Un Estado ágil y fitness

Vía costarricense

Johnny Soto Zúñiga

Johnny Soto Zúñiga

Nuestro Estado se volvió grande, inflado, ineficiente, con un presupuesto gigantesco para el año 2015 presentado por el Gobierno de la República, de c. 7, 9 billones de colones ante la Asamblea Legislativa para su respectiva aprobación, y un déficit proyectado al 6,7% del PIB. Con la mira encima de las calificadoras de riesgo internacionales; ya Moody’s rebajó la calificación de los bonos soberanos del Gobierno costarricense y se pierde el grado de inversión; todo esto debido a la incapacidad de aprobar una reforma fiscal que ordene las finanzas públicas y reduzca la deuda del Gobierno.

Tenemos años de observar que cada gobierno plantea una reforma fiscal; se aprueban los proyectos de ley, luego por tecnicismos de procedimiento la Sala Constitucional se los trae abajo; y nada pasa, no cambia la angustiosa situación financiera del país. No se ha podido establecer un consenso entre todos los actores políticos, sea el Gobierno y los diputados representantes del Poder Legislativo, cuya potestad imperium constitucional debe aprobar los impuestos nacionales, sus reformas y poner en práctica una estructuración que enrumbe el país hacia el saneamiento de las finanzas públicas y por ende hacia desarrollo económico y social.

Si no se logra bajar el alto déficit fiscal, entramos es una espiral muy peligrosa para la estabilidad económica; por lo tanto se impone revisar con lupa el presupuesto ordinario del 2015, para dar muestras por lo menos de querer reducir los gastos considerados superfluos. En los últimos días el país ha tenido un debate público que seguirá en las próxima semanas, sobre como rebajar el abultado presupuesto de la República. El presidente de la Comisión de Hacendarios, diputado Ottón Solís planteó la rebaja de c. 300. 000 millones (que representa el 1% del PIB), la Contralora General, Marta Acosta señaló la posibilidad de reducir en c. 200. 000 millones, basada en subejecuciones pasadas.

La Contralora señala que el Gobierno no gasta la totalidad de su presupuesto, según la subejecución anual de los últimos 7 años. Ahora el Partido Unidad Social Cristiana indica que podría rebajarse en c. 350.000 millones de colones. En fin, lo importante es que se va dando un consenso para que la reducción sea alrededor de un 1% del PIB. Entonces el dilema está en aumentar los ingresos mediante una reforma fiscal, o rebajar los gastos del presupuesto, para por lo menos palear un poco el alto déficit fiscal. Es importante que el método a utilizar para la reducción se haga de una forma técnicamente responsable, con el análisis rubro por rubro, para no causar problemas mayores en la prestación de los servicios públicos, y por ende que afecte a todos los ciudadanos (as) del país.

El país merece la oportunidad, de que no salga afectado y entre en crisis financiera, o se convierta en un Estado fallido; con problemas de alto costo de la vida, con enormes problemas sociales. Deber ver el espejo de otros países, que no han aplicado las medidas correctivas y tomado malas decisiones políticas; que perjudican a todos por igual, y peor para las personas más vulnerables de la sociedad. Un Estado ágil y fitness, que se convierta en eficiente, con músculo, estratégico, menos gastón, que efectivamente haya contención del gasto, cobre bien los impuestos y evite la evasión fiscal, que maximice los recursos. Un Estado que ayude al sector productivo, que modernice su infraestructura vial y portuaria; le entre al tema de la energía, que evite los abusos en la forma de operar en la función pública, elimine las gollerías y logre ahorrar en las instituciones públicas.

Debemos aspirar a un Estado más democrático y participativo, para todos, eficiente, fuerte pero desinflado; al servicio de los productores, de los trabajadores, y más solidario con los débiles; sea un equilibrio entre los intereses públicos y particulares. El Estado Social de Derecho, velar por las garantías individuales y sociales. En este siglo XXI, necesitamos un Estado moderno, que tome las acciones y decisiones para el bienestar del mayor número. Sin duda ha faltado planificación, programación por objetivos, y dar énfasis en las verdaderas prioridades que desarrollen el país.

Coincido con lo aprobado en el Congreso Daniel Oduber de 2005 que señala: “Desde la óptica gubernamental, se requiere un espacio institucional capaz de una doble función planificadora. Por un lado, la de descubrir y explicitar la estrategia política que pretende guiar el accionar del gobierno en cada administración. Por otro, el permitir la construcción –a partir de esa estrategia-de un sistema de prioridades que dé orden y sentido al conjunto de políticas, programas y acciones mediante las que el gobierno piensa alcanzar sus metas. Este es un ejercicio que busca establecer no sólo la coherencia interna y externa de las distintas metas (entre sí y con las restricciones y necesidades del entorno en que operan) sino también su orden de precedencia jerárquica y temporal. Sólo de esta forma el accionar de los gobiernos logra conjugar, de manera simultánea, el sentido estratégico con el sentido de realidad.” (Congreso D.Oduber. Pág. 99)

En esto momentos difíciles, todo esfuerzo consensuado entre los diferentes actores de nuestra sociedad, es válido; los ciudadanos del país debemos aportar nuestro grano de arena desde la posición en que nos encontramos, dentro del sector productivo y empresarial, trabajadores, profesionales de servicios, funcionarios públicos, partidos políticos. Celebro que el Gobierno de la República haya concertado un diálogo con las 9 fracciones legislativas, crearon dos mesas de trabajo que dictaminaran una agenda de consenso, para aprobar las leyes necesarias; en este caso en la mesa N° 2 verán el tema del déficit fiscal, la lucha contra la evasión fiscal y contención del gasto. Otros tema fundamentales como: energía, transporte colectivo, obras de infraestructura, carreteras y puentes; incentivar la competitividad del país y promoción de inversiones externas etc.

Todos juntos debemos jalar la carreta, sin mezquindades, ni cálculos políticos; todos los costarricenses vivimos y queremos un mejor país, que exista una buena planificación gubernamental; que exista unas finanzas sanas. Todos pagamos impuestos pero también debemos exigir la contención del gasto; que verdaderamente se gaste en las partidas necesarias; molesta el gasto en consultorías innecesarias, viajes al exterior que no dejan ningún dividendo, que unos vivillos se receten altas sumas en pensiones de lujo (y lo peor en su mayoría no ganadas durante su tiempo de laborar), sino por mecanismos de regímenes legales que privilegiaron esas gollerías.

Molesta las altas sumas de dinero destinados a alquileres de edificios; que mejor sería construir edificios propios del Estado; entrarle con lupa al tema de las anualidades, viáticos y horas extras, que muchas veces no se justifican. El país espera que se actúe esta vez con patriotismo, pensando con visión de futuro, en el desarrollo sano del país, y que no caigamos en un abismo o crisis generalizada en perjuicio de todos los costarricenses.

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