Se fue don Enrique Bolaños Geyer

Progresemos

Carlos Manuel Echeverría Esquivel

Carlos Manuel Echeverría

El fallecimiento de don Enrique Bolaños Geyer, expresidente distinguido de Nicaragua llega en mal momento. Su presencia hacia recordar los inspiradores sólidos ideales que marcaron su vida, al menos para los más sanos espiritualmente. Don Enrique Bolaños fue una persona extraordinaria, un hombre bueno y un patriota.

Lo conocí y traté a fondo en la segunda década de los años ochenta y lo vi algunas veces pero con menor intensidad en cuanto a relacionamiento en los tempraneros años noventa, cuando ocupó la vicepresidencia y luego la presidencia de Nicaragua.

En 1987 fui nombrado como director ejecutivo (fundador) de la Federación de Entidades Privadas de Centroamérica y Panamá (FEDEPRICAP), una instancia en ese momento amplia y re pensada con criterios desarrollistas y más promotora de los principios de libre empresa y gobierno democrático con gobernanza efectiva, que “gremial empresarial de choque”. Ocupé el cargo hasta 1994.

La FEDEPRICAP estaba constituida por CINDE en Costa Rica y sus equivalentes en la Región Centroamericana, así como la UCCAEP en Costa Rica y sus equivalentes, en Nicaragua el COSEP o Consejo Superior de la Empresa Privada. Se nutría del espíritu en un ilustrado liderazgo empresarial. Fue un factor de concordia y desarrollo para la sociedad regional. Se plasmó con el concurso de los más destacados líderes empresariales de la Región y un extraordinario equipo humano en FEDEPRICAP, una visión estratégica de una Centroamérica construyendo la paz duradera por la vía de mejores condiciones de vida y oportunidades de progreso de calidad para todos.

Don Enrique era el presidente del COSEP de Nicaragua, en una época dificilísima en su país, donde el gobierno pretendía destruir o al menos llevar al sector empresarial a su mínima expresión. Desde Nicaragua, nunca en el exilio, con su característica valentía, inteligencia y solides moral, mantuvo vivo y unido al poco sector privado de cierta magnitud que golpeado constantemente y mucho, todavía persistía en Nicaragua. No creo que sin la figura de él, a pesar de que cerca tenía a empresarios de gran nivel y coraje, en estos difíciles años el sector privado que no se plegó al gobierno hubiera sobrevivido. Su actitud nunca fue confrontativa per sé; confrontó con vigor y con la razón de su lado cuando estrujaban al sector privado productivo. Su finca algodonera le fue arrebatada y llevada al desastre como casi todo en esos tiempos, pero ni aún eso y pérdida de seres queridos que lo afectaron lo amainó.

Este servidor viajaba a menudo a Nicaragua. Sin siquiera insinuarlo me comprometió a darle todo el apoyo que como director ejecutivo de FEDEPRICAP pudiera ofrecerle, manteniendo al sector privado de los otros países miembros atentos a lo que sucedía en Nicaragua. Estimulado por la actitud de don Enrique me tocó organizar múltiples misiones empresariales y hasta a Ted Turner, un hombre constructor de paz, llevamos a Nicaragua a fines de los años ochenta, siempre con la idea de contribuir a que la nación hermana se enrumbara hacia una dirección congruente con los valores democráticos y la prevalencia de la libre empresa, “a la local” por supuesto, pues cada país soberanamente debe decidir sin ningún grupo imponiéndose, su camino en democracia y libertad.

Don Enrique Bolaños Geyer fue un paladín en ese esfuerzo que luego como presidente trató de consolidar pero no lo dejaron. Mediante tretas, Kupia kumis y como tales pactos subrepticios de sus adversarios con supuestos correligionarios, se limitó la capacidad de acción de su gobierno. Debe destacarse la total entrega y honradez de don Enrique en el ejercicio de su cargo, cuya majestad entendió y honró a fondo.

Hago este pequeño homenaje para honrar al Ser Humano excepcional, expresar el más sentido pésame a su distinguida familia y hacer votos para que su fortaleza sirva a los hombres libres de Nicaragua y doquiera como ejemplo y fuente de inspiración.

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