Diálogo con Canelo
José Ariel Nazario
Le decía a Canelo que no han sido días fáciles y que las circunstancias, incluyendo su emergencia de hace una semana, nos han obligado a compenetrarnos más.– “No han sido días fáciles. Todo ha sido a la vez. Gracias al tío Ramón que lleva a pasear, pero te confieso que a este paso el tipo me mata caminando.” – me dice mirándome con sus ojos acaramelados seguido de una lamida breve, fría. siempre en la parte de mi antebrazo. Se lo hace a todos y todas a quienes quiere.
Pero insisto con él que tenemos que cogerlo con un poco de calma; que el destino es ciertamente una incógnita y que con el tiempo hasta la ley de gravedad será pura carambola, recordando al trovador en “…la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida…”.
Canelo y yo tratamos de obviar la discusión política pues muchos y muchas de quienes que nos leen y conocen, solo coincidimos en que creemos en un mismo Dios y nada más. Pero estoy considerando proponerle a Canelo que convoquemos a una manifestación de perros frente al Departamento de Educación y todas sus dependencias, asociados, colaboradores, y contratistas del programa de educación especial. Lo escribo en letras minúsculas como representativo de la poca importancia que despliega el Departamento y los restantes organismos a cargo de administrar el programa de educación especial, ante el enredo, confusión, desamparo y contradicción con que el sistema trata a los padres, madres, o encargados, y finalmente, a los propios estudiantes participantes.
No hemos adelantado nada. Los triunfos judiciales y los remedios correspondientes parecen haberse convertido en una mera fuente de ingresos para todo menos para los servicios directos al estudiante. La burocracia se come a los padres en sus solicitudes y viven bajo la amenaza – aquellos que participan del programa de remedios provisionales – de que sus expedientes nunca aparezcan, que siempre falte algo y se pierdan los documentos; de la incapacidad de buscar e identificar recursos necesarios para evaluación de los participantes; atrasos en desembolsos y la constante amenaza de que en cualquier momento los niños de encuentran sin escuela, beneficios, terapias, desamparados.
Como saben en la familia de Canelo tenemos una estudiante de educación especial. Pues es más fácil que Canelo se pierda y que lo encuentra alguien que lo conozca o que llegue con la información en sus correspondientes chapas y arnés, que lo que ha tardado el expediente de la niña de llegar de San Juan a Bayamón – o Vega Baja, pues nadie entiende como el departamento divide la cosa o porqué razón la urbanización dónde vive la estudiante que es Levittown en el municipio de Toa Baja, en vez de estar en Bayamón. En fin, que el expediente de la niña salió de San Juan el 8 de febrero de 2023 y pasados siete meses, todavía no ha llegado a su destino: Bayamón. Peor aún, a papá le llaman de la escuela en dónde está matriculada nuestra niña, una nueva escuela para ella – que opera en relación directa – sin intermediarios – con el Departamento de Educación, y le acaban de decir que si no entrega el expediente (el mismo que salió de San Juan en febrero pasado) en la región de Bayamón, la niña se tendrá que ir de la escuela.
Tantas luchas, tantas resoluciones investigativas, tanta especialización y todo igual. Imponen requisitos sin que exista quien pueda evaluar el cumplimiento. No hay servicios médicos suficientes, de los que necesitan nuestros niños con problemas de aprendizaje y desarrollo. Y en los acompañamientos de este banquete de abuso, una burocracia incapaz de sensibilizarse del dolor y el sacrificio de esos padres, con errores y negligencia una y otra vez.
– “¡Qué se dejen de tanta tontería! ¡Con el entrenamiento que el tío Ramón me ha dado caminando diariamente de cuatro a cinco mil pasos, más los 50 tiros de la pelota y tres vueltas a la pista del parque de doña Fontán, estoy más que listo!” – dijo Canelo levantándose del piso, lamiéndome la mano y mirándome con usa seriedad inigualable.
La indignación no es solo de Canelo. ¿Se pueden imaginar siete meses para pasar un expediente de San Juan a Bayamón o a la mismísima isla de Mona? ¿Se pueden imaginar que en cuatro días le prohíban la entrada a la niña a la escuela porque el expediente “que salió de San Juan en febrero de este año” no ha llegado a Bayamón?
Solo nos resta protestar.
Roosevelt, Puerto Rico.