…¿Y usted qué opina?
Fernando Berrocal
La elecciones en los Estados Unidos siempre se trataron sobre el alma y el espíritu de los Estados Unidos y no sobre la situación económica de ese país.75 millones de estadounidenses votaron contra la homofobia, el racismo, el desprecio a los Derechos Humanos, los muros de cemento y hierro en las fronteras, el orgullo vanidoso, egocéntrico y prepotente y, sobre todo, el engaño reiterado como arma política frente a la decencia y la humildad necesarias en todos los gobernantes y líderes políticos. Es un triunfo ético.
Ganó la verdad sobre la mentira reiterada como arma política, aunque la situación económica de los Estados Unidos sea buena y Donald Trump haya sido exitoso en revitalizar la economía, renegociar el Tratado de Libre Comercio con México y Canadá y logrado importantes concesiones de China.
El futuro gobierno de Washington representa, en términos ideológicos y políticos, lo que los teóricos y los más reputados académicos llaman el “capitalismo progresista”, como una visión moderna y más cercana a las posiciones social democráticas europeas y latinoamericanas, sobre el desarrollo económico y social, alejado del capitalismo conservador y salvaje de Donald Trump y de las derechas ideológicas en todas partes del mundo.
Esto hace vislumbrar una mejor comprensión política en Washington sobre el mundo multipolar que hemos comenzado a vivir y el renacimiento de la fundamental alianza histórica entre los Estados Unidos y la Unión Europea, así como una revaloración positiva y fructífera de las relaciones de Estados Unidos con América Latina y una presencia estadounidense mucho más activa, coadyuvante y solidaria en el Sistema de las Naciones Unidas. Eso esperamos.
El Partido Demócrata entiende mucho mejor estos cambio de la geopolítica mundial y la necesaria cooperación internacional por un mundo mejor, más solidario y justo, en que se respete la soberanía y la libre y auténtica autodeterminación de los pueblos y en el que se luche, en forma conjunta, por la conservación del planeta y sus recursos naturales, como una prioridad especial y compartida entre las grandes economías y los países en desarrollo, al margen de sus diferencias ideológicas o en la escala de poder mundial.
El anunciado regreso al necesario Acuerdo de París va en esa dirección y fortalece a las corrientes ambientalistas responsables a nivel internacional.
Mucho más complejo y difícil de analizar es el tema de las futuras relaciones económicas y políticas entre los Estados Unidos y sus dos rivales: China y Rusia.
Pero el que puedan renacer y fortalecerse alianzas estratégicas entre los Estados Unidos, la Unión Europea y los países democráticos del mundo, especialmente en América Latina, hacen ver con mucho más optimismo y esperanza el futuro de la condición humana y del planeta que compartimos.
El activo liderazgo y la presencia equilibradora de los Estados Unidos, son una condición esencial para el avance de esos valores e ideales democrático y ahí, igualmente, debe hacerse presente la política internacional de Costa Rica.