La seriedad de la política en broma y con fisga
William Hayden Quintero
La Constitución Política
Necesita de un nuevo ropaje más actualizado a la época y a los mandatos de la moda actual y futurista. Las ropas que viste son harapos con telas raídas y descoloridas del siglo XX con la Constitución de 1871que aportó sus principales costuras y desde el 7 de noviembre de 1949 al viejo vestido se le han hecho sesenta y cinco remiendos para hacerla presentable. Parece los blus jeans rotos que se usan para disfrazar desnudez y pobreza. Urge una Asamblea Constituyente, no como la quiere el presidente Chaves, que le prepare un traje de dictador, sino para vestirla con las mejores galas institucionales de la modernidad y flexibilidad para adaptarse en cada momento a las exigencias de la nueva realidad. Pero ahora con la peste social y política del chavismo y su posible continuidad después del 2026, hay que esperar mejores tiempos para una reforma integral a la Constitución. Pero hay que hacerlo.
La muerte de las ideologías
Teócrito el poeta griego fundador de la poesía bucólica pastoril nos dejó como legado entre sus frases que “los hombres libres tienen ideas, los sumisos tienen ideologías”, entendiendo por ideología el “emanscaramiento de una situación política y social”, según Maquiavelo. A los seres humanos como sumisos que somos nos han metido en diversos canastos ideológicos según las épocas y las circunstancias. Nuestra democracia se ha vestido de las ideologías del socialismo (Marx y Engels) y sus derivaciones como la social demócrata, social cristiana y el comunismo, y frente a ellas, el capitalismo, el liberalismo y neoliberalismo. Ellas están contenidas en la Constitución Política que es un popurrí de ideologías. Pero en los últimos tiempos ha aparecido el antiquísimo populismo de la Roma Imperial de pan y circo para tener contento al populacho y que se ha puesto de moda, ya sea de izquierda o de derecha. Cual ofrece más a una población carcomida por la profunda desigualdad social que medra y ansia las migajas que les ofrecen los populistas para cambiar su situación, que no tiene cambio, porque es casi una sentencia maldita que, si pobres naciste pobre morirás, con muy pocas excepciones de escape en el tinglado social de clases y castas de la democracia. Las ideologías también están muriendo, los pueblos decepcionados han dejado de ser sumisos, se han salido de los canastos ideológicos y ahora predominan el trueque político que me ofreces y que me das a cambio de mi voto.
Los partidos políticos y el multipartidismo
En la Constitución de 1949 en el artículo noventa y ocho se introdujo la figura de los partidos políticos, especie de agrupaciones de ciudadanos sumisos que dichos partidos los meten en canastos ideológicos según sus credos. Solo a través de estos partidos se puede participar en política, ningún ciudadano en forma individual puede ser electo presidente o diputado, deben tener el sello del partido impreso en la frente y/o tatuado en los brazos y gozar de una militancia histórica, militancia que las cúpulas se las saltan, como está ocurriendo ahora con el Partido Liberación Nacional con algunos precandidatos a la presidencia de la República que, sin militancia, por conveniencia partidaria los metieron por la cocina. Si están por morir las ideologías, por lo contrario, los partidos se han pauperizado y prostituido. Para las próximas elecciones de febrero del 2026 participarán cuarenta (muchos con demasiado) que ni siquiera tienen ideologías, las ponen en los estatutos como requisito del Código Electoral y surgen a la palestra como un negocio político a ver que financiamiento logran de la deuda política. Urge erradicar el multipartidismo.
La elección de diputados
La Asamblea Legislativa es el primer poder de la República, ahí se hacen las leyes que bajo la cobija de la Constitución rigen nuestro destino en la convivencia democrática. Debe estar conformada por los mejores ciudadanos, inmaculados, con sensibilidad social, políticos y estadistas probos, expertos constitucionalistas, líderes sociales, etc. Los ciudadanos deberíamos votar directamente por los diputados y no elegirlos a ciegas y dócilmente en una papeleta de desconocidos que nos presentan los partidos políticos con sus adocenados, militantes, muchos de ellos corruptos, ignorantes del quehacer político y calaña de todo tipo, con ligeras y buenas excepciones. Urge entonces la elección directa para gozar de un buen Congreso que se enfrente con dignidad y valentía a los devaneos dictatoriales de los presidentes de la República y que vele por leyes justas y se olviden del jueguito indolente del control político y las múltiples comisiones en que pierden el tiempo.
El financiamiento a los partidos políticos
El multipartidismo ha surgido como un negocio público. Es La oportunidad que buscan los creadores de partidos espontáneos para medrar en el financiamiento de la deuda política dada la flexibilidad del artículo noventa y seis de la Constitución. Hay que cambiar totalmente dicho artículo para evitar la proliferación de partidos o más drásticamente como lo acaba de hacer el Salvador: Eliminarlo para que cada partido se rasque con sus propias uñas, se financien con la contribución voluntaria de sus miembros, y dejar el cuento de que se hace para evitar financiamientos indeseables de empresario, grupos de interés y ahora el narco, que pueden comprometer el accionar político de los elegidos. De todas formas, es la realidad, ahora y siempre, a la par de la deuda pública los partidos y sus candidatos a presidentes y diputados siguen buscando el financiamiento paralelo, los reciben en efectivo, en bolsas canguros o en sobres amarillos, ya ni por cheques ni Sinpe para no dejar rastro, y no dan cuenta de ello al Tribunal Supremo de Elecciones y nos gastamos cada cuatro años cerca de veinte mil millones de colones en dicho financiamiento.
La pérdida de soberanía
Nos creemos un país soberano según reza el artículo 2 de la Constitución: “La soberanía reside exclusivamente en la Nación”. ¿Cuál soberanía? Como país pobre vivimos de la caridad internacional en forma de endeudamiento y las instituciones y los mercados internacionales que representan nos dicen en lo económico, social y político qué hacer, cómo y para qué y nos castigan si no cumplimos. En las relaciones internacionales no somos nada y prueba de ello es que el tirano mundial de Trump nos envía a su embajador Rubio a darnos órdenes de cómo debemos comportarnos y el “jaguaro” de Zapote con un miau, miau, dócilmente se baja los pantalones para cumplir y seguir recibiendo las migajas gringas.
– Economista jubilado