Ocean Castillo Loría
Dedico este artículo a mi hermano, Kenneth Mathiew Chaves.
A dos años de su fallecimiento.
Hace algún tiempo, en el país se celebraron los 25 años de la firma del Plan de Paz para Centroamérica, y es en ese marco, que el pasado 13 de octubre se cumplieron 25 años del anuncio del otorgamiento del Premio Nobel de la Paz, al Dr. Oscar Arias Sánchez.
La iniciativa del Dr. Arias Sánchez generó consecuencias muy importantes para la región, la primera, el que el conflicto de la zona pudiera resolverse por los mismos centroamericanos.
En esa línea, la autonomía de la región quedaba confirmada, sacándola de la influencia y hasta poder, que ejercían las potencias de aquel momento, dentro de la coyuntura de la Guerra Fría. Tal era el caso de los Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y sus satélites (Cuba)
Con el anuncio del Premio Nobel, quedaba claro como el sistema internacional, admiraba la voluntad de los mandatarios de Centroamérica para alcanzar la paz, cosa que comienza a concretarse aquel 7 de agosto de 1987.
El origen de ese difícil camino que llevará a Centroamérica a la paz, se encuentra en la idea e iniciativa del Dr. Oscar Arias Sánchez, presentada a la mayoría de los mandatarios en San José, Costa Rica, en esa primera reunión, denominada: “Una hora para la paz”, en la que no estuvo presente el presidente de Nicaragua: Daniel Ortega Saavedra.
En otro orden de cosas, la propuesta de Arias, permitió volver a retomar la credibilidad en el servicio exterior costarricense, esto era clave inclusive, para el resguardo de la seguridad externa de Costa Rica.
En noviembre de 1983, el presidente Luis Alberto Monge, emite la Proclama de Neutralidad, no cabe duda, que ésta, le va abrir un importante margen de maniobra a lo que posteriormente será el accionar de Arias Sánchez.
Pero también es cierto, que gracias al Plan de Paz de Arias, Costa Rica retoma el prestigio internacional con el que contaba. Ese prestigio es el que se ve coronado con aquel anuncio del 13 de octubre de 1987.
El Plan de paz es firmado… pero en esa firma de los presidentes se trasluce si se quiere, la tozudez del Dr. Oscar Arias y su equipo de colaboradores. Aquí debe tenerse claro que ese empeño, no es solo fruto de las circunstancias de aquel momento, sino, fruto de convicciones políticas surgidas en la mente de Arias desde muy temprano en su función pública.
Ya como Ministro de Planificación de la administración de Daniel Oduber (1974 – 1978), Arias hablaba de democracia e independencia para América Latina, una América Latina atormentada por la pobreza y la falta de libertad. Ya en esa época, Arias hablaba contra el imperialismo del que era víctima América Latina y que podía combatir unido como subcontinente.
De igual modo, se puede observar el firme deseo por la paz para Centroamérica en Oscar Arias, en sus tiempos de diputado de oposición, siendo uno de los más férreos críticos de la política exterior del gobierno de Rodrigo Carazo Odio (1978 – 1982)
Luego, como Secretario General de su partido, Liberación Nacional, cuando habla de la vivencia costarricense de la libertad, frente a la amenaza del totalitarismo, y la senda del pacifismo como respuesta a los problemas del país.
Así las cosas, en Arias, la paz tiene que ver con la libertad, con la democracia, no solo la política, sino también la económica y con la igualdad.
Ahora bien, desde la perspectiva de la evolución del estudio de las relaciones internacionales, no cabe duda que los anhelos de Arias y sus colaboradores, caben en la escuela idealista.
Esto, por cuanto hay una clara oposición al fenómeno de la guerra, con una gran fe, basada en el progreso que alcanzaría una Centroamérica pacífica en términos de desarrollo.
Asimismo, la propuesta de Arias, sustenta una gran fe en el derecho y en la moral internacional, como instrumentos para resolver en este caso, la guerra que carcomía los cimientos de la sana convivencia entre los países centroamericanos.
En esta misma lógica, lo que se conoció como el Plan Arias, refleja un evidente deseo de defender los derechos humanos, derechos golpeados tanto por los ejércitos regulares, como por los movimientos subversivos.
Arias mostró una política exterior idealista, una política llena de valentía, una política que en muchas ocasiones, en aquel momento, como inclusive en el presente, ha sido objeto de inmensas incomprensiones y mezquindad.
Ya hemos hablado de la influencia y hasta poder que tenían sobre la región los principales actores de lo que se conoce como “La Guerra Fría” y sus satélites, es por ello que la propuesta del gobierno de Costa Rica, necesitaba una fuerte dosis de respeto por parte de dichos actores.
Esa dosis se la dio el anuncio de aquel 13 de octubre de 1987, anuncio que significó una gran presión para que los Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, dejaran de meterse en el conflicto centroamericano.
Y es por ello que aquel anuncio no cayó nada bien en el Departamento de Estado de la potencia del norte. Inclusive, algunos de los funcionarios de la administración Reagan, dijeron que el premio era prematuro e inmerecido.
Con este anuncio, se terminaba de poner el sello de derrota a la política exterior Estadounidense, el prestigio que daba el Premio Nobel, le brindaba al país la oportunidad de negociar su política económica con los Organismos Financieros Internacionales. Y pese a la oposición de Reagan, el gobierno de Estados Unidos no dejó de ayudar a Costa Rica, pero sí hay evidencia histórica de atrasos y obstaculización de dicha ayuda.
El 13 de octubre de 1987, con el anuncio del otorgamiento del Premio Nobel de la Paz al Dr. Oscar Arias Sánchez, se anunciaba un galardón para toda Costa Rica, pero también se le reiteraba un mandato: el que este pequeño país de Centroamérica siguiera con su tenaz labor de convencer a quienes siempre apuestan por el conflicto, a que el mejor camino, es el que resalta a la humanidad misma, el camino de la civilidad, el camino de la paz, el camino de la vida.
No cabe ninguna sombra de duda, en el sentido de que ese anuncio, ha sido el más importante homenaje a la vivencia democrática costarricense (Que tiene entre sus ejemplos, la abolición del ejército y su fuerte impulso a ámbitos como la educación y la salud) y por supuesto, el más importante homenaje a la política exterior de un gobierno de Costa Rica en el siglo XX.