Un partido de profundo sentido social

Luis París Chaverri

Luis París

Hace sesenta y seis años, en la Paz de San Ramón, bajo el liderazgo de José Figueres Ferrer y con la convicción de que en el escenario de la política nacional se necesitaba “un movimiento ideológico para contribuir democráticamente a que se realice la reforma de nuestra sociedad que mejor responda a los anhelos de nuestro pueblo”, se fundó el Partido Liberación Nacional (PLN).

Don Pepe, quien en su quehacer político se guió siempre por el ideal de lograr “el bienestar del mayor número”, es uno de los protagonistas más destacados de la historia patria y fue un líder visionario que influenció el pensamiento y la cultura política costarricense e inspiró las grandes transformaciones que se dieron en la segunda mitad del siglo pasado, siendo el PLN una de sus creaciones de mayor trascendencia para la vida política del país.

El accionar de este colectivo político, ya sea desde el poder ejecutivo o desde el parlamento, le ha deparado ingentes aportes al desarrollo económico y social del país; de su seno han salido la mayor parte de las ideas y los dirigentes que forjaron la Costa Rica moderna y que construyeron los cimientos que le ha permitido a nuestra nación alcanzar los niveles de desarrollo humano que hoy –a pesar de los problemas que aún nos agobian– la ubican entre las primeras de América Latina.

En los últimos años, al PLN se le critica y acusa con frecuencia, aún por algunos de sus correligionarios, de haberse desviado de la orientación socialdemócrata de sus orígenes hacia posiciones mas conservadoras, de corte neoliberal, señalamiento equivocado e injusto a nuestro criterio, puesto que ignora su carácter reformista, evolutivo, de una concepción pragmática congruente con su proclama fundacional y con sus cartas ideológicas.

Esta agrupación política asumió como doctrina orientadora el conjunto de ideas y principios de la socialdemocracia, pero supo formular un proyecto acorde a las realidades económicas, sociales y políticas costarricenses, satisfactorio para su heterogénea composición social.

En su ya larga existencia, ha sabido ajustar a los nuevos tiempos los medios y los mecanismos, nunca los fines ni las metas, como lo han entendido bien otros partidos en Europa y Latinoamérica, que han dado paso a una socialdemocracia moderna.

Así lo entendió don Pepe, quien en una entrevista realizada por Jaime Delgado en 1975 expresó que “el pensamiento social-democrático nunca ha sido un código o un dogma estratificado, es una corriente pensante…que continuamente se reforma y se adapta a cada país”.

También el segundo Congreso Ideológico del PLN, celebrado treinta años después de su fundación, fue claro al respecto cuando proclamó que “Al igual que en 1951, queremos comenzar ahora de nuevo. Tenemos una gran experiencia acumulada, pero no debemos sentirnos atados por sistemas o soluciones que puedan haber sido válidas en el pasado, pero que no guardan relación con los problemas actuales o las metas futuras.”

Ese ha sido su gran mérito y la razón por la que -pese a los altibajos electorales y a las escisiones sufridas- el PLN ha logrado ganar en nueve oportunidades la presidencia de la República y prevalecer como la fuerza política más importante del país.

Considero que pretender del PLN principios ideológicos y programáticos inamovibles o esperar que asuma una posición dogmática, es una actitud que no comprende en su justa dimensión los antecedentes ni la historia de ese movimiento político, ni el pensamiento de sus forjadores y que denota una ortodoxia doctrinaria desfasada que olvida que no hay postulados ni programas de valor permanente, y que – como lo esbozara Víctor Raúl Haya de la Torre – no hay fórmulas de solución universales a los problemas y válidas para todos los tiempos.
Quienes le atribuyen un supuesto sesgo neoliberal a la gestión de los últimos gobiernos liberacionistas y a la actual orientación de ese partido, pareciera que no se percatan de los vertiginosos cambios que el mundo ha experimentado en estos primeros años del siglo XXI y de la necesidad de responder a esos nuevos retos con nuevas ideas e innovadoras propuestas, con nuevos instrumentos que permitan alcanzar los objetivos originales.

Probablemente, como nostálgicos de tiempos idos, creen que es posible retornar, por ejemplo, a los monopolios de las telecomunicaciones y de los seguros, que si bien fueron mecanismos que respondieron a las necesidades de una época y fueron importantes para el desarrollo del país, son inviables hoy en día.

La larga lista de instituciones, leyes, programas y acciones impulsadas y ejecutadas en el área social en su larga y fructífera trayectoria, demuestra elocuentemente que Liberación Nacional, sin apartarse de sus postulados fundacionales, ha sido “un partido político, ideológico, de profundo sentido social”, como lo inspirara Rodrigo Facio.

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