Un cambio de corazón

Conversaciones con mis nietos

Para construir nueva música y cantar una nueva arquitectura.” Francis Brabazon (poeta australiano)

Arsenio Rodríguez

Hay dos enfoques generales para mirar una rosa. O bien se disecciona en sus partes componentes, mentalmente o con pasión botánica, o se contempla la magia total de su color, forma, fragancia y belleza. Por supuesto, hay belleza en el análisis de sus partes, así como en los descubrimientos de las bellezas ocultas de la forma y función de sus elementos constituyentes. Hay belleza en la mente, la disciplina y el proceso de las personas, que estudian la anatomía y la fisiología de la rosa, así como en aquellos que simplemente se extasían con su fragancia y delicadeza.

Todo en el universo es así, hay magia y belleza en todos los procesos y en todos los niveles, siempre hay un punto para contemplar con asombro, cuando uno presta atención a la estructura, la función y la relación y su desarrollo en el tiempo, el espacio y la consciencia.

Y dado que el observador y los instrumentos del observador determinan gran parte de la experiencia de la observación, cada momento de magia y belleza es moldeado por la interpretación de quien lo mira y lo experimenta. Por lo tanto, siempre hay diferentes puntos de vista sobre la naturaleza, la causalidad y el significado de todo lo que compartimos en la experiencia, de cada momento.

Probablemente nada es más confuso y subjetivo que tratar de comprender nuestro propio comportamiento humano y su evolución a través de la cultura, la historia, la organización social, etc. Es evidente, podría decirse, que nos encontramos en la actualidad en un período muy crítico de la humanidad, que abarca una crisis fundamental respecto a la organización social, la armonización cultural, la integración ecológica y económica, y una redefinición de nuestra comprensión de lo que es la vida, desde una perspectiva filosófica y espiritual.

El planeta se hizo más pequeño a través de la tecnología, la fusión internacional e intercultural, la conectividad instantánea, y el acceso a información inmediata. Lo cual está desafiando los principios en los que se han basado las estructuras institucionales de gobierno y sociedad. La narrativa de la humanidad está cambiando de una manera acelerada.

Al mismo tiempo, la resistencia a este cambio se está volviendo tenaz. Los viejos bastiones de poder, los esquemas jerárquicos y representativos de clases, se aferran a sí mismos y crean contracorrientes. El mundo hoy parece estar sumido en una profunda pobreza espiritual. Los individuos en las sociedades industrializadas, empoderados por la tecnología, dan rienda suelta a su avaricia, y han perdido el contacto con las realidades internas de la consciencia y del ser, viviendo una vida vacía, precipitando una profunda división con el resto del mundo donde las personas aún carecen de las necesidades materiales básicas.

Y cobran poder sistemas políticos donde predomina una actitud anticiencia, sobre todo en los aspectos donde esta demuestra la estrecha conectividad del ecosistema, como la atención a los temas del cambio climático, la importancia de la ecología, y la epidemiologia, como por ejemplo en los Estados Unidos con el gobierno de Trump. Que por igual reniega de los adelantos en el reconocimiento de la diversidad, la equidad y la inclusión de diversas culturas, razas y expresiones de la humanidad, que se habían logrado en el país.

Pero esta resistencia, este deseo de volver al pasado fragmentado, no logrará contener la flecha del tiempo que nos lleva, a la desembocadura de los divergentes ríos separados de humanidad en el océano de una nueva civilización planetaria. La democratización irá más allá del esquema organizativo nacionalista y representativo actual; lo que ya está ocurriendo de hecho en términos del intercambio de información.

Siento que fuerzas creativas internas están siendo liberadas simultáneamente, y un gran número de personas, cansadas de la anticuada narrativa que trata de explicar el mundo estrechamente conectado de hoy están siendo tocadas por estas fuerzas. Que sus corazones están cambiando, se están abriendo, están comenzando a percibir el campo unificado que vincula nuestra condición humana; también llamado amor. Y que este cambio de consciencia se está expandiendo silenciosa pero inexorablemente.

Un cambio de corazón no brota de una oleada de emoción generada por una canción momentánea. Ni es la sensación evanescente evocada cuando uno está fugazmente expuesto a la inspiración por la belleza o la sabiduría. Un cambio de corazón es una transformación experiencial sustancial del propio ser, que nos revela tal y como somos, en el contexto del otro que nos rodea, permitiendo que surjan acciones desinteresadas a través del sacrificio de nuestros apegos, y dándonos la fuerza para luchar con la resistencia al cambio, nacida de nuestros propios egoísmos inerciales.

Un cambio de corazón surge de bien adentro, a medida que la experiencia se cristaliza, inducida por el toque interno de los impulsos creativos de la Vida, que están siempre presentes. Es un fenómeno interno, personal y trascendental, que no puede ser coaccionado, propagandizado o «comercializado». Solo puede ser compartido con otros que ya lo tienen, y cuando se comparte, crece en profundidad y refuerza positivamente la alegría, el comportamiento compasivo y las tendencias generosas.

La forma en que surgirá una nueva humanidad no es a través de la reunión de multitudes. Si no a través de la unión de aquellos que han tenido un cambio de corazón, a través de una red orgánica construida desde todos los ámbitos de la existencia, que manifestará una nueva comprensión de la unicidad de la vida. Y se multiplicará en todo el mundo, no a través de eventos masivos, ni a través de la aplicación de estrategias de mercadeo superficiales y subliminales, que difunden conceptos vacíos, sino a través de contactos vitales y profundos, de corazón a corazón.

Este es el amor que cambiará al mundo.

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