Para salir de la crisis

Pandemia

Yayo Vicente

No existen fórmulas mágicas para salir adelante de semejantes crisis, así en plural, pues se trata de una reforzando a la otra. Veníamos arrastrando una crisis económica, encima nos toca vivir una crisis sanitaria y se incorporan a la fiesta la crisis social y política. Todas se multiplican de manera peligrosamente explosiva.

La tournée de Dios”, la cuarta y última novela de Enrique Jardiel Poncela (humorista intelectual, inverosímil e ilógico), con su estilo irónico, nos cuenta cómo encontró Dios a su creación, luego de un par de milenios de administración humana. Definitivamente que es divertido.

Cerremos el libro de Poncela, borremos la sonrisa del rostro y enfrentemos la realidad. No debemos esperar que llegue un mesías a sacarnos del enredo o a reírse de lo que hemos hecho. La colección de crisis que estamos viviendo y que apenas se inician, son el mayor desafío social de la historia política de Costa Rica.

Los “baby boomers”, las personas nacidas entre 1946 y 1964, nos preguntábamos si seríamos capaces de dejarle a nuestros hijos el país próspero y lleno de oportunidades que nos dieron nuestros padres. Hoy, la preocupación ya trasciende a nuestros hijos, involucra a nietos, bisnietos y tataranietos. Personas que no conoceremos y cuyas vidas cómodas o ingratas, dependen de lo que hagamos en los próximos años.

El futuro próximo, debemos construirlo con una hoja de ruta. Establecer camino y destino, un acuerdo de todos. No tiene que ser unánime. La paradoja de la toma de las decisiones por la vía de la democracia, es que solo son viables si la minoría lo acepta. Si todos guardamos el hacha de guerra y sacamos la pipa de la paz.

No ocupamos un mesías, se requiere a una persona que reúna algunas características, que haga posible ese gran acuerdo: capacidad, visión, experiencia, negociadora e infatigable. Un acuerdo que no debe ser rígido y permita esquivar obstáculos, un acuerdo que no debe ser terco y obsesivo. Como decía el político dominicano, Jaime David Fernández Mirabal, un acuerdo con los “oídos en el corazón del pueblo”. Solo así, tendrá viabilidad política en la complicada sociedad costarricense.

“No puede una nación escalar en su ascenso civilizador, sin el genio de quienes nos precedieron”, nos decía Luis Alberto Monge. No debemos empezar de cero. Por la borda se tiran las cochinadas, en cubierta se queda lo valioso. Es cierto que la crisis nos debe conducir a repensar decisiones, reabrir discusiones y poner de lado argumentos válidos en otra época y que ante nuevas circunstancias merecen un segundo análisis.

Los cambios deben ser selectivos, para no maltratar nuestra idiosincrasia, nuestra manera de ser y vivir. Nuestra forma de encontrarnos felices, porque nos da la gana y no solo por lo que tenemos o dejamos de tener. La verdad es que nos tenemos unos a los otros, sin importar tanta frontera falsa que se crean en otras sociedades.

En 1938, Alex Faickney Osborn, propuso como herramienta de trabajo, la “Tormenta de Ideas” (brainstorming). Permite ideas innovadoras y creativas en un grupo, en la primera etapa todas las ideas deben permitirse, las tontas y las inteligentes, las viejas y las nuevas, las ocurrentes y las sensatas. En esta primera fase no hay límites, ni censuras y menos alguna limitación o regla. Es en la segunda etapa cuando se hace la revisión: viabilidad, oportunidad, posibilidad… La compatibilidad con la realidad la hacen los expertos y conocedores, junto con los políticos.

¡Sí!, los políticos. Vivimos en una democracia, no en una tecnocracia. Las recomendaciones técnicas pueden ser las mejores para un segmento de la sociedad, es responsabilidad del político vigilar que no se perjudique otro segmento.

En La Nación (24 de agosto del 2020), una de sus empleadas, la señora Guiselly Mora escribió: «Escuchar, proponer y dialogar necesita básicamente un mix de interlocutores compuesto por quienes generan riqueza y puestos de trabajo —los empresarios— y quienes están facultados para generar los cambios, los diputados […]. El resto sale sobrando.«.

Imposible lograr acuerdos sociales con esa desgraciada estrategia.

Hagamos una rápida necropsia de semejante exabrupto:

  1. Los empresarios solo pueden tener éxito en un “ecosistema” que se los permita. Ejemplos de empresarios arruinados por cambios en distintas variables, son numerosos. Para que ocurra el éxito empresarial, las condiciones que construya el Estado, son un requisito sine qua non.
  2. La riqueza no debe reducirse a las necesidades primarias de la jerarquía de los requerimientos humanos (pirámide de Maslow). Hace varias décadas que la revolución de don José Figueres nos permitió cocinar frijoles con manteca. El Estado educa, hace infraestructura pública, crea condiciones de paz social. Si la empleada de La Nación no puede ver los violines, que se quede con sus tractores.
  3. Nadie sobra. En la sociedad costarricense nadie sobra, ni siquiera la señora Guiselly Mora. El tejido social no se elabora cortando, se hace cosiendo, juntando e integrando a cada uno de los habitantes.

“Costa Rica Escucha, Propone y Dialoga”, una iniciativa del Gobierno, según Cambio Político (https://bit.ly/2FVtuOj/), al 21 de agosto, ha recibido 2014 sugerencias por parte de los ciudadanos. Es obligación del gobernante salir de la Torre de Marfil y comunicarse con la gente, con TODA la gente. Se gobierna por y para la Olla de Grillos. “Se gobierna para los pobres, pues los ricos no necesitan ayuda”, nos dice Óscar Arias y como es usual, tiene razón.

El domingo 23 de agosto, el foro La Isla (al que pertenezco), promovió un conversatorio con José María Figueres (https://youtu.be/dtaEdAWcjGA), fue interesante oírlo. Saber que no estamos en un callejón sin salida, abundantes propuestas: novedosas, aceptables, posibles y también incluyó ideas escandalosas, temerarias y atrevidas.

Yayo

Parece realizable (y lo tenemos que hacer), debemos construir juntos una hoja de ruta. No podemos dejar de sacar adelante al país, no podemos abandonarnos en nuestra mala suerte. Alcemos la bandera de “lo realizable” y arriemos la de esperar que se aclaren los nublados del día. Pongamos a un lado el “NO”, durante el arreglo de las consecuencias de este desfile de crisis y saquemos del ropero el “SÍ”, y remontemos el marcador.

PANDEMIA: El fenómeno salud-enfermedad, es complejo y cuando se escala a una población, se le suman infinidad de nuevas variables, haciéndose todavía más intricado. Poner en palabras simples lo que todavía no termino de comprender, ha sido mi reto durante la pandemia por COVID-19.

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