La guerra de Crimea

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Carlos Revilla Maroto

Carlos Revilla

El 27 de marzo se cumplió un aniversario más de la declaración de guerra a Rusia en 1854 por parte de Francia e Inglaterra, como aliadas de Turquía, que dio origen a la conocida como Guerra de Crimea. En el momento del conflicto bélico, la alianza del Reino Unido, Francia, y el Reino de Piamonte y Cerdeña, apoyaban el Imperio Otomano para evitar su hundimiento y el excesivo crecimiento de Rusia, que estaba regida por la dinastía de los Romanov. La guerra se desarrolló entre octubre de 1853 y febrero de 1856. La mayor parte del conflicto tuvo lugar en la península de Crimea, en el mar Negro, de ahí su nombre.

Como novedad en este conflicto, es la participación de corresponsales de guerra que informan a la sociedad sobre lo que acontecía en los enfrentamientos. Fue la primera guerra europea registrada extensivamente de modo fotográfico (más adelante hablo de esto). La guerra terminó en 1856 con el Congreso de París, de donde salió un gobierno conjunto y relativamente autónomo para el Principado de Moldavia y Valaquia. Rusia renunció a la protección directa de los cristianos ortodoxos que vivían en el Imperio Otomano, y se estableció la neutralidad del mar Negro (prohibición de mantener en esa zona navíos de guerra). Se calcula que durante el conflicto murieron más de 250.000 combatientes y 750.000 civiles.

 
Veamos lo que nos dice sobre la guerra el historiador Eduardo Montagut, colaborador habitual de la revista en la web de La Mar de Onuba, que hace un buen análisis del conflicto:

La guerra de Crimea se desencadenó por el expansionismo ruso en la zona balcánica frente al debilitado Imperio turco, terminando por involucrar a las principales potencias europeas occidentales.

Rusia desarrolló a mediados del siglo XIX una intensa política expansiva en los Balcanes, aprovechando la decadencia del Imperio turco-otomano, “el hombre enfermo”, según la conocida expresión diplomática de la época. Por un lado, apoyaba las pretensiones de los nacionalistas eslavos que buscaban independizarse del poder de Estambul y, por otro, buscaba una salida hacia el Mediterráneo. Austria se oponía a este expansionismo ruso porque entraba en colisión con el suyo propio en la zona. Por su parte, Francia e Inglaterra temían que el hundimiento del Imperio turco provocara que Rusia se convirtiera en una potencia hegemónica sin contención alguna y que consiguiera tener presencia en el Mediterráneo, algo que afectaba directamente a sus intereses.

La tensión desembocó en 1853 cuando estallaron las hostilidades entre Rusia y Turquía en la conocida como guerra de Crimea, el único gran conflicto que enfrentó a las grandes potencias entre las guerras napoleónicas y la Primera Guerra Mundial. Francia y Gran Bretaña atacaron la base naval rusa de Sebastopol, en Crimea, iniciando un largo asedio. Mientras tanto, Austria ocupó una serie de territorios en la desembocadura del Danubio, aunque no declaró la guerra a Rusia. A esta guerra se incorporó el reino del Piamonte, porque Cavour pensaba que, apoyando a las potencias occidentales, éstas serían favorables a la causa de la unificación italiana, además de conseguir que la cuestión italiana estuviera presente en los foros internacionales. Ante esta presión y la caída de Sebastopol, Rusia cedió y renunció a sus propósitos expansionistas.

En el Congreso de París (1856) se frenaron las pretensiones rusas de acceso al Mediterráneo y se reconocieron, de hecho, las independencias de Rumanía y de Serbia. El resto de la zona balcánica quedó repartida entre Austria, que controlaría los pueblos eslavos del norte: eslovenos y croatas; y Turquía que seguiría dominando a Bosnia, Herzegovina, Montenegro, Albania y Macedonia. El sistema internacional diseñado en la época del Congreso de Viena y la Restauración quedó liquidado, ya que Austria y Prusia dejaron de ser aliadas de Rusia. Los acuerdos alcanzados confirmaban, además, el propósito de Francia e Inglaterra de sostener a los turcos para evitar el empuje ruso. Pero este reparto sería cuestionado por los distintos nacionalismos generados en los Balcanes. La Cuestión de Oriente terminaría siendo un foco de tensión permanente y un factor decisivo para el estallido de la primera guerra mundial.

Por otro lado, la derrota en Crimea provocó un verdadero terremoto en Rusia, ya que los rusos, después de sus victorias contra Napoleón, descubrieron que su Imperio era una potencia militar muy deficiente debido a su retraso industrial y económico, junto con una estructura social obsoleta basada en la servidumbre. Muchos siervos se habían negado a combatir en la guerra. El zar Alejandro II comprendió la necesidad de modernizar económicamente el Imperio y de emancipar a los siervos.

Conocí sobre esta guerra al investigar sobre Florence Nightingale, una enfermera, escritora y estadística que participó en ese conflicto armado, asistiendo al ejército británico. Considerada pionera de la enfermería moderna y creadora del primer modelo conceptual de enfermería. De hecho escribí un artículo sobre este personaje titulado “La dama de la lámpara” que los invito a leer.

Uno de los acontecimientos más famosos de la guerra es conocido como “La Carga de la Brigada Ligera”, que fue una desastrosa carga de caballería británica, dirigida por lord Cardigan en el curso de la batalla de Balaclava el 25 de octubre de 1854. Debido a una confusión en la comunicación de órdenes, la brigada atacó la posición enemiga equivocada y perdió casi la mitad de sus efectivos (entre muertos, heridos y prisioneros) a manos de los defensores rusos. Los supervivientes de la brigada lograron retirarse gracias a la intervención de una unidad de caballería francesa. De más de 600 jinetes, quedaron a caballo menos de 200 que debieron retirarse inmediatamente. Esta carga ha pasado a la historia como un suceso mayor en la leyenda heroica del Reino Unido y también como un ejemplo de incompetencia militar.

Este acontecimiento a los largo de la historia ha inspirado poemas, pinturas y hasta películas hollywoodenses con conocidos actores.

El poeta y dramaturgo inglés Lord Alfred Tennyson, uno de los más ilustres de la literatura universal, perteneciente al posromanticismo, escribió un precioso poema titulado precisamente “La Carga de la Brigada Ligera”.

“¡Adelante, Brigada Ligera!”
“¡Cargad sobre los cañones!”, dijo.
En el valle de la Muerte
cabalgaron los seiscientos.

“¡Adelante, Brigada Ligera!”
¿Algún hombre desfallecido?
No, aunque los soldados supieran
que era un desatino.
No estaban allí para replicar.
No estaban allí para razonar.
No estaban sino para vencer o morir.
En el valle de la Muerte
cabalgaron los seiscientos.

Cañones a su derecha,
cañones a su izquierda,
cañones ante sí
descargaron y tronaron.
Azotados por balas y metralla,
cabalgaron con audacia
hacia las fauces de la Muerte,
hacia la boca del Infierno
cabalgaron los seiscientos.

Brillaron sus sables desnudos,
destellaron al girar en el aire
para golpear a los artilleros,
cargando contra un ejército,
que asombró al mundo entero:
zambulléndose en el humo de las baterías
cruzaron las líneas.
Cosacos y rusos
retrocedieron ante el tajo de los sables.
Hechos añicos, se dispersaron.
Entonces regresaron, pero no,
no los seiscientos.

Cañones a su derecha,
cañones a su izquierda,
cañones detrás de sí
descargaron y tronaron.
Azotados por balas y metralla,
mientras caballo y héroe caían,
los que tan bien habían luchado
entre las fauces de la Muerte
volvieron de la boca del Infierno.
Todo lo que de ellos quedó,
lo que quedó de los seiscientos.

¿Cuándo se marchita su gloria?
¡Oh qué carga tan valiente la suya!
Al mundo entero maravillaron.
¡Honrad la carga que hicieron!
¡Honrad a la Brigada Ligera,
a los nobles seiscientos!”

Lord Alfred Tennyson

Hay un cuadro muy famoso “La Carga de la Brigada Ligera” de Richard Caton Woodville Jr.

También dos películas: “La carga de la Brigada Ligera” de 1936, dirigida por Michael Curtiz y con Errol Flynn, Olivia de Havilland y David Niven en los papeles principales, es una visión hollywoodense inspirada en Rudyard Kipling, imagen “mítica” del “imperialismo británico”. “La última carga” de 1968, dirigida por Tony Richardson, con John Gielgud, Trevor Howard y Vanessa Redgrave, fuertemente crítica y que pretende ser auténtica, basada en las investigaciones de Cecil Woodham-Smith en The Reason Why (1953). Animaciones en el estilo contemporáneo del Punch Magazine y realizadas por Richard Williams conformaban una introducción de la película para informar a la audiencia estadounidense de la política británica. Contrastaban con la meticulosa dirección artística de Edwad Marshall y la cinematografía de David Watkin.

Incluso también ha inspirado temas musicales como “The Trooper” (El Soldado de Caballería) de Iron Maiden, en el género de heavy metal. El videoclip de la canción contiene imágenes de la película de 1936.

La guerra de Crimea fue, seguramente, el primer conflicto bélico del periodismo fotográfico y en este aspecto destacó Roger Fenton, el primer corresponsal de guerra oficial. En 1855 Fenton marchó a la guerra para fotografiar las tropas, con un ayudante de fotografía, un sirviente y un amplio equipaje. Fue financiado por el Estado británico a cambio de que no mostrara los horrores que provocan los conflictos bélicos, así conseguía que los familiares de los soldados y la ciudadanía no se desmoralizaran.

En la galería podrán ver algunas de las fotos más famosas de Fenton, aunque hay que decir que con su trabajo se habló del reportaje de la “falsa guerra”, pues como ya mencioné, no aparecían muertos en las imágenes que se publicaron. Si quieren ver mas fotografías pueden visitar este tablero de Pinterest.

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Un comentario

  1. Gustavo Elizondo

    Excelente artículo, muy bien sustentado y que incorpora un elemento que no ha sido considerado con fuerza en las causas del Gran Conflicto, la I Guerra Mundial. En realidad el asesinato del Archiduque Francisco, un personaje de poca monta, fue una mampara para tratar de imponer condiciones de las entonces potencias, de los rezagos de la Guerra de los Balcanes o Guerra de Crimea.

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