La plaza de las tres culturas (Tlatelolco)

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Carlos Revilla Maroto

Carlos Revilla

El Centro Histórico de la Ciudad de México es el corazón cultural, político y religioso del país, y uno de los sitios más emblemáticos de América Latina. Fundado sobre las ruinas de la antigua Tenochtitlán, capital del Imperio mexica, este núcleo urbano refleja siglos de historia superpuestos en su arquitectura, sus calles y sus plazas. Aquí se encuentran edificaciones coloniales como la Catedral Metropolitana, construida con piedras de templos prehispánicos, y el Palacio Nacional, sede del poder ejecutivo mexicano y hogar de los murales de Diego Rivera. El Zócalo, una de las plazas más grandes del mundo, ha sido testigo de rituales aztecas, proclamaciones virreinales, luchas revolucionarias y manifestaciones modernas.

Tlatelolco es una zona emblemática ubicada al norte del Centro Histórico de la Ciudad de México. Su nombre proviene del náhuatl y significa “montículo de arena”, y ha sido escenario de algunos de los momentos más significativos —y trágicos— de la historia mexicana, desde el periodo prehispánico hasta el siglo XX. En el tour a Teotihuacán, hacen una parada de uno minutos en el lugar, con lo que aproveché para tomar algunas imágenes.

Inició con un poco de historia. Antes de la llegada de los españoles, Tlatelolco era una ciudad hermana de Tenochtitlán, fundada por los mexicas en 1337. Ambas crecieron juntas, aunque con gobiernos independientes, hasta que fueron unificadas por Itzcóatl en el siglo XV. Su mercado fue el más importante de Mesoamérica, con miles de comerciantes y una impresionante organización. El conquistador Hernán Cortés escribió con asombro sobre la magnitud del tianguis tlatelolca.

El sitio también fue testigo del último acto de resistencia mexica: la batalla final contra los conquistadores españoles, que culminó el 13 de agosto de 1521 con la captura de Cuauhtémoc, el último tlatoani. Esto marcó el fin del imperio mexica y el inicio del dominio español.

Tlatelolco es hoy conocido por la Plaza de las Tres Culturas, llamada así porque en un mismo espacio conviven vestigios prehispánicos, arquitectura colonial y edificios modernos. Es así como este lugar simboliza la fusión de tres momentos clave de la historia de México, a saber: la cultura mexica, representada por los restos arqueológicos del antiguo centro ceremonial; la época colonial, con el Templo de Santiago construido por los franciscanos en el siglo XVI y la era moderna, reflejada en las torres de departamentos del conjunto urbano Nonoalco-Tlatelolco, una obra del arquitecto Mario Pani inaugurada en los años 60. En esta zona histórica, puedes encontrar artefactos de las culturas de la antigua civilización azteca, de la época colonial española y del México moderno.

Sin duda, uno de los momentos más oscuros de Tlatelolco ocurrió el 2 de octubre de 1968, cuando una manifestación estudiantil fue brutalmente reprimida por el gobierno mexicano. En plena Guerra Fría y a solo días de inaugurarse los Juegos Olímpicos, estudiantes de diversas universidades se reunieron en la Plaza de las Tres Culturas para exigir democracia, libertad política y el fin de la represión.

Lo que ocurrió fue una masacre: el Ejército y el Batallón Olimpia abrieron fuego contra la multitud. El número de muertos sigue siendo motivo de debate, con estimaciones que van desde decenas hasta más de 300. Aquel día quedó marcado como un símbolo de la violencia del Estado y la lucha por los derechos civiles en México. En la plaza está lo que se conoce como la “Estela de Tlatelolco”, una piedra o placa conmemorativa que lleva tallados los nombres de las víctimas de la masacre. Esta placa fue colocada en 1993 por el Comité 68 Pro Libertades Democráticas en conmemoración del 25º aniversario de la tragedia.

El texto completo de la placa es el siguiente:

A los compañeros caídos el 2 de octubre de 1968 en esta plaza, por la libertad, la justicia y la democracia. El pueblo de México no los olvida”.

Esta inscripción se encuentra en la parte superior que también incluye un bajorrelieve con las fechas “1968-1993” y una imagen de palomas, símbolo de paz. Debajo de esta imagen, aparece la palabra “…ADELANTE!!”.

Además de esa inscripción, en la misma piedra se encuentra otra inscripción que presenta un fragmento del poema “Memorial de Tlatelolco” de Rosario Castellanos, que dice:

¿Quién? ¿Quiénes? Nadie. Al día siguiente, nadie. La plaza amaneció barrida; los periódicos dieron como noticia principal el estado del tiempo.

Estas inscripciones son parte de los esfuerzos por preservar la memoria de los acontecimientos de 1968 y honrar a quienes perdieron la vida en la lucha por una sociedad más justa y democrática.

En los anexos pueden leer con más detalle sobre esta masacre y conocer el poema de Castellanos completo.

En la actualidad, Tlatelolco sigue siendo un sitio lleno de contrastes. Alberga unidades habitacionales, museos como el Memorial del 68, y la sede del Centro Cultural Universitario Tlatelolco de la UNAM. También es una zona con memoria viva, donde año con año se conmemora el 2 de octubre con marchas, velas y actos de resistencia.

Tlatelolco no es solo una zona geográfica de la Ciudad de México: es un espacio simbólico de resistencia, tragedia y transformación.

La galería es pequeña, en realidad no hay mucho para fotografiar. Si quedaba en las cercanías la conocida torre latinoamericana, símbolo del México moderno, por lo que la fotografía no podía faltar.

 
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Referencias: Wikipedia y otros sitios menores de Internet, y la ayuda del IA para temas puntuales, todo revisado por mi.

Anexo 1

Memorial de Tlatelolco

La oscuridad engendra la violencia
y la violencia pide oscuridad
para cuajar el crimen.
Por eso el dos de octubre aguardó hasta la noche
Para que nadie viera la mano que empuñaba
El arma, sino sólo su efecto de relámpago.

¿Y a esa luz, breve y lívida, quién? ¿Quién es el que mata?
¿Quiénes los que agonizan, los que mueren?
¿Los que huyen sin zapatos?
¿Los que van a caer al pozo de una cárcel?
¿Los que se pudren en el hospital?
¿Los que se quedan mudos, para siempre, de espanto?

¿Quién? ¿Quiénes? Nadie. Al día siguiente, nadie.
La plaza amaneció barrida; los periódicos
dieron como noticia principal
el estado del tiempo.
Y en la televisión, en el radio, en el cine
no hubo ningún cambio de programa,
ningún anuncio intercalado ni un
minuto de silencio en el banquete.
(Pues prosiguió el banquete.)

No busques lo que no hay: huellas, cadáveres
que todo se le ha dado como ofrenda a una diosa,
a la Devoradora de Excrementos1.
No hurgues en los archivos pues nada consta en actas.

Mas he aquí que toco una llaga: es mi memoria.
Duele, luego es verdad. Sangre con sangre
y si la llamo mía traiciono a todos.

Recuerdo, recordamos.
Ésta es nuestra manera de ayudar a que amanezca
sobre tantas conciencias mancilladas,
sobre un texto iracundo sobre una reja abierta,
sobre el rostro amparado tras la máscara.
Recuerdo, recordamos
hasta que la justicia se siente entre nosotros.

Anexo 2

2 de octubre 1968: masacre estudiantil de Tlatelolco, México

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