Frente a la Pandemia del Coronavirus, COVID 19, ¿qué hacer?

Vladimir de la Cruz

Vladimir de la Cruz

La situación que pasa el país no es de minimizar en su significado, su impacto y sus reales y posibles consecuencias. Hoy se habla de Pandemia, lo que significa que es una enfermedad de carácter infecciosa que afecta extensas regiones, de características geográficas más allá de un país, de una región y un continente, que tiene alcance global, universal, en algunos casos con altos índices de mortalidad.

Para la Organización Mundial de la Salud la Pandemia se caracteriza porque la produce un virus nuevo, para el cual la población no tiene inmunidad, que el virus tiene la capacidad de producir gravedad en la enfermedad y que el virus tiene la capacidad de transmitirse fácil y eficazmente de persona a persona, cuando esta propagación del virus se da al menos en dos países de una región, cuando se proyecta hacia otras regiones, y cuando trasciende a un continente como está pasando en este momento con el Coronavirus, COVID 19.

La Historia Universal ha conocido este tipo de Pandemias. Desde antes de Cristo se reconocen en la literatura y en la historia situaciones de esta naturaleza. Durante la Guerra del Peloponeso, probablemente por fiebre tifoidea, murió, se calcula, la cuarta parte de las tropas atenienses y la cuarta parte de la población, como un daño colateral, como lo llamarían hoy.

Entre los años 165 y 180 d.n.e. se produjo la llamada peste antonina, que solo en Roma produjo la muerte de 5000 personas por día.

La peste bubónica, también conocida como Peste Negra, una de las más devastadoras en el mundo, empezó a reconocerse desde el año 541, como Peste de Justiniano, en el imperio romano, la que llegó al continente africano, especialmente a Egipto, donde se estima que morían 10.000 personas diarias. La peste negra causó estragos en Europa y el mundo. En el siglo XIV se calcula que mató 20 millones de europeos. Todavía no se había llegado a América ni se había colonizado Africa. Solo en el siglo XX la peste bubónica mató alrededor de 12 millones de personas. Todavía hay casos de ésta Peste en Estados Unidos, en los Estados de California y Colorado.

Las pandemias del Cólera son muy conocidas en la Historia universal y en la costarricense. En el siglo XIX el Cólera se dio en diversas regiones del mundo afectando, con millones de muertes, países o regiones como Bengala, China, el Mar Caspio, Europa, Nueva York, en Rusia, en Costa Rica, donde afectó con la muerte al 10% de la población en 1856.

En el siglo XX son conocidas las epidemias de la llamada “gripe española”, cuya cepa es la H1N1, que llegó a matar cerca de 50 millones de personas en diversas partes del mundo, de ellas 500.000 personas en Estados Unidos. La H1N1 sigue considerándose como una pandemia por la Organización Mundial de la Salud.

A ellas se sumaron las llamadas Gripe asiática, de 1957, la Gripe de Hong Kong, de 1968, la Gripe rusa, de 1977 y el VIH-SIDA que surgió provocando un pánico enorme en todo el orbe, estimando su efecto de muerte en más de 30 millones de personas solo en Africa, en donde en algunos países su impacto fue terrible. El SIDA está considerada como la pandemia que sigue asolando al mundo.

También se dieron la Gripe Aviaria, en el 2003, el Ebola y hoy tenemos la enfermedad provocada por el Coronavirus-COVID 19.

En el mundo estas enfermedades han causado millones de muertes. Se dice, incluso, que algunas de ellas han provocado más muertes que las originadas en las guerras mundiales. En estas guerras se calcula que han muerto 14 millones de personas en la Primera Guerra Mundial, 52 millones en la Segunda Guerra Mundial. Se ha calculado que durante el proceso liberador anticolonial africano, y mundial, entre 1940 y 1990, murieron en las luchas Nacional Libertadoras cerca de 28 millones de personas.

A nivel de registro histórico se dice que la viruela es la pandemia que más muertes ha provocado, alrededor de 300 millones de personas. Le sigue el sarampión con alrededor de 200 millones de personas, y la Gripe Española que provocó cerca de 100 millones de muertes.

Con la invasión europea al continente americano, a partir de 1492, llegó al continente la peste bubónica que afectó mucho a la población indígena de América. Con los españoles y los europeos llegaron a América enfermedades infectocontagiosas como la viruela, el sarampión, la tos ferina, la gripe, la difteria, el tifus, la rabia, la lepra, la fiebre amarilla, por las cuales murieron millones de indígenas, junto a la guerra de resistencia que dieron frente a la guerra impuesta. Las muertes de los indígenas están relatadas en las crónicas coloniales. Se calcula que la población de Costa Rica a la llegada de los españoles pudo ser mayor de medio millón de personas, y en 1800 la población era de 30.000 habitantes, menos de 50.000 en 1821 y de 100.000 personas para el período de la Guerra contra los Filibusteros norteamericanos a mediados del siglo XIX.

La pandemia del Coronavirus-COVI-19, así declarada por la Organización Mundial de la Salud, nos llegó, con grave repercusión a sectores pobres y de la tercera edad de la población, aunque con un carácter muy democrático de infección, especialmente porque quienes se convierten en agentes trasmisores son principalmente sectores de las clases medias y altas, con capacidad de viajar y de moverse de países en países y de regiones en regiones.

A ello suma la destrucción del planeta y los cambios climáticos originados por ese impacto del desarrollo capitalista mundial.

Y suma, de manera especial, en aquellos países que carecen de un sistema nacional de salud pública y de seguridad social que cubra ampliamente a la población.

La brutalidad de los sistemas de salud insuficientes en este sentido ha hecho que en Italia, por ejemplo, públicamente se haya reconocido que las personas mayores de 80 años no serán atendidas con la medicina especializada para esta enfermedad. Se ha declarado públicamente su sacrificio y muerte “digna” en sus hogares.

La pandemia del Coronavirus-COVI-19 ha tenido un impacto enorme en la economía global que hoy tenemos, en los procesos de encadenamientos productivos y de servicios asociados, especialmente de los sectores turísticos, servicios y ciertos procesos de producción que se realizan en distintas partes del mundo de manera encadenada. El mismo Presidente de los Estados Unidos, rectificando unas declaraciones suyas, dijo que se está ante una recesión económica y un problema que no se va a resolver antes de agosto de este año.

Las medidas tomadas por el Gobierno Nacional son válidas pero tienen sus consecuencias serias en la economía nacional, en el proceso productivo, y evidencian, en un caso como el de Costa Rica, la importancia de ciertos servicios públicos de una larga trayectoria histórica, como son los servicios en manos del Estado, de agua potable, desde que se desarrollaron las cañerías en 1865 en el país, y hoy se puede garantizar que en cualquier parte del territorio nacional se puede tomar agua potable desde cualquier tubo, los servicios hospitalarios que desde el siglo XIX empezaron a impulsarse y se fortalecieron con las políticas de salud pública de la década de 1920, con la seguridad social en 1943 y su expansión a partir de 1949, con la educación pública amplia que hoy tenemos, con la educación superior que se ha alcanzado en el país, especialmente en el área de las ciencias médicas y paramédicas.

Las medidas de emergencia que el Gobierno ha tomado son válidas y hay que apoyarlas, como son la suspensión del proceso educativo, con el apoyo de las instituciones privadas de educación que lo han hecho y con las Universidades públicas que también han tomado esa decisión.

Igualmente, la política de restringir el ingreso de extranjeros, de ejercer un gran control migratorio en todos los puertos, aéreos, portuarios y de fronteras terrestres, del mismo modo el establecer “cuarentenas” de 14 días a los nacionales que ingresen desde el extranjero, la prohibición de actividades públicas de cualquier tipo que concentren ciudadanos, así como espectáculos deportivos, culturales, musicales, sitios como bares, cantinas y casinos.

Frente a estas medidas hay que entender que el Gobierno de la República debe garantizar algunas cuestiones importantes:

1.- No se debe discutir en la Asamblea Legislativa, aprovechando la situación y la confusión que esta situación puede causar en el ambiente nacional, ningún proyecto de ley que tienda a modificar, restringir o disminuir leyes sociales y leyes laborales, derechos y libertades públicas, en el campo del derecho laboral, social y de los Derechos Humanos. Pueden haber sectores políticos interesados en aprovechar esta situación para aprobar modificaciones de ley o leyes en este sentido. No se pueden flexibilizar jornadas durante la crisis de la pandemia.

2.- Deben impulsarse medidas de emergencia que garanticen ingresos mínimos, por subsidios económicos o bultos alimenticios básicos, a los desempleados, y a las mujeres cabezas de familia, de las cuales hay registros oficiales, frente a una parálisis de la economía nacional, cierre o quiebras de pequeñas empresas.

3.- Deben establecerse ayudas directas a los micro y pequeños empresarios para garantizar sus actividades economías y de generación de empleos. A los empresarios se les puede bajar el pago del IVA sin que se perjudique la contratación personal, sin que se afecten los salarios de sus trabajadores, y sin que se modifiquen jornadas de trabajo bajo la modalidad que se ha querido implementar de la llamada flexibilización de la jornada, o bajo el sistema de 4-3.

4.- Hay que vigilar fuertemente que ante esta situación de emergencia nacional no se produzcan despidos masivos, ni se tienda a recortar salarios de los trabajadores porque algunas actividades productivas puedan suspenderse.

5.- Apoyar a las empresas que cumplen con sus pagos tributarios y de la CCSS y sus compromisos sociales, durante este período de la crisis. Las empresas elusoras, evasoras y que no cubren sus compromisos de pagos con la CCSS deben ser vigiladas para que no se aprovechen de ayudas públicas que pudieran aprobarse para mantener las actividades económico productivas del país.

6.- Debe disminuirse el pago de intereses al mínimo posible de los préstamos bancarios, de las tarjetas de crédito de todo tipo, y de las ventas de negocios que tienen sistemas de intereses usureros, mientras dure la emergencia nacional, bajo control severo de las instituciones públicas del Sistema Financiero Nacional, como las distintas superintendencias, encargadas de esta vigilancia.

7.- Las Instituciones de Defensa de los Consumidores, de las que existen en los Ministerios respectivos, deben activarse al máximo posible para evitar especulaciones de productos y de precios de artículos de consumo básico.

8.- Si se llegan a reducir jornadas de trabajo no se debe afectar el salario de los trabajadores, durante el período de la emergencia nacional. Se debe garantizar igualmente el salario de los trabajadores que resultaren enfermos.

9.- Debe vigilarse por parte del Ministerio de Trabajo y de la Caja Costarricense del Seguro Social, que las condiciones de trabajo, de todos los trabajadores, públicos y privados, no se precaricen durante el período de la emergencia nacional.

10.- La crisis que pueda ocurrir resultado de esta pandemia no debe hacerse descansar en los sectores más pobres, excluidos y marginados de la sociedad. Que quienes tengan mayor capacidad económica y de capital soporten el peso de esta situación. José Figueres en 1948 para atender la crisis generada por la guerra civil impuso un impuesto al capital del 10%, y Alfredo González Flores, en 1914, quiso desarrollar una política impositiva de manera que el rico pagara sus impuestos como rico y el pobre como pobre, frente a la crisis que el país tenía por el impacto de la I Guerra Mundial.

11.- Debe ejercerse un control extremo sobre los precios de los productos farmacéuticos de básica necesidad, de manera que no se especule con ellos, y se garantice su existencia. Si fuera del caso congelar precios a la baja, al más bajo costo posible.

12.- Que se contrate a los médicos desempleados, que hay por montones, para que colaboren en la atención de esta situación en diferentes partes del país.

13.- Durante el período que dure la crisis y hayan restricciones públicas debe decretarse una moratoria de pagos de los servicios públicos de agua, electricidad, recolección de basuras, y de ciertas cargas municipales, para las barriadas más pobres y populosas de las ciudades.

Pueden haber otras medidas. Los ciudadanos tienen la palabra. Esta situación de la pandemia es un asunto de todos.

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