El gato con desdén

Conversaciones con mis nietos

Arsenio Rodríguez

Arsenio Rodríguez

No sé, la historia me es a veces tan remota, como las estrellas esas que enviaron luz hace un Eón, o la mirada intensa de desdén del gato, que se acuesta en la calle frente a mi casa. O aquel pájaro cantor desconocido que improvisa en mi oído, sonidos mágicos de encantamiento.

No sé, porque los periódicos y los libros del templo de lo linear, cada vez me son más ajenos en el pasar. Hoy me sorprendí a mí mismo, aterrorizado de decir tantas cosas baladís, y decidí borbotar aún más palabras, de ésas que andan regadas por los pisos de mis aposentos mentales, amarrarlas con cintas de colores para llamar la atención, y lanzarlas a los amigos para que sonrían esquivamente, y digan sin son ni ton, “ah este tipo tan simpático anda perdiendo la cabeza, mira y que negar la historia y la ideología y andar desparramado por ahí, como si no fuera. ¿Es que no entiende las causas? ¿Es que no sabe de los culpables? ¿O desconoce las corrientes dialécticas de los movimientos sociales y los veredictos certeros del materialismo positivista?”

Y no puedo contestar, porque no sé realmente que mosca me ha picado, en estos últimos años de mi vida, y entiendo perfectamente su desconcierto, ha de haber alguno. Pero esa mirada del ente gatuno que observa todo con intensidad y desdén, ha provocado sensaciones extrañas de saber que no sé, en los vericuetos esos desde donde me defino, donde preparo los argumentos diarios para compartir, competir, rabiar, desear a la mujer del prójimo y a la otra que no es de él, y todo lo demás que constituye mi tormenta en trazos de temporada alta de huracán, que se han acentuado en mi Mar Caribe de alma, seguramente a causa del calentamiento global de la atmósfera y de mis entrañas.

En fin, devaneo en una diatriba sin sentido, como alguien ebrio sin licor, y observo que un mismo día señalado para conmemorar históricas muertes y tragedias, no se rememoren ignotos heroísmos, barbarismos, y amoríos extraordinarios, o de poemas escritos por Neruda, o que Platero haya tomado agua con estrellas, en la mente de Juan Ramón Jiménez.

Que ese un líder se haya inspirado por hacer algo positivo, mientras otro dio rienda suelta a su sombra a la vez, para crear ese contraste tan tajante, que hace posible esta tragicomedia divina, con que nos enamora la vida, día a día. Que nos hace hacer memorias de la historia, andar dando tumbos, e imaginar, con terror y optimismo, el futuro cada día. Cada día.

Nos asomamos a los ojos de mañana, encendemos los botones del pensamiento, y destapamos los archivos almacenados de lo que somos. Y cargamos contra el mundo, contra el viento, argumentando nuestras más preciadas definiciones, seleccionadas por ese proceso tenue, de las sustancias de la personalidad, la genética y la nacionalidad.

Para seguir haciendo historia y cuento, mientras los pájaros cantan desatendidos, y el gato nos mira de reojo con sus ojos verde-amarillos, con desdén e intensidad, todos los días, desde su pedestal.

Revise también

PLN

El PLN no está muerto, aunque algunos lo quieran enterrar

Carlos Revilla Maroto En días recientes, tanto el analista político Delfino (delfino.cr) como el exprecandidato …

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *