Para comprender la Cuaresma: Una exposición introductoria

Ocean Castillo Loría

Cuaresma

En el presente documento, reseñaremos algunos elementos básicos del tiempo litúrgico de Cuaresma. Presentaremos aquí algunos elementos históricos, se explicará porqué la Cuaresma comprende cuarenta días, referiremos al oración, el ayuno y la solidaridad como pilares de este tiempo, iremos más allá de los signos para referir a la teología de la Cuaresma y su espiritualidad litúrgica.

Del mismo modo, se explicará el papel de las cenizas como símbolo Cuaresmal, y el signo del desierto en este tiempo, así como la figura de la cruz y su relevancia para esta etapa del calendario litúrgico. Finalmente, presentaremos una reflexión acerca de las lecturas propias de la Eucaristía del miércoles de ceniza.

El objetivo de este documento es que aquellos y aquellas que pertenecemos al Catolicismo, comprendamos parte del tesoro del que formamos parte y sepamos profundizar en nuestra fe, además, de poder dar razón de ella frente a las dudas de quienes no comparten o no entienden a esta comunidad cristiana.

Elementos históricos sobre la Cuaresma

• A partir del siglo II, en la Iglesia existe un periodo de preparación para la Pascua.
Testimonio de ello dan los Padres de la Iglesia como Eusebio de Cesarea e Irineo.
• Tiempo después se estructura un tiempo de 40 días, para hacer alusión a los 40 días de Jesús en el desierto, con lo que comienza a verse la base bíblica de este periodo. Poco a poco fue tomando el cariz de preparación para conmemorar la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor.
• La práctica dentro de la Cuaresma da un fuerte acento al ayuno, la ofrenda y la oración de las cuales hablara Cristo y cuya base bíblica se encuentra en el Evangelio según San Mateo, capítulo 6, versículos del 1 al 18.
• Ya para las épocas de San Agustín y San Crisóstomo, era claro que la Cuaresma, permitía a los creyentes tomar conciencia de pecado y recibir el perdón de Dios.

¿Porqué 40 días?

• Cuando se leen los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, se muestra el pasaje de Jesús que va al desierto donde permanece 40 días.
• Cuaresma viene del latín “quadragesima dies”, el día cuadragésimo.
• Cuando se analiza en la Biblia el papel del número 40, se observa su relación con la prueba y la disciplina.
• Israel pasó 40 años en el desierto.
• En tiempos de Elí y Saúl, Israel pasó 40 años de esclavitud bajo los filisteos.
• Moisés experimenta dos periodos de 40 días: el primero, en la montaña del Sinaí (Éxodo 24: 18); y luego después del pecado del pueblo con el becerro de oro (Deuteronomio 9: 18 – 25)
• Elías camina 40 días hacia el Orbe (1 Reyes 19: 8)
• A Nínive le fue predicado el mensaje de arrepentimiento por Jonás, durante 40 días (Jonás 3: 4)
• Como ya lo hemos dicho Jesús fue tentado 40 días en el desierto (Mateo 4: 2)
• Después de la resurrección durante 40 días Jesús se aparece a sus discípulos (Hechos 1: 2)

La oración, el ayuno y la solidaridad como alternativas fundamentales de la Cuaresma.

• La oración es un encuentro personal con Dios.
• La oración es un diálogo de amor con Dios por parte de sus hijos e hijas, nosotros y Dios intercambiamos lo más hondo del ser.
• La oración en Cuaresma implica adorar a Dios.
• La oración es un espacio de encuentro del creyente con sí mismo y con Dios.
• Por la oración, tomamos conciencia de pecado e iniciamos el camino de la conversión.
• Este es un buen momento para hacer de la Biblia base de la oración.
• La oración lleva al ayuno
• El ayuno puede ser la abstinencia de consumir alimento, pero también tiene un significado más hondo.
• El ayuno implica disciplina y autocontrol. Estas alimentan un espacio de silencio y escucha de Dios. se trata de prepararse para recibir a Dios.
• El ayuno se aplica a las personas de 21 a 60 años.
• Por la oración y el ayuno se mira con más claridad a Cristo en el hermano y la hermana, lo que conduce a la solidaridad.

Teología de la Cuaresma

• Cristo camina a Jerusalén hacia su Pasión, muerte y resurrección.
• Cristo es modelo y maestro de la Cuaresma.
• Cristo es el dueño de la historia.
• Cristo es modelo de oración.
• La Iglesia hace un camino hacia el perdón.
• Cristo nos invita a encontrarnos con Él.
• La escucha de la Palabra de Dios debe ser más atenta, pues en ella se revela a Cristo.
• La Palabra de Dios es clave, así se vence la tentación, en ella se revela al Hijo de Dios.
• La oración es lucha en pro de la purificación.

Espiritualidad litúrgica de la Cuaresma

• Jesús va hacia su Pasión, muerte y resurrección, Jesús retorna al Padre.
• Jesús emprende un nuevo Éxodo y en él le sigue la Iglesia.
• Por la conversión somos “Hijos pródigos”, que volvemos al Padre.
• Cristo vence al pecado y se nos muestra como anticipación de nuestra resurrección.
• Cristo es fuente de agua viva, luz del mundo y vida nueva.
• Toda la acción de Cristo es guiada por el Espíritu Santo. Es el mismo Espíritu que guía a la Iglesia.

¿Porqué las cenizas?

• En Israel las cenizas eran signo de humillación, luto y penitencia.
• También la ceniza es símbolo de fragilidad y caducidad (Génesis 18: 27)
• Las cenizas que se imponen “El miércoles de ceniza”, resultan de la quema de las palmas benditas del domingo de Ramos, del año anterior.
• La ceniza es un signo de que debemos de morir para que se manifieste Cristo, y que este mundo es finito.
• La ceniza es colocada en la frente en forma de cruz, para significar que la muerte ha sido vencida desde la cruz, desde las cenizas se origina una nueva vida.

El desierto como espacio Cuaresmal

• Bíblicamente el desierto es lugar de prueba y abandono.
• En él se escucha a Dios, lejos del mundo (Oseas 11: 1 – 4)
• Espacio de soledad y silencio para madurar la fe.

La cruz: figura revelante en la Cuaresma

• Símbolo de redención.
• Es la adhesión al estilo de vida que propone Cristo.
• Signo de amor: se ama dando la vida.
• Signo de esperanza en la resurrección.
• Con la cruz recorremos el camino de la muerte y la resurrección.

Reflexión de las lecturas de la Eucaristía del miércoles de ceniza.

La primera lectura es Joel 2: 12 – 18: Veamos el verso 13: “¡Vuélvanse ustedes al Señor su Dios, y desgárrense el corazón en vez de desgarrarse la ropa! Porque el Señor es tierno y compasivo, paciente y todo amor”. El llamado al arrepentimiento presenta varias características de Dios que Jesucristo nos presenta en su plenitud: ternura, compasión (Es decir solidaridad con el pecador), paciencia y amor pleno.

En el cristianismo no son ociosos los gestos de penitencia física, como el ayuno, que acompañado de la oración son buenas muestras de arrepentimiento. Ahora bien, lo principal no es lo externo (Y eso lo veremos en el Evangelio) sino, la disposición de nuestro corazón para acercarnos a Dios.

En esta Cuaresma es positivo que recordemos que somos pueblo de Dios, por eso este periodo es una vivencia colectiva de la Iglesia y es la Iglesia la que a través de las prácticas Cuaresmales busca abrir el corazón, busca sensibilizarse ante sus faltas y egoísmos.

Veamos el verso 15: “Toquen la trompeta en Sión, proclamen el ayuno, convoquen a una asamblea solemne”. Dios llama a Israel a una asamblea religiosa y eso es precisamente lo que hace la Iglesia en este miércoles especial, somos el nuevo Israel y estamos siendo llamados a la transformación total.

Leamos parte del verso 17: “Lloren sacerdotes, ministros del Señor, entre el pórtico y el altar…” Este es un buen momento para referir a las faltas de un sector de nuestros sacerdotes, porque como lo dijera en su momento el Papa Benedicto XVI, la Iglesia está manchada y ha sido humillada por los gravísimos actos de ciertos malos ministros de Dios que han abusado de niños y niñas aprovechándose de su investidura. Que los ministros de Dios, que los sacerdotes de Dios lloren lágrimas amargas y se conviertan verdaderamente a la vocación a la que han sido llamados.

La segunda lectura es 2 Corintios 5: 20 – 6: 2: En el versículo 20 se nos dice: “Nos presentamos, pues, como embajadores de Cristo…” En esta Cuaresma se nos hace llamado también a nosotros, ¿Cómo ser embajadores de Cristo?: Ejerciendo la solidaridad: quizás un buen proyecto sea el visitar a los enfermos o dando una palabra de consuelo a los que sufren o dejando de ver en los demás a nuestros enemigos y comenzar a mirar en ellos su verdadero rostro: el rostro de Jesús.

Pablo, refiriéndose a Cristo dice, verso 21: “A quien no conoció pecado le hizo pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justicia de Dios en él”. El Hijo de Dios se solidariza con los pecadores, para permitirnos por medio de la obediencia a su enseñanza, poder ser justos ante Dios. La locura de amor de Dios por nosotros permite la muerte de Cristo en la cruz y permite nuestra salvación: en este tiempo de Cuaresma preguntémonos si hemos sentido este amor loco de Dios y si debemos abrir más nuestro corazón para experimentarlo.

En este versículo se resume la buena nueva de Jesucristo: si nos revestimos de Él, se nos abren las puertas de retornar a la naturaleza que hemos perdido por la entrada de la muerte en nuestra forma de ser y pensar. Esta es la grandiosidad de la obra de Dios y es totalmente gratuita, disponible a nosotros por su infinito amor.

En el capítulo 6, verso 1 dice: “Nosotros, colaboradores de Dios, les rogamos que no reciban su gracia en vano”. ¿Y cómo se recibe esa inmensa gracia de Dios en vano?: Viviendo egoístamente, este es un desafío en un mundo como el actual donde el aprovechamiento del prójimo y un énfasis en el interés propio, sin importar el de los demás, es moneda de uso cotidiano.

En el verso 2 de esta carta leemos: “…Mirad ahora el momento favorable; mirad ahora el día de de salvación”: Jesús vino por primera vez a la tierra para salvarnos, y este evento lo hemos reflexionado en los tiempos litúrgicos propios de adviento y navidad.

Ahora, mientras esperamos su segunda venida, pues, se nos abre la posibilidad de aceptar la salvación que nos ofrece Jesucristo. Este es el tiempo apto para transformar profundamente nuestra vida por la acción del Espíritu Santo. El inicio de la Cuaresma en miércoles de Ceniza, nos recuerda este tiempo de conversión.

Dejémonos reconciliar por Dios.

Respondamos a su oferta por medio de la oración, el ayuno y el ejercicio de la solidaridad, para ir removiendo obstáculos y permitamos la acción del Espíritu Santo en todo nuestro ser.

La lectura del Evangelio es: Mateo 6: 1 – 6. 16 – 18: veamos el verso 1: “Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos”.

Lo que Jesús les dice a quienes le escuchan es que no se hacen las obras buenas que hacen justo al hombre ante Dios, para quedar bien con los hombres y para los judíos, las principales obras de justicia eran la limosna, la oración y el ayuno.

Verso 2: “Por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga”.

En los tiempos de Jesús quienes eran hipócritas por ser falsos devotos se aplica a los fariseos, el punto aquí, es que dentro del cristianismo no estamos librados del fariseísmo, de ese afán de que nuestras hermanas y hermanos vean en nosotros a “ese cristiano modelo que debe ser honrado”.

No en balde una de las principales críticas que se le hace a la Iglesia y a sus miembros es el deseo de ostentación, el mantenimiento de las apariencias, el poner por encima del amor a las falsas formas.

¿En qué actitud venimos al templo?: venimos para que nos vean los vecinos, los amigos, hasta los desconocidos, venimos para cumplir un presunto mandato religioso y decir que estamos bien con Dios.

¿En qué actitud recibiremos el signo de la cruz de ceniza?: ¿En el de humildad que corresponde a su significado o como signo de pretensión que aleja más a la gente de nuestra fe?

Versos 3 y 4: “Cuando tú hagas limosna, no sepa la izquierda lo que hace tu derecha. De ese modo tu limosna quedará oculta, y tu Padre, que ve lo escondido, te lo pagará”. La limosna es solidaridad, si la ejercemos de manera interesada para satisfacer nuestro egoísmo, entonces ya no es solidaridad, ha perdido su sentido.

Verso 5: “Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga”.

La Cuaresma es un tiempo para retomar los conceptos básicos de oración que nos enseñó Jesús: la oración debe ser humilde sin pretensiones frente a Dios. En un tiempo como el actual, esto resulta básico, es lamentable que muchas y muchos creyentes piensen que las oraciones en “posición de pelea” ante Dios son signos válidos para ser escuchados, aun más, que esta forma de orar garantiza la respuesta esperada de Dios. Asimismo, no se ora para ser respetado por los hombres.

Dentro del catolicismo, en muchas ocasiones, nos limitamos a repetir oraciones ya construidas y muchas veces en esa repetición perdemos de vista su objetivo. Los rezos buscan sacarnos de nuestro egoísmo y ubicarnos en otra perspectiva de nuestra relación con Dios.

Si perdemos de vista el objetivo del rezo, no pasamos de repetir frases, no pasamos de articular los labios, no pasamos de repetir meras formulas, pero Jesucristo también nos pide ir más allá, nos pide abrir el corazón para comunicarnos con Él. Solo de este modo confiaremos en la bondad de Dios Padre.

Hay otro elemento que es importante y en el que fallamos los cristianos y es la perseverancia en el orar, sobre todo en un tiempo como éste, queremos que las respuestas de nuestras oraciones sean inmediatas, somos incapaces de perseverar y esto muestra la debilidad de nuestra fe.

Y ese es precisamente otro elemento fundamental: ¿Oramos con fe?, ¿tenemos fe?, ¿tenemos certeza de esa realidad que no podemos ver?, ¿Guardamos esa garantía de la esperanza que nos ha dado Jesucristo?

Ahora bien, se nos ha enseñado a orar en nombre de Jesucristo. ¿Porqué? Porque ese es el “sello” que nos abre las puertas con Dios Padre. Quizás un ejemplo imperfecto, pero útil es el siguiente: para la realización de ciertos trámites, se requiere de signos de autoridad: por ejemplo, una firma o un sello, si estas características no se tienen, pues, el trámite no puede realizarse. En el caso de la oración el nombre de Jesucristo es la firma o como ya hemos dicho el sello, para estar en la presencia del Padre.

Otro aspecto a rescatar sobre la oración, es que esta práctica se usa para pedir cosas buenas, y ¿Qué mejor que pedir que se haga la voluntad de Dios en nosotros?, ¿Qué mejor que orar para, venciendo nuestro egoísmo, permitir la acción del Espíritu Santo en nosotros?: dejemos en esta Cuaresma, nuestra vida en las manos del Padre que nos ama.

Hemos reflexionado sobre la Cuaresma como un espacio para el reconocimiento de pecado, en este punto vale saber que la oración es un instrumento para pedir perdón a Dios por él.

Si permitimos que el Espíritu Santo actúe en nosotros, seremos capaces de que nuestra oración se ubique en la voluntad de Dios y esa voluntad es el amor hacia los demás, hasta los que procuran nuestro mal.

Ahora bien, Jesús nunca se predicó a sí mismo, nunca dijo: “Hey, mírenme yo soy el Mesías, el Ungido, el Hijo de Dios”. El predicaba el Reino de los cielos o el Reino de Dios y nosotros debemos pedirlo en nuestra oración, tal y como se nos enseñó en el “Padre Nuestro”.

Y este tiempo de Cuaresma también debe ser aprovechado para reflexionar y preguntarnos: ¿Qué es el Reino de los cielos o Reino de Dios? o lo que es lo mismo preguntarse: ¿Cuándo pedimos que venga su Reino: qué pedimos?

Pedimos que Dios gobierne en el corazón y la vida de su pueblo.

Pedimos que venza todas las fuerzas del mal.

Pedimos que desaparezcan las consecuencias del pecado (la muerte y la marginación del ser humano)

Pedimos la creación de un nuevo sistema cuyos frutos sean la justicia y la paz.

De igual manera, en nuestra oración, hemos de pedir fuerza en el momento en que nuestra fe sea probada al llegar el final de los tiempos.

Hemos visto así, la esencia del modelo de nuestra oración: El Padre Nuestro.

Verso 16: “Cuando ustedes hagan ayuno, no pongan cara triste, como los que dan espectáculo y aparentan palidez, para que todos noten sus ayunos. Yo se lo digo: ellos han recibido ya su premio”.

El objeto de la práctica del ayuno es permitir el acercarnos a Dios, venciendo nuestro egoísmo, venciendo nuestras necesidades egoístas. Y al acercarnos a Dios, como ya lo dijimos en la segunda lectura, permitimos que Él se solidarice con nosotros. Así nos disponemos para hacer su voluntad. Nos dispone a la conversión y al dolor por nuestros pecados.

El ayuno es inútil sino conduce a la solidaridad y a la justicia con el prójimo, por eso el ejercicio de esa solidaridad es otra práctica de la Cuaresma.

Así las cosas, pidamos a Dios se nos libre del fariseísmo.

Que nos conceda la humildad para permitir la acción del Espíritu Santo en nosotros.

Que nos permita el encuentro con Cristo por medio de los pobres, los marginados y los oprimidos.

Que podamos orar conforme a su voluntad.

Que tengamos plena conciencia de su Reino y seamos constructores de él.

Que podamos terminar esta Cuaresma transformados con plena conciencia de nuestros pecados y deseo de cambiar.

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