Un vistazo a Las Vegas, la otrora ciudad del pecado

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Carlos Revilla M.

Carlos Revilla

Para hablar de Las Vegas, hay que hacerlo de la Strip, una franja de 6,4 km de Las Vegas Boulevard engalanada con grandes hoteles y casinos, capillas para casarse en un santiamén y bufés de primera en los que se puede comer todo lo que uno quiera o pueda por un precio fijo. Es una de las avenidas más filmadas y fotografiadas de los Estados Unidos, y probablemente junto con el Hollywood Boulevard en Los Ángeles (donde se encuentra el paseo de la fama de Hollywood) y la Quinta Avenida de Nueva York, sean las avenidas más famosas de ese país.

Y, por supuesto, todo ello animado por el juego, a cualquier hora, de cualquier clase, en cualquier lugar. Aquí es donde Bugsy Siegel, el fundador de la ciudad y mafioso, dictaba las leyes a seguir y donde el Rat Pack —aquel grupo de amigos conformado por Frank Sinatra, Dean Martin, Peter Lawford y Sammy Davis Jr.— dictaba el estilo a seguir; aquí es donde el millonario Howard Hughes vino a esconderse y donde Elvis Presley actuó por última vez.

La mayor parte de la Strip ha sido incluida en el All-American Road, y por ello reconocido por el Departamento de Transporte de los Estados Unidos por su valor arqueológico, cultural, histórico, natural, recreacional, y escénico. Muchos de los hoteles, casinos y resorts más grandes del mundo están localizados ahí. De hecho, entre sus más de 200 hoteles y moteles, 18 de los 25 mayores hoteles del mundo se encuentran en la ciudad, incluido el mayor de todos, el MGM Grand, que tiene más de 5 000 habitaciones, y la mayoría está en la Strip. No en vano, Las Vegas es la ciudad más visitada de los EE.UU.

También se pueden encontrar aún su dosis de imitadores de personalidades —especialmente de Elvis— y espectáculos (en los que actúan muchos famosos, más que todo de la vieja guardia, incluso algunos ya en franca decadencia), y podrán visitar todavía destinos de primera como el museo Liberace, el Museo de Elvis o la concurrida capilla Candlelight, que, junto a las otras 25 iglesias de la Strip, es responsable de 80 000 matrimonios todos los años. Pero entre esos ases en la manga de los que hablamos, se encuentran también la nueva estirpe de superhoteles temáticos como el Venetian; el Paris; el Mandalay Bay; y el New York, New York entre otros, que mantienen viva la tradición de Las Vegas de apropiarse de iconos internacionales para reproducirlos a una escala mayor que la real, proyectándolos con proporciones exageradas. Todo es deslumbrante y desvergonzadamente artificial, una ciudad abierta las 24 horas del día, los siete días de la semana, en la que sólo el dinero es real y donde si a las dos de la mañana los casinos están demasiado llenos sólo se puede hacer una cosa: irse de compras. Es imposible no amar este lugar.

Entre los grandes hoteles hay uno que sobresale sobre todos los demás, me refiero al Bellagio, un imponente palazzo estilo italiano diseñado según las pautas del que lleva el mismo nombre en el lago Como. El hotel es un pionero que se mantiene un escalón por encima de la frivolidad y el neón de Las Vegas. Lo que no quiere decir que todos los detalles en cada rincón de este lugar no sean ostentosos y el no va más; sencillamente, es el no va más, pero con gusto. Tiene cerca de 3 000 habitaciones repartidas por sus 36 pisos, lo que lo convierte en uno de los hoteles más grandes del mundo, amén de ser uno de los casinos de mayor tamaño de la ciudad (junto con el MGM Grand y el Riviera) y el más caro construido hasta la fecha en Las Vegas (costó 1 600 millones de dólares). Y es que esos mármoles omnipresentes habrían sido la envidia de los Médicis.

En la actualidad sus restaurantes de primera categoría son también un polo de atracción a tener en cuenta; y ninguno puede competir en encanto con la azotea del Bellagio. En los extremos del espectro de todos los sitios para comer que tiene el hotel se encuentran el para nada humilde bufé (aflójese la faja si se acerca a la supercena de los domingos) y el muy galardonado Picasso, adornado precisamente con 11 obras de este artista. Y entre medias, toda una gama de alternativas: Aqua, una elegante y llamativa marisquería; Le Cirque, una exquisita miniatura de su legendario primo neoyorquino; Prime, un restaurante especializado en carne con el estilo glamoroso de los años 30 y dirigido por el famoso chef francés Jean Georges Vongerichten; etc., etc., etc. Cuando se haya terminado el postre vaya a ver la coreografía interpretada al son de la música por más de un millar de chorros de agua en el lago artificial de tres hectáreas de superficie, llamado “Fuentes del Bellagio”, un espectáculo que no hay que perderse por nada del mundo. La gente se agolpa alrededor del lago, y espera pacientemente a que inicie una nueva función del agua danzante al ritmo de la música. Por cierto, tengo una foto que me tomé con unas vedettes, cerca de una de las entradas del Bellagio, donde estábamos esperando por el espectáculo de los chorros de agua.

Siguiendo con el Bellagio, se puede disfrutar de un chapuzón nocturno en el área de piscinas mediterráneas y asistir a un indescriptible espectáculo submarino a cargo del reputado Cirque du Soleil (en el teatro del hotel, construido a medida y que costó 60 millones de dólares). Y después aún seguirá sonando la música en la discoteca Light, demostrando que no hace falta salir del hotel ni un sólo instante para divertirse. Ah, y ya que esto es Las Vegas, no se preocupe, por si acaso, hay dos capillas para casarse dentro del Bellagio y una de ellas abre las 24 horas del día.

Varios hoteles de la Strip han aunado esfuerzos para hacer la calle más agradable para los peatones. Los nuevos casinos diseñan sus fachadas para atraerlos, y muchas de esas fachadas son de por sí un centro de atracción, entre las que cabe destacar el volcán del Mirage o las ya descritas, fuentes del Bellagio. La gente se aglutina frente a los casinos para admirar las atracciones.

Con la intención de aliviar el tráfico en las intersecciones más populares se han instalado varios puentes peatonales. Los primeros puentes que se instalaron fueron en la intersección del Tropicana con la calle Las Vegas Boulevard y dados los buenos resultados, se han creado puentes adicionales en las intersecciones de las calles Las Vegas Boulevard con Flamingo Road, entre The Mirage/Treasure Island y el Venetian y los más recientes en la intersecciones de las calles Las Vegas Boulevard-Spring Mountain y la avenida Sands conectando el Wynn Las Vegas con el centro comercial Fashion Show Mall.

Recorrí buena parte de la Strip, llevándome varias sorpresas, como que hay una catedral católica en medio de todo este maremagnum, que se llama Ángel de la Guarda (de la que les hablaré cuando escriba sobre el mártir Francisco Garcés, el pionero del catolicismo y descubridor de Nevada), que está junto a las oficinas de la Diócesis de Las Vegas o que hay pequeños quioscos-tiendas de venta de marihuana, aprovechando que ya es legal su consumo personal en el estado de Nevada.

En cuanto a espectáculos, siempre había querido asistir al de un mago, y compramos boletos para ir a ver el show Mindfreak del famoso ilusionista Criss Angel en Planet Hollywood. No digo que me decepcionó, pero no lo disfruté como creí que lo haría, tal vez fui con mis expectativas muy altas, definitivamente, por lo menos para mi, no hubo “magia”. Pero si la magia no es lo suyo, hay espectáculos musicales, comedia, strippers (maripepinos), etc. Hay para todos los gustos.

No nos hospedamos en el Bellagio, pero si en el Circus, Circus; otro megahotel en las Vegas, de hecho el cuarto estaba en el octavo piso de una de las torres del hotel. Para el check-in tuvimos que hacer una fila enorme, es realmente un gentío. El hotel es tan grande, que en el mezzanine del casino hasta hay un McDonald’s, con eso les digo todo.

La visita a Las Vegas tiene sus temporadas, dicen los conocedores que la mejor época para visitar la ciudad es entre junio y agosto, en pleno verano, cuando hace un calor casi insoportable, pero en todo lado hay aire acondicionado, y además como aliciente, son los meses en los que los hoteles son más baratos.

En un intento de promocionarse como un destino familiar, Las Vegas está empeñada en ganarse una respetabilidad burguesa, cambiando su imagen de “ciudad del pecado” por un futuro de lujo que tiene que ver más con indulgencia que con perversidad y morbo. En ese sentido, aunque todavía se mantienen muchos de los pecados; ya la percepción de la gente sobre la ciudad está cambiando, y se está consolidando como una ciudad temática, para el entretenimiento de todos.

¿Volvería a Las Vegas? no creo, no es lo mío. Pero si es un lugar para conocer si se tiene la oportunidad, como fue mi caso.

La Strip es otro de los lugares descritos en el libro 1.000 sitios que ver antes de morir de Patricia Schultz.

Como siempre preparé una galería con imágenes de la Strip y algunos otros lugares de Las Vegas.

 
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