aún falta invertir en capital social.
El Índice Latinoamericano de Inteligencia Artificial (ILIA, 2025), apoyado por la Corporación Financiera Andina (CAF), revela que la IA puede ser potencialmente clave para el diseño de políticas con alta incidencia tecnológica. Pero ¿Sabrán cómo hacerlo?
Al parecer todas aquellas premisas estratégicas para construir modelos de políticas hacia el desarrollo de la innovación (pensamiento) y tecnologías (software y hardware), nunca fueron parte de las agendas. A tal punto que no se entiende bien el uso real de los dispositivos, ni la comprensión de herramientas digitales (APP), el consumo de información y su utilidad, y lo más grave, la conectividad, excepto para el mercado.
La ciencia y el conocimiento no están disponibles a cielo abierto, tiene restricciones y algunos padres ven con frustración como su porvenir se agota y agoniza en estudios superiores impagables, y a veces sin ningún resultado. Hay algo que está mal en toda esta historia que no se explica con claridad.
Quedé conmovido por un estudio de CID-GALLUP a fines de diciembre 2023, donde los resultados confirman que la juventud siente esperanza por el futuro. ¡Esa afirmación es un lingote de oro! En políticas públicas es una premisa con diversas lecturas, pero ¿Se entenderá la esperanza de la juventud a tiempo?
En el debate de las cuentas de transferencia a nivel de la región sigue siendo una agenda pendiente. Los indicadores resultan temas fuera de los debates de política en las ofertas electorales. ¿Se optará por la innovación y tecnologías? Pero ¿Conocerán el Informe de los empleos futuros (WEF, 2025) ¿Y entenderán los alcances y sus implicaciones?, ¿realmente les importará? Ya hay cansancio más profundo, y es moral tal como afirma, Jarquín, (6.10.2025).
Una, solo una de las variables derivada de ese informe es capaz de alterar todo el marco de construcción de políticas. Esa variable cambiaría el contexto del pensamiento crítico y las ciencias. Son decisiones de política que van desde el sistema educativo hasta el modelo institucional.
La lectura, dice Alberto Manguel en “La historia de la lectura” (1996), es ese gigantesco portal que aceleró el conocimiento y las invenciones de todos los tiempos, y que aún hoy, es la única vía para despertar la imaginación y la defensa del progreso y la libertad. Pero, ¿pagaremos esa deuda con lealtad generacional a la juventud…?
Innovación y tecnología parecieran las claves. Pero la brecha digital de conectividad es gigantesca. Faltó sabiduría en los decisores políticos, la conectividad se esfumó con el COVID-19. -La idea era buena, pero aquí nadie habla de futuro. Nunca lo propusieron, lo hubiéramos aceptado. Me dijo un ejecutivo de una telefónica.
No cabe duda, este es el nuevo siglo del minotauro, y al parecer su dilema está en la juventud y en la democracia republicana. El tiempo se agota en un futuro que atropella a la juventud. Pero, ¿lo entenderán las nuevas generaciones de decisores de política…?
El problema, como afirma Reckwitz, no es si podrá evitarse la realidad futura; sino, ¿cuánto y cómo se va a soportar? Entonces, ¿Cómo lidiar ahora con una defensa emocional que creía que el progreso no tiene límites…?