Es la mayor selva tropical de tierras bajas de la costa centroamericana del océano Pacífico. El parque, en el sudoeste de Costa Rica, es una amalgama exuberante de selva, ciénaga, manglar y playa desolada, interrumpida solo por grandes ríos y corrientes rápidas. Un mosaico único de ocho hábitats diferentes lo convierten en santuario para una fauna salvaje poco común, que incluye seis especies de gato montés, tapires del tamaño de un pony, osos hormigueros gigantes y la población más numerosa en el país de guacamayas rojas, en peligro de extensión. Allí, la arpía, el águila más grande y poderosa del mundo, caza monos; víboras plato negro de 3 m buscan alimentarse de mamíferos pequeños; lagartos comunes o jesucristo atraviesan a la carrera ríos lentos, donde los cocodrilos esperan una comida mayor; y las tortugas marinas anidan en playas de orillas patrulladas regularmente por tiburones. Sin embargo, la más deseada entre las criaturas de Corcovado es un depredador esquivo y habilidoso, el jaguar. En la década de 1960 estuvo a punto de extinguirse, pero desde la creación del parque en 1975 su población se ha triplicado. La diversidad especial de ecosistemas de Corcovado ha atraído a los ecologistas, que abrieron el parque al ecoturismo. Hay tres estaciones de investigación enlazadas por senderos escarpados que hacen posible la aventura ecológica del Parque Nacional Corcovado.
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