¿Qué sería de este país sin la carretera a Caldera?

Lina Barrantes

Lina Barrantes Castegnaro

Los invito a hacer un paseo por nuestra vida hace unos años, unos pocos años, tres años atrás.

Resulta que hace tres años, las presar para ir a Escazú eran algo indescriptible. Quienes vivían en Escazú, Ciudad Colón, o en Santa Ana tenían que gastar horas de su vida en transportarse o hacia sus trabajos o hacia sus casas.

Hace tres años, para ir a nuestras playas teníamos que ir por el “Aguacate”. Las filas de carros varados justo antes de llegar a la cima del cerro, en el regreso a San José, vivirán en la memoria de todos quienes vivimos esa penuria. Justamente ahí, en ese lugar en el cual se parqueaban dos o tres grúas para dar diligentemente servicio a los varados.

Ir a las playas, ida y regreso, era cansado e incómodo aunque uno fuera en su propio carro. A pesar de lo cerca, eran sus buenas dos horas y media, lo que hacía preveer cinco horas de ruta. En bus probablemente un poco mas, unas siete por las paradas. Conozco gente que a pesar de vivir en un país rodeado de agua, y angostísimo, no conocía el mar. Para ir al mar, había que quedarse a dormir, y para quedarse a dormir, había que tener plata para pagarse un hotel. Muchísimos excluidos no conocían el mar. Hoy estamos a una hora de Jacó. Cualquier persona puede ir a pasar el día y volver en la tarde. Democratizamos una diversión gratuita que en el pasado estuvo prohibida: democratizamos el mar, qué paradoja ¿no?

Esas cosas que describo tienen un valor económico, que no conozco y realmente no me interesa conocer, el disfrute del mar, y tener mas tiempo para estar en descansando en sus casas, o compartiendo con la familia, sin pasar horas en presas, francamente me toca mucho mas que la disminución de la factura petrolera y de su impacto en nuestra economía.

Hay quienes han desatado una campaña de desprestigio en contra de esa carretera: que por que no tiene varios carriles, que por que tiene derrumbes, que por que la administra una concesionaria, que por que mil y un sandeces. Esos que dirigen esa campaña, con seguridad si conocían el mar. Con seguridad sin problema se pagaban el hotel para que sus hijos y ellos mismos jugaran en la playa.

En estos días de crisis con el hueco de la General Cañas (como dijo Mauricio Castro, pobre Héroes del 56 con la trocha Juan Rafael Mora y el hueco en la General Cañas), ¿qué habría sido del país sin la carretera a Caldera? A pesar que todos lo pensamos, no he escuchado de parte de los lideres de la campaña anti carretera a Caldera, un mea culpa y reconocer y agradecer la construcción de esa carretera.

¿Qué tuvo un impacto en el medio ambiente? por supuesto que lo tuvo! ¿Qué obra humana no lo tiene? Lo importante no es que lo haya tenido, ¡es que el plan de mitigación funcione! ¿Qué debió haber tenido más carriles? ¡Por supuesto que debió haberlos tenido! Pero nos hubiese costado otros 40 años expropiar más terrenos para construirla. ¿Qué mejor la hubiera construido el MOPT, como se hacían antes las carreteras? Bueno, con el desmantelamiento del MOPT producido hace 20 años esa no era una opción.

A menudo los ticos somos muy duros con nuestro propio país y con nuestro propio destino. A menudo nos cuesta reconocer las buenas obras que tenemos y si no es por comparación con algo peor, nos cuesta darnos cuenta de lo bueno. Esta carretera es de lo bueno que hemos hecho en los últimos años.

Monólogos con Pelé*

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* Pele fue, mi perro, un beagle. Durante 10 años, escuchó pacientemente las reflexiones que de vez en cuando decidí poner en blanco y negro. Por su complicidad, decidí poner este nombre a la columna. El 22 de junio de este año, le fue diagnosticado un tumor en el cerebro. De nuevo en agradecimiento a su lealtad, decidí darle una muerte digna y regalarle la eutanasia.

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Un comentario

  1. Gisela Vargas Chinchilla

    A mí esos «detractores» me hacen mucha gracia… estoy segura que por «El Aguacate» o «Cambronero» no viajan. O me equivoco? Doble moral.

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