¿Matando Moscas con Cañones?

Por Yayo vicente

Yayo Vicente

El SARS-CoV-2, responsable de la enfermedad COVID-19, ha puesto al mundo de rodillas. ¿Por qué? ¿Estamos sobrerreaccionando, exagerando?

Cuando comparamos el número de enfermos y de muertes por COVID-19 con otras enfermedades o causas, como que las cosas no son para tanto … Al 15 de marzo del 2020, todavía nos alcanzan los dedos de una sola mano, para contar las defunciones por COVID-19. Las muertes por accidentes de tránsito se acercan al millar en los últimos años, y ni hablar de cifras por feminicidios, guerras entre carteles de drogas ilegales, cánceres, corazón. Hasta hoy, las muertes en Corridas de Toros a la Tica, son más numerosas.

Atrás de la crisis sanitaria, vienen las crisis social y económica. Antes del COVID-19, el desempleo abierto se situó en 12,4%, siendo la tasa más alta de la última década (INEC, febrero del 2020). Después del COVID-19 el desempleo puede duplicarse y hasta triplicarse. El Banco Central proyectaba un crecimiento del 2.5% para Costa Rica en 2020, hoy, después del COVID-19 se estima un “crecimiento” negativo. Es decir, en el ámbito económico nos vamos a encoger.

“El primer deber del gobierno es dar educación al pueblo”. Simón Bolívar

¿Estaremos matando moscas con cañones? Es una pregunta siempre válida. En esta pelea contra un nuevo virus, estamos empeñando mucho. Hemos elevado la apuesta y queremos saber si vale la pena. Todos quienes estamos vivos, ignoramos lo que representa vivir en una pandemia. Y esta es muy particular, desde la última, el mundo ha cambiado mucho en todos los aspectos.

Para empezar, hoy la ciencia es confiable. Sabemos qué son los patógenos (bacterias, virus y hasta priones), sabemos inmunología, y desde John Snow la epidemiología es un método confiable para conocer y hasta predecir fenómenos poblacionales.

Nunca antes la humanidad vivió una pandemia en un mundo globalizado, con medios de comunicación que nos ofrecen en tiempo real, hechos que suceden en tierras lejanas. A los medios tradicionales (radio, prensa y TV), se le suman los periódicos electrónicos, las redes sociales, y hasta revistas científicas que publican el resultado de investigaciones todavía sin revisar. A este, casi exceso de información, se le suma las paparruchas (“fake news”), las teorías de conspiración y el deseo humano de señalar un chivo expiatorio.

Es como tragar agua con manguera de bombero. Por eso tal vez mejor seguir el método cartesiano, dividir el problema en partes que podamos comprender y después las juntamos para no perder la integridad.

Las personas vivimos en paradigmas. Nos ofrecen seguridad y certezas. Nos permiten movernos entre parámetros conocidos y nos sentimos cómodos. ¡Nadie más sabia que la abuela, siempre nos cuenta la anécdota cuando vivió algo semejante y como su vivencia le permite anticiparnos los resultados!

El paradigma sanitario

El SARS-CoV-2, responsable de la enfermedad COVID-19, no forma parte del paradigma sanitario. Ni el personal médico, ni los servicios de salud están preparados para el novel coronavirus. Nunca antes la humanidad ha podido conocer tanto de un nuevo patógeno en tan poco tiempo. Y como nos diría Sócrates, todavía no sabemos nada …

Sabemos que no es tan contagioso como otros virus. El R0, (r sub-cero) es el número promedio de casos nuevos que genera un caso dado a lo largo de un período infeccioso. El R0 del sarampión está entre 12 y 18, el de las paperas entre 4 y 7 y el del VIH-SIDA entre el 2 y el 5. Nuestro nuevo invitado tiene un R0 entre 1,4 y 2,5.

¿Cuál es el pánico? Pues que entra a una especie humana que nunca lo conoció. Es decir, nadie tiene defensas contra él. Entonces es sencillo que pase de una persona a otra, pues el siguiente anfitrión con toda seguridad no tendrá anticuerpos. Así, la fiesta está garantizada.

Sabemos que en términos generales, el 90% de las personas no requieren más que analgésicos y pueden pasar sin peligro el periodo de enfermedad en su casa, con sopitas, chineos, descanso y tiempo. El resto, un 10% requiere atención médica, la mitad (5%) atención médica muy especializada y la mitad de ellos morirá (2,5%).

¿Qué es la inmunidad de rebaño? Un interesante concepto epidemiológico desarrollado en medicina veterinaria y aplicable a la salud pública. Quienes tienen defensas (anticuerpos), defienden a quienes no las tienen. En seres humanos que tienen tantos contactos con otras personas que no son su núcleo familiar (buses, trabajo, fiestas, centros educativos, compras, desplazamientos…), suele ubicarse por encima del 90%. Es decir, si un 90% ya no puede enfermarse por poseer defensas, este grupo protege al 10% restante.

Si hacemos la aritmética, se requiere que de los cinco millones de costarricenses, 4,5 millones adquieran inmunidad, para proteger al restante medio millón. Y como es un virus nuevo, un preguntón podría decir: ¿la inmunidad de rebaño con este nuevo virus podría alcanzarse con el 60%? Pues no sabemos, nadie lo sabe todavía.

Lo que sí sabemos es que con aislamiento (que el núcleo familiar no interactúe con otras personas distintas a las que viven en la casa), distanciamiento social (estar a distancia prudente y con mascarilla cuando se está con otros que no pertenecen a su núcleo familiar), cuarentena (de sospechosos y casos positivos) y hábitos de aseo (protocolo de estornudo y tos, desinfección de superficies que tocan muchos, lavado de manos), con esas medidas el R0 se baja. Se baja lo suficiente como para no agotar la capacidad de atención de los hospitales.

Quedan solo tres salidas:

  1. Cruzarse de brazos y dejar que sea la “selección natural” la que defina quien muere y quien sobreviva. Así, la inmunidad de rebaño sucederá de manera natural y el SARS-CoV-2, responsable de la enfermedad COVID-19, terminará en equilibrio epidemiológico con sus huéspedes humanos.
  2. Esperar una vacuna, con ella de manera artificial se conseguirá la inmunidad de rebaño, sin necesidad de “mandar al matadero” al grupo de personas vulnerables que morirían al contraer el COVID-19.
  3. Descubrir un tratamiento exitoso, que deje menos muertos en el camino.

El paradigma político

“El primer deber del gobierno es proteger a su población” Proyecto de constitución europea

En el siglo XIV, la peste negra mató entre un cuarto y la mitad de las poblaciones europeas, y no fue un evento político. Ningún rey se preocupó ante la posibilidad de perder su trono, tampoco ninguno puso en marcha alguna política de estado.

El apoyo político de los gobiernos se obtiene con la creencia de las ficciones compartidas. Hoy los gobiernos, en términos generales basan su estabilidad y respaldo por parte de los gobernados, en un relato de básicamente tres puntos:

❖ Respeto a los derechos humanos
❖ Escalada de bienestar (sanitaria, cultural, educativa y material)
❖ Convivencia pacífica de personas de distintos pensamientos

¿Puede un gobierno hacerse el indiferente en esta pandemia?

Algunos países con recursos económicos, quisieron optar por dejar que la pandemia siguiera su curso, y luego se echaron para atrás (un poco tarde y pagan las consecuencias con hospitales saturados, y muertos que no caben en los cementerios). Los países con menos recursos y un sistema sanitario débil, más bien han incentivado el contagio (con marchas, festivales, carnavales, y fiestas de todo tipo).

Las Américas es la región más desigual del planeta, […] impide a millones de personas tomar medidas básicas de prevención contra la enfermedad, en particular cuando afecta a grupos en situación de especial vulnerabilidad. Resolución N° 1/2020, adoptada por la CIDH, 10-04-2020

En Costa Rica, ¡no es posible! No está en nuestro ADN sentarnos a tocar el arpa mientras el país se viste de negro.

Con la abolición del ejército la lucha durante más de 70 años ha sido contra la enfermedad, la ignorancia y hacer realidad el sueño de vivir mejor. Como pueblo nos sentimos en la capacidad y obligación de salvar vidas, muchas vidas. De responder a la amenaza y no dejarnos vencer. Al fin y al cabo tenemos la institucionalidad necesaria, eficaz y valiente.

Para la crisis sanitaria tenemos una clara hoja de ruta. Un “capitán” producto de esa Costa Rica que se educa y un pueblo que atiende voluntariamente el llamado a cerrar filas.

Se toman acciones para atender la crisis social y económica. Este nunca ha sido un país de “sálvese quien pueda” y no lo seremos.

En toda crisis se espera que el poder se desplace, que surjan nuevos líderes, que se reinvente el pacto social.

El valor de la fuerte institucionalidad ha quedado claro. Pero vendrán los tiempos de post-COVID, cuando será necesario reactivar la economía, etapa en la cual el país debe apoyar la actividad empresarial. Es en ese futuro cercano, cuando será necesario recordar las lecciones aprendidas, el estado de bienestar debe preservarse, robustecerse y profundizarse.

Necesitamos más que nunca, progreso y prosperidad, renovados y sostenibles.

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