¡Se acabó la pandemia!

Pandemia

Yayo Vicente

La pandemia se acabó, eso es lo que pareciera que están pensando algunas personas. Hoy la crisis fiscal dejó atrás y para después a la crisis sanitaria, al COVID-19. ¡Tremendo error! Es cierto que el histograma epidémico parece darnos una pausa, por cierto que ese aplanamiento de la curva sucede con alrededor de los mil casos diarios, nada despreciable. No debemos creer en espejismos.

La biología no es sencilla de modelar, muchos factores cambiantes y dinámicos, afectan el comportamiento de una epidemia. Es claro que estamos muy lejos de inmunidad de rebaño. Si las cifras que puede capturar el sistema de vigilancia reflejan la realidad, sólo el 2% de la población tendría inmunidad. Seamos optimistas y asumamos que el sistema de vigilancia no es muy sensible y subestima lo que sucede, ¿el doble?, 4%. El SAR-CoV-2 por sus características, para lograr la inmunidad de rebaño, requiere que al menos un 60% de la población tenga defensas.

Sólo conocemos tres maneras para conseguir anticuerpos: la primera es enfermarse y sobrevivir (con secuelas o no), la segunda es la vacuna (todavía una promesa) y la tercera son los anticuerpos prestados (inmunidad pasiva), ya sea de suero humano o equino (los anticuerpos monoclonales todavía no están disponibles). En el tercer caso, la protección prestada ofrece una inmunidad pasajera y por eso indicada solo para enfermos.

Entonces el breve aplanamiento de la curva epidémica no es atribuible a la inmunidad de rebaño, pues falta muchísima gente que se enferme y ojalá no, o que nos vacunemos.

Podemos especular con algunas razones que tal vez influyeron en el respiro que nos ofrece la pandemia durante estos días: 1) el efecto mascarilla, 2) lluvias y bloqueos redujeron trashumancia, 3) la falta de trabajo causa una migración reversa, 4) sistema de vigilancia saturado, 5) es normal que la curva epidémica tenga baches (habrá que verlo en el tiempo), durante lapsos cortos, y 6) etcétera.

Lo que debemos esperar son rebrotes más intensos, eso es lo que ha sucedido en otros lugares. La diferencia es que a estas alturas, conocemos más del virus, el personal médico está familiarizado y todos nosotros mejor educados. Tal vez por esa experiencia, los rebrotes nos asustarán menos que al principio, pero igual enfermarán y matarán a mucha gente.

Las victorias siembran los retos del futuro

En medicina poblacional, los avances nos enfrentan a otras realidades y nuevos retos. Costa Rica erradicó el gusano barrenador, la peste porcina, la enfermedad de Newcastle, la rabia en perros. El problema es que la mosca Cochliomyia hominivorax, el virus ARN de la peste porcina, el paramyxovirus de la Newcastle y el virus rábico, siguen existiendo y amenazando.

Al mismo tiempo, el ganadero perdió la costumbre de rondar a sus animales para curarles las gusaneras, el porcicultor se acostumbró a no vigilar las enfermedades rojas, el avicultor afloja con sus programas de vacunación, y la gente no vacuna a sus perros.

Costa Rica prácticamente erradicó la malaria o paludismo, responsable de casi medio millón de muertes al año en los trópicos y que se ensaña con los niños. La baja incidencia, casi ocasional, significa que el tratamiento no siempre está a mano y que mucho doctor no está familiarizado con síntomas y hasta tratamientos. El asunto es que sí tenemos al transmisor (vector), los mosquitos del género Anopheles, y si no aislamos y curamos a un paciente malárico, se puede otra vez propagar la enfermedad.

Nos sucede igual con todas las enfermedades inmunoprevenibles, el país tiene uno de los mejores esquemas de vacunación del mundo (casi 15 enfermedades), eso ha significado vigilar cada caso de parálisis flácida, en busca de poliomielitis, todo un procedimiento nacional cuando un grupúsculo de antivacunas se contagia con sarampión o sucede un brote de paperas en las cárceles.

En fin, cada vez que avanzamos, cambiamos de paradigma sanitario y devolverse es un drama.

Asumir que la pandemia acabó, puede dar una falsa sensación de seguridad y podemos bajar la guardia. Si bien es cierto que hay necesidad de reiniciar la economía, debe hacerse con la “nueva normalidad”: distanciamiento físico, menos movilidad, lavado de manos, mascarillas, protocolos de estornudo y tos. Ignorar la pandemia significaría más enfermos y muertos.

Me ha tocado oír, con desagradable sorpresa, a un “dirigente” decir que la pandemia es un invento o una sencilla gripe. Desconoce que los científicos han fotografiado y hasta descifrado las entrañas (secuenciado) del virus. Parece que este tipo de atrevidos, ignoran a los más de mil muertos en Costa Rica y más de un millón en el mundo, además de las secuelas de tanto sobreviviente. Según este tipo de irresponsables, los médicos ticos y del mundo inventan sus diagnósticos y los pacientes son actores que fingen su angustia respiratoria, las tormentas de citoquinas y hasta su muerte.

Audio Célimo Guido

Una crisis dentro de otra crisis

Vemos parques sin vida y cerrados con cinta amarilla. Los “pollos” vacíos donde solían sentarse los enamorados para intercambiarse caricias, los amigos grandes conversando sus recuerdos, los “güilas” persiguiendo palomas, los vendedores de lotería anunciando el número ganador, los vendedores de mariguanol, cosa de horno, y toda la actividad que antes de la pandemia, que llenaba nuestros parques, son hoy evidencia que todo cambió.

Con una lista de amenazas que incluye hasta lo no sucedido o lo que nunca ocurrirá, se instiga a las personas que ya estamos a punto de caramelo. Con menos o ningún ingreso, rutinas alteradas, tanta incertidumbre y un liderazgo gubernamental que no arranca, todos estamos hipersensibles, angustiados y con bajísima tolerancia.

El Estado arrastraba un problema de déficit fiscal, que se agravó con la pandemia. Recurre al FMI, que para eso existe, y hace una propuesta poco socializada con los actores fácticos y políticos del país. Eso está mal, es inoportuno y carente de olfato político.

También está mal, aprovechar el momento para hacer una protesta (sin propuesta) y usar los ánimos caldeados para azuzar a la gente incauta y desconocer la institucionalidad al punto de la sedición. Está mal atravesar el caballo a una economía que apenas reinicia. Imagino al cocinero, camarero, peluquero, cantinero, lustradores de zapatos, ilusionados por finalmente recuperar su dignidad y trabajo y un bloqueo les tira un balde de agua fría.

Recuperemos la cordura

La pandemia no se acabó. Es posible que nos falte al menos un periodo igual al vivido, otra mitad. Será más difícil, estamos cansados, aburridos y sin esperanza. No se vale tratar de vencer la pandemia con bloqueos y jugando con la ilusión de quienes poco a poco daban sus primeros pasos para “normalizar” sus vidas.

Es de bien nacidos conversar, la política, según el Dr. Bernard Crick, es “la forma de conciliar intereses divergentes en el seno de un país plural. Es decir, buscar con astucia, tolerancia, prudencia y flexibilidad maneras para llegar a acuerdos sobre diferentes temas, desde diferentes intereses que están en pugna, en un país que es heterogéneo y tiene variedad de visiones sobre cómo debe resolverse o debe tocarle a un grupo o actividad tal o cual cosa”.

Este no solo es el país de todos, es también el que heredaremos a nuestros hijos y nietos. Es el que nos heredaron nuestros padres y abuelos. No tenemos derecho a destruirlo creando una crisis dentro de otra crisis. Debemos ser visionarios y recuperar la cordura.

PANDEMIA. El fenómeno salud-enfermedad, es complejo y cuando se escala a una población, se le suman infinidad de nuevas variables, haciéndose todavía más intricado. Poner en palabras simples lo que todavía no acabo de comprender, ha sido mi reto durante la pandemia por COVID-19.

Revise también

Arsenio Rodríguez

El viaje imaginario

Conversaciones con mis nietos Arsenio Rodríguez “Adán y Eva hablando en el Paraíso… —Si pudiéramos …

3 comentarios

  1. Gustavo Elizondo

    Este señor Guido, gran aliado de Maduro y a quien reciben con honores cuando va a Venezuela, ¿no le parece una falta de consideración para las familias que han enterrado víctimas del Covid, que pueden ver al fallecido solo por 15 minutos y sin tener amigos presentes que les fortalezcan con un abrazo de solidaridad?, qué bocón, el destino se la puede cobrar como a Trump.Como siempre Yayo, muy acertado, le hacen bien los aires marienses.

  2. Gustavo, sos muy acertado. Me gusta escribir en la montaña, con la neblina y los trinos de fondo. Me desahogo y consigo conversar así con tanta amiga y amigo.

  3. Humberto Espinoza Fonseca

    Don Gustavo Elizondo compara a Guido con Maduro. Pero no analiza por qué este país cada vez más se parece a la Venezuela de los Adecos y Copeyanos. Venezuela no tuvo nunca institucionalidad y su soldadezca siempre estuvo al lado de esa clase a la que no le importó nunca el 60% de pobreza en tiempos ee Carlos Andrés Pérez. Solo falta llamar a la fórmula Biden-Harris de Guido-Corrales tal y como lo hace el especulador immobiliario Trump. Desconocer la historia es creer que podemos explicar el aparecimiento de oportunistas lanza-piedras y miguelitos como meros agitadores. Explicaciones simplistas oscurecen la mente. Cuanto más se transforman nuestras instituciones en medios de enrequecimiento ilícito o declararlas en abandono, mayores posibilidades tendremos de fracasar. Apoyarse en la idea de que el tico es bonachón y que no le gusta el desorden y la idea de guerra es como querer llegar a la cima del Everest sin oxígeno. Cuidado con estos análisis simplistas. Maduro-Ortega son un estribillo de varios sectores de nuestra sociedad para barrer la basura por debajo de la alfombra.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *