Rodrigo Arias Sánchez contesta informe presidencial

Discurso de respuesta del presidente de la Asamblea Legislativa Rodrigo Arias Sánchez, al informe presidencial del 2 de Mayo 2022

Rodrigo Arias Sánchez

Señoras y señores, buenas tardes.

Después de haberle escuchado, sr. Presidente, debo, con todo respeto y antes que nada, rendir mi más sentido tributo de agradecimiento a nuestra democracia. Me corresponde, como presidente de la Asamblea Legislativa, subrayar, por encima de nuestras muchas veces marcadas diferencias, el elemento fundamental que vivimos este día: el triunfo republicano de la transición pacífica de gobierno y del traspaso ordenado entre administraciones.

Dejando atrás viejas y recientes polémicas electorales, nos aprestamos al inicio de un nuevo mandato decidido en las urnas por el soberano. Ese es el contexto que nos congregó, Señor Presidente, a escuchar su discurso valorativo y de rendición de cuentas de su mandato.

Tanto en el marco de nuestra geografía como en el escenario más amplio del desafiante panorama internacional, el signo de los tiempos que vivimos está marcado de angustiantes incertidumbres y colosales amenazas.

El mundo, sin salir aun plenamente de una espantosa crisis sanitaria, se enfrenta a vientos de guerra en Europa. Sus pronósticos son inquietantes para la estabilidad geopolítica del mundo. El surgimiento de nuevos bloques enfrentados nos advierte el peligro de una agravación de las fragilidades existentes del comercio globalizado.

Y un problema se suma a otro, unas decisiones se encadenan con otras, en una cascada inflacionaria que atenta con echar al traste las grandes conquistas sociales que enorgullecían el avance civilizatorio contemporáneo.

En todas partes se acumulan escenarios donde se encarecen las condiciones de vida de los pueblos. Grandes inversiones de alivio a las consecuencias económicas de la pandemia redundan ya en inflación, agravada por crecientes dificultades de transporte, insuficiente oferta agrícola, industrial y energética, así como las consecuencias de la guerra en Ucrania, el mayor granero del mundo.

Le hemos escuchado en su última rendición de cuentas a esta Asamblea Legislativa. Dar un juicio definitivo de su paso por la presidencia de la República corresponderá a la distancia emotiva que la historia impone para dar sus veredictos.

En tanto ese dictamen llegue, el pueblo ya ha pronunciado un duro fallo en las urnas, negando a su partido la participación en esta Asamblea Legislativa.

El soberano juzgó así, con severidad, acciones de su gobierno que atentaron, en su momento, contra el ámbito de la privacidad ciudadana. Bajo errados pretextos tecnicistas de asegurar eficiencia a las políticas públicas, las acciones de la UPAD fueron inaceptables intervenciones que invadieron la intimidad de los hogares. Con toda justicia, la opinión pública así lo censuró.

Es imperdonable y teniendo los recursos, no escuchar en su rendición de cuentas razones válidas para haber dejado sin conexión digital a más de medio millón de niños, niñas y adolescentes en plena pandemia cuando además sufrían suspensión de enseñanza presencial. Fueron deficientes las medidas para superar la brecha de conectividad y el apagón educativo que condena al aislamiento a la población más necesitada. Eso agrava las condiciones de movilidad social de las familias más pobres y en los lugares más alejados, donde saldar la deuda de desarrollo es más apremiante.

En esta oportunidad, me corresponde asumir con hidalguía el sentido de continuidad democrática que estamos viviendo. Por eso, y porque estoy comprometido a darle continuidad a los hitos positivos de su mandato, es mi deber hacer el debido acto de reconocimiento tanto a su administración saliente, como a los logros alcanzados por los legisladores que nos precedieron.

Cabe aquí hacer un acto de reconocimiento al patriotismo de la mayoría de las bancadas opositoras de la Asamblea Legislativa que nos precede. Sin intentar sacar provecho político de las ciertamente impopulares, pero apremiantes medidas de ajuste presupuestario, soportaron la vela con los vientos en contra y respaldaron los ajustes que fueron necesarios, para evitar que el país se fuera por la borda.

Es de nobleza reconocer esa actitud loable que debemos emular. Sin miramientos politiqueros respaldaron al país bajo su conducción, y reconocieron que era a la patria que sacaban a flote con sus votos y no a una administración.

Fue así como fueron posibles reformas controversiales pero necesarias: La ley de fortalecimiento de las finanzas públicas, con la inclusión de una regla fiscal y, en ese mismo orden, la ley de empleo público. Ambas iniciativas forman parte de los elementos que hicieron posible un acuerdo con el FMI, sin despidos ni reducción de salarios, sin privatizaciones y sin aumento del IVA.

Igualmente, se logró la reforma del reglamento de la Asamblea Legislativa. Eso fue un acto de desprendimiento sobre todo de las fracciones minoritarias que lo permitieron.

Nosotros, y creo que también la historia, debemos ser generosos y ecuánimes en agradecer a su administración, sr. presidente, el manejo sanitario de la Pandemia. A pesar de todas las carencias administrativas, financieras, institucionales y de infraestructura, Costa Rica fue ejemplo de firmeza cuando fue necesaria.

Se brindó solidaridad social cuando fue exigida por la parálisis económica y se minimizaron las pérdidas humanas gracias a preclaras decisiones de vacunación, sin las cuales los impactos sanitarios pudieron haber sido más devastadores.

En un momento supremo de la consciencia climática colectiva universal, su administración estuvo a la altura de las tradiciones ecológicas y de defensa ambiental iniciadas hace ya más de 30 años por administraciones precedentes. Esa continuidad democrática, con la que usted supo vincular su administración, puso muy en alto el prestigio de Costa Rica y por ello el país está agradecido.

También su gestión significó un fuerte impulso a obras de infraestructura iniciadas en gobiernos anteriores y que su administración tuvo el acierto de proseguir y, en algunos casos, de culminar.

Todo eso fue posible porque hubo diálogo, se buscaron consensos y se alcanzaron acuerdos en condiciones difíciles. Eso marcó un estilo de gobernanza que se debe profundizar en la misma esencia de lo que los y las costarricenses esperan, desean y necesitan: una profunda reforma del Estado.

Estamos en el atardecer de una administración y en el alba de un nuevo mandato. Con la misma sinceridad y firmeza con la que le hemos señalado falencias, queremos también despedirlo con respeto y reconocimiento. Gobernó con vientos en contra y en aguas encrespadas. Muchas decisiones amargas hicieron incluso más difícil la conducción de la nave.

Por eso, al tiempo que le despedimos, nos aprestamos ahora a rectificar el curso cuando el horizonte que buscamos así lo exige.

Y precisamente porque vivimos en tiempos de escasez material nos corresponde compensar nuestras carencias con caudales escondidos en el alma nacional. No está en el subsuelo el tesoro que nos ha hecho especiales, sino en la formidable capacidad costarricense de forjar grandes entendimientos cuando nos apremian las crisis.

Extenderemos los límites de nuestras posibilidades. Ampliaremos nuestros propósitos hasta los extremos de lo factible. Sólo así, si somos capaces de ese esfuerzo colectivo, descubriremos el consenso que la patria nos exige para impulsar cambios razonables, socialmente apropiados, financieramente sostenibles y sobre todo urgentes para el futuro del país.

Muchas Gracias

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