Los largos tentáculos de Celso Gamboa

Luis Paulino Vargas Solís

LPVS

Fue Celso Gamboa, y no el presidente del comité de ornato del residencial Monterán, quien fue grabado por la DEA estadounidense, asegurando que el propio gobierno de Chaves facilita el trasiego de droga por Costa Rica.

Y es el director del OIJ, Randall Zúñiga, quien señala que un asesor del presidente y un exministro tienen directa vinculación con Gamboa, a lo cual agrega que un ministro actual lo llama “jefe”.

Y son influyentes medios internacionales –The New York Times, El Universal, El País– los que, al publicar reportajes sobre la presencia del narco en Costa Rica, nos dejan en ridículo frente al mundo.

1. Las evidencias

Cuando, por otra parte, ¿no es acaso abrumadora la evidencia?

  • Los decomisos de droga caen en cerca de un 70%, por debajo de sus niveles de hace más de 10 años.
  • Retiran la Policía de Control de Drogas de puertos, aeropuertos y fronteras.
  • Se desmantela el puesto de guardacostas en Bahía Drake-Sierpe.
  • Se cierra el puerto de guardacostas en Sixaola.
  • Se le recortan recursos al Servicio de Vigilancia Aérea, al punto de dejarlo inutilizado.
  • Trasladan la escuela de guardacostas desde Quepos a un lugar en el cantón de Pococí, a cientos de kilómetros de cualquier mar, para “entrenar” en una piscinita de 25 metros.
  • Rodrigo Chaves y Nogui Acosta atacan con ferocidad a la única policía realmente profesional que está haciendo un trabajo serio –el OIJ– mientras, por todos los medios, tratan de recortarle recursos y asfixiarla financieramente.
  • ¿Y qué decir de las restricciones presupuestarias que, entre Nogui y Chaves, le aplican a la policía preventiva, o sea, la que funciona bajo el mando del presidente y de su ministro Zamora de Seguridad?

2. Las anécdotas

Y el curioso anecdotario que se entreteje en las inmediaciones del propio presidente.

  • Como el asunto de aquel señor que tuvo un paso fugaz como presidente del INDER, y del que se denunció haber tenido contactos con el cabecilla de un grupo narco. Que, por cierto, ahí están las fotos donde el propio Chaves lo “condecora” con su pin del jaguar.
  • Y la visita de Celso Gamboa a Monterán. Que una cosa no pudo ser negada por Chaves: efectivamente el video se grabó en Monterán y en ningún otro lugar. Y, entonces, ¿a cuál “presidente” visitaba Gamboa? ¿Sería el presidente de la Asociación de Caballeros del Santo Sepulcro de Monterán? ¿Será que “el negro” es muy católico y por eso le pareció tan importante conocer a ese señor tan insignificante?
  • Y todo ese caleidoscopio de personajes –médicos y abogados incluidos– que lo mismo aparecen, muy sonrientes, haciéndose selfis con el presidente, que enredados con personajes de dudosa catadura, ya sea para defenderlos en un juicio que para extenderles surrealistas dictámenes médicos.

3. El negacionismo oficial

Pero, más allá de las evidencias duras y de tan pintorescas anécdotas, ¿no es acaso sintomático el empecinado ejercicio de negación y el esfuerzo reiterado tratando de lanzar cortinas de humo?
Si hubiese un mínimo sentido de responsabilidad, y quedase un leve resabio de coraje y dignidad, lo que harían, entonces, es plantarle cara a la cuestión. Pero jamás. Ni a palos que lo hacen
Prefieren prodigarse en evasivas y justificaciones mientras, a la desesperada, apelan a la “operación ventilador”, intentando pringar nombres que no han aparecido en ningún documento ni en ninguna grabación.

  • Como cuando Chaves se soltó, con suprema irresponsabilidad, su célebre frase: “no importa, si de por sí se matan entre ellos”.
  • O como el ministro Zamora, mintiendo, con extremada torpeza, sobre lo que dice el informe de la DEA.

Y, entretanto, los sicarios circulan por nuestras calles como Juanita por su casa, mientras la labor preventiva, a cargo del Ministerio de Seguridad, naufraga catastróficamente.

¿NO LES PARECE A USTEDES QUE ES COMO MUCHO CON DEMASIADO?

4. ¿Aplicar “pensamiento positivo”?

Uno puede hacer un ejercicio de “pensamiento positivo”, sintonizarse con el humor negacionista del gobierno y ponerse en modo condescendiente, para decir: “el gobierno del presidente Chaves ha quedado envuelto en la madeja del narcotráfico sin que el presidente se dé cuenta”.

Pero incluso en ese harto improbable caso, sigue siendo incontrovertiblemente cierto que ese sería un lujo desmedido, que ningún mandatario de ningún país del mundo puede darse. Tal sería un desparrame brutal de descuido, de desprolijidad, de desinterés, de incapacidad; un nivel de alcahuetería e irresponsabilidad inauditos e imperdonables.

Pero, en fin, ¿es que esta versión condescendiente resulta, acaso, creíble? Más que un exceso de ingenuidad ¿no sería más bien un exceso de tolerancia e irresponsabilidad de nuestra parte?

Economista jubilado

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