Netanyahu y la utopía de Albert Einstein

Germán Gorraiz López

Einstein

Desearía que se llegase a un acuerdo razonable con los árabes sobre la base de una vida pacífica en común pues me parece que esto sería preferible a la creación de un Estado judío” (Albert Einstein).

Sin embargo, Netanyahu aspira a resucitar el endemismo del Gran Israel (Eretz Israel), ente que intentaría aunar los conceptos antitéticos del atavismo del Gran Israel (Eretz Israel) y que bebería de las fuentes de Génesis 15:18, que señala que “hace 4.000 años, el título de propiedad de toda la tierra existente entre el Río Nilo de Egipto y el Río Eúfrates fue legado al patriarca hebreo Abraham y trasferida posteriormente a sus descendientes”, lo que supondría la restauración de la Declaración Balfour (1917), que dibujaba un Estado de Israel dotado de una vasta extensión cercana a las 120.000 kilómetros cuadrados y que se extendía desde el Mediterráneo al este del Éufrates abarcando Siria, Líbano, parte noriental de Irak, parte norte de Arabia Saudí, la franja costera del Mar Rojo y la Península del Sinaí en Egipto así como Jordania, obligado a acoger a toda la población palestina de las actuales Cisjordania y Gaza forzada a una diáspora masiva (nueva Nakba).

Dicha doctrina tendría como principal adalid a Isaac Shamir al defender que “Judea y Samaria (términos bíblicos de la actual Cisjordania) son parte integral de la tierra de Israel. No han sido capturadas ni van a ser devueltas a nadie”, doctrina en la que se basarían los postulados actuales del partido Likud liderado por Netanyahu quien aspira a convertir a Jerusalén en la “capital indivisible del nuevo Israel”, tras la invasión de su parte oriental tras la Guerra de los Seis Días (1967). Ello supondría una traición a los postulados de Theodor Herzl, considerado el Padre del actual Estado de Israel y fundador del sionismo quien en su libro “La vieja Nueva Tierra” (1902), sienta las bases del actual Estado judío como una utopía de nación moderna, democrática y próspera en la que se proyectaba al pueblo judío dentro del contexto de la búsqueda de derechos para las minorías nacionales de la época que carecían de estado, como los armenios y los árabes. Así, el diario aurora-israel.co/il, denuncia que “la política aislacionista del primer ministro, Biniamín Netanyahu, parece estar en las antípodas de los fundadores del sionismo, tales como Teodoro Herzl y Chaim Weizmman, que incluyeron al movimiento dentro del espectro progresista en el campo de la diplomacia, con lo que la pregunta es si puede revertirse peligroso el aislamiento diplomático de Israel con una política que sea contraria al inmovilismo y el encerramiento”

Netanyahu reafirmó “el derecho del pueblo judío a construir en Jerusalén”, (lo que se traduciría según el canal de televisión Arutz 2 en la construcción de 1.400 nuevas viviendas en Ramat Shlomo, barrio judío de Jerusalén Este situado más allá de la llamada Línea Verde), pues según sus palabras “hasta los palestinos saben que esos lugares quedarán bajo la soberanía israelí bajo cualquier tipo de arreglo”. El penúltimo episodio de la hoja de ruta de la considerada por los palestinos “limpieza étnica de Jerusalén Este” sería el proyectado desalojo forzoso de los habitantes palestinos del barrio de Sheikh Jarrah para ser ocupado por colonos israelíes, proyecto que habría desencadenado una nueva intifada con cientos de heridos palestinos y el repudio de la comunidad internacional, revuelta que habría desembocado en el masivo lanzamiento de cohetes por parte de Hamás y la respuesta asimétrica de Netanyahu en forma de bombardeos de la Franja de Gaza con incontables muertos.

Dado el impasse político en el que se encuentra el país al no ser capaces los partidos de conformar un Gobierno de coalición, Netanyahu (sirviéndose de la dictadura invisible del temor al Tercer Holocausto, proceda de Hamás, de Hezbolá o de Irán), aprovechará la ocasión para declarar el Estado de Guerra (defensa de la seguridad de Israel) y desencadenar una nueva ofensiva terrestre en la Franja de Gaza (emulando a la operación Margen Protector del 2014). Nentanyahu confía en una victoria rápida que le otorgaría un incremento de popularidad para las próximas elecciones mientras le permite seguir en el Poder y dejar que la niebla del olvido cubra con su manto el proceso judicial en el que está acusado de soborno, fraude y abuso de confianza y que según sus palabras tan sólo sería un “Golpe de Estado Judicial para apartarlo del Poder” con el deseo ferviente de que la chispa se extienda por todo el barril explosivo de Oriente Medio. Así, el objetivo inequívoco de la Trilateral EEUU-Gran Bretaña-Israel sería desencadenar un nuevo conflicto para proceder a rediseñar la cartografía del puzzle inconexo formado por los actuales países de Oriente Próximo y Medio y así lograr unas fronteras estratégicamente ventajosas para Israel, siguiendo el plan orquestado hace 60 años de forma conjunta por los gobiernos de Gran Bretaña, Estados Unidos e Israel y que contaría con el respaldo de los principales aliados occidentales.

Analista

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