La Patrulla Internacional de Bares: Nuevas glorias

Especial para Cambio Político

SEMPER COMPOTATIUM

Y LLEGÓ… LA PATRULLA DE BARES

Al rescate de la más noble de las tradiciones culinarias costarricenses: la boca

Enemigo mortal del karaoke y los bares de pipicillos

Patrulla de Bares Misión: La Taberna de Rusty
Dónde: Alcalá de Henares, España (ver mapa)

La Taberna de Rusty

Recientemente este Cronista cruzó la mar océana para reunirse con sus antiguos compañeros de Orden, en la castellana villa de Alcalá de Henares. Hace una generación fue a formarse en sus actividades caballerescas en aquella hidalga comarca y nunca olvida sus palabras de bienvenida dichas por el cochero de su carruaje que lo transportó: “si Madrid es la ciudad del mundo con más bares, Alcalá de Henares es la ciudad del mundo con más bares per cápita”. En efecto, su condición de ciudad universitaria da lugar a una abundante profusión de tabernas, aunque en honor a la verdad y dado el rigor científico de esta publicación, según el Anuario Económico de La Caixa (uno de los principales bancos españoles) la densidad es más bien baja, de 4,4 bares por cada mil habitantes o lo que es lo mismo un bar por cada 227 personas, la mitad de la extremeña (y diríamos bendita) ciudad de Cáceres y la décima parte de algunas localidades con gran actividad turística.

La ventura hace que este Cronista retorne de manera periódica a su alma máter y de esta manera permite que se sacrifique recordando algunos de los lugares de sus años mozos o bien cate con su severo juicio los nuevos lugares, tarea en la que afortunadamente no faltan voluntarios que contribuyan con sus habilidades digestivas.

A inicios de esta década el ojo crítico de este Cronista vislumbró un nuevo local denominado La Taberna de Rusty, ubicado en el centro de la ciudad, a una veintena de metros de la principal calle de Alcalá. Le llamó la atención que colocaban un menú con las tapas del día en una pizarra a la entrada, señal de que había una preocupación por los paladares de sus comensales. Pero una inspección más a fondo daba a entender que el ambiente parecía más a un bar pipis, o pijo como dirían en España, razón por la cual mejor decidió esperar la evolución natural de las cosas y en efecto, el momento llegó.

 
Recientemente el local fue totalmente remodelado y ampliado, además el cambiaron el concepto, pues decidieron dejar de servir las tapas de cortesía y cobrarlas, con ello se comprometieron a elevar la calidad de la comida, pero a mantener los precios bajos, si lo comparamos con la cara Costa Rica, el precio promedio de las tapas anda en unos 1200 colones, el tamaño es pequeño, lo que constituye una ventaja para una incursión patrullera, pues es posible probar más cosas.

Los fuegos arrancaron con un montadito de cabrales al orujo de miel, para traducir, el cabrales es un queso tipo azul originario de Asturias, de sabor parecido al roquefort, el color azul se debe a hongos que se desarrollan durante los cuatro meses de maduración y el orujo es un aguardiente originalmente destilado a partir del hollejo de uva, en este caso le agregaron miel de abeja, con esta descripción ya se imaginarán la delicia, algo en apariencia sencillo pero de resultado espectacular, hasta se cometió el pecado de repetirlo aunque eso limitara la cantidad de tapas que se catarían. Seguidamente se degustó un bacalao dorado, el cual venía con una presentación muy original y el sabor se correspondió, no era un simple pescado frito. Luego vinieron unas croquetas de chipirón, éste es un bichito bastante parecido al calamar aunque más pequeño y como su pariente el pulpo tiene tinta, así que usualmente los platillos a base de este manjar tienen un color oscuro, en este caso su preparación en croquetas fue muy bien lograda. La casa promociona como una de sus especialidades una hamburguesa 100% carne de ternera con una salsa original, sin embargo, para ser honestos, no estuvo nada del otro mundo. Hay un jamón con rulo de cabra y cebolla caramelizada, estamos en España y por supuesto es jamón serrano, que se sirve sobre tiras de queso de cabra y con la cebollita encima, sublime. La ventresca (vientre del pez) de anchoa con piquillo, un chile que a veces es picante y a veces no estuvo buena pero no tan espectacular como otras de las tapas. Se probaron también unas fajitas de pollo, que estuvieron simplonas. Buscando sabores originales, se pidió un sándwich de jamón ahumado, queso crema y pepinillo agridulce, muy bueno, sobre todo porque utilizan un pan exquisito. Y ni modo, ya no había espacio en los epigastrios, así que estando en la provincia de Madrid, había que pedir una de las tapas locales más típicas, aquí combinadas en las patatas Rusty, con la salsa brava (a base de tomate y picante) y ali oli (mayonesa con ajo), muy buenas aunque la verdad es más rico comerse cada salsa por aparte.

La Taberna de Rusty es un buen ejemplo para recordar que el arte del tapeo evoluciona y no se queda en las recetas tradicionales, sino que se nutre de la creatividad de los cocineros. Y nada más hay que recordar que cada ronda de tapa y bebida sale en poco menos de tres mil colones, aunque también hay platos más grandes (raciones) y si uno quiere ponerse más fino, hay también una impresionante bodega de vinos, la botella normalmente cuesta la mitad de los que cobran por acá, indudablemente una buena comilona saldrá mucho más barata que algo comparable en Tiquicia. Como siempre que hacemos estas Crónicas, terminamos derramando una lagrimita, por tener que viajar 1750 leguas para encontrarnos estos templos sibaríticos.

Páginas oficiales

http://www.tabernarusty.es/es/
https://www.facebook.com/pages/La-Taberna-de-Rusty/113882982015288?fref=ts

Video oficial

 

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