Una mañana de diversidad, una tarde de odio e intolerancia

Guido Mora

Guido Mora

Ayer en la tarde, después de una marcha multitudinaria, en que prevaleció la tolerancia y se hizo evidente la diversidad que caracteriza la sociedad costarricense; luego de que quedaron las calles limpias, a diferencia de lo que ha sucedido en otras manifestaciones sociales o políticas; las redes sociales se llenaron de odio, basura, intolerancia e insultos.

Algunos creyentes, que posiblemente durante la mañana y en sus respectivos templos, comulgaron o rindieron culto a cualquiera de las divinidades que tienen o les han metido en la cabeza y haciendo caso omiso a las escrituras, concretamente a Juan 13-34 que reza: Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; que como yo os he amado, así también os améis los unos a los otros -palabras expresadas por Jesucristo, según la historia bíblica consignada en el Nuevo Testamento-; se dedicaron a realizar las manifestaciones más grotescas, cargadas de ira y odio de las que hemos sido testigos.

Una vez más, como lo hicieran a inicios de 2018 en la famosa marcha por la familia, que al final terminó siendo la marcha del odio; quienes deben ser tolerantes y dar el ejemplo, siguiendo los dictados religiosos que tanto dicen defender, abrieron la Caja de Pandora de la intolerancia y el odio.

Una vez más, hemos sido testigos de la manipulación política del discurso religioso, que en vez de buscar la paz, incita a la guerra, a la división y al juzgamiento irracional de quienes -como sucedió en la Inquisición-, por tener una vida diferente, son señalados como pecadores y por ende, condenados al “fuego eterno”.

Tanto odio han acumulado esas manifestaciones religiosas, las sectas y sus representantes, que duda uno que tengan en su corazón, el halo divino que el Creador, con su inmenso amor, supuestamente deposita en sus fieles seguidores.

Flaco ejemplo para quienes, sin profesar una confesión religiosa, resultamos más tolerantes y dispuestos a convivir con creyentes o no creyentes, bajo la única condición de que, como seres humanos, debe respetarse su modo de vida y su libre albedrío.

Llenan de preocupación y tristeza, la intransigencia y la actitud inhumana de estas manifestaciones, ajenas a los Derechos Humanos que por tradición los ticos hemos defendido y promovido.

Asumamos el reto de fortalecer en la Costa Rica del Siglo XXI la tolerancia y la paz. Esta es el país que debemos legar a las nuevas generaciones. Que sea al amor y no el odio, el que guíe el quehacer social y político en nuestra sociedad.

Si no construimos una sociedad tolerante, posiblemente estemos a las puertas de conflictos sociales, que sin duda alguna lamentaremos y que podrían transformar irreversiblemente la idiosincrasia que ha caracterizado a esta nuestra querida Costa Rica.

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Un comentario

  1. Gustavo Elizondo

    Como siempre don Guido, excelente comentario, «muchos por amar a Dios, dejan de amar a Dios», la intolerancia parece ser marca de los grupos religiosos y de una sociedad costarricense retrógrada. Me llenó de orgullo que mi hija mayor acompañara a sus amigos LGTB en la marcha, ella nos representó.

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