La Costa Rica que viene

Carlos Manuel Echeverría Esquivel

Carlos Manuel Echeverría

A quienes me honran con leer mis contribuciones, les advierto que este artículo es largo. No persigue impacto en página y media a doble espacio, letra 12 y menso en 144 caracteres. Persigue tratar globalmente la temática de nuestro desarrollo como Estado, generar reflexión y nuevo pensamiento. Agradezco la paciencia y aspiro me sigan leyendo.

La Costa Rica que viene es algo que tendremos que definir nosotros mismos tomando en cuenta el entorno extra nacional; si no es así daremos tumbos y tumbos en nuestro derrumbe. Si pretendemos que unos pocos, autoritariamente decidan por nosotros, no nos comprometeremos y además que feo verdad, en un país que ha invertido tanto en su recurso humano. Necesitamos una visión compartida por todos los sectores.

Apuntes sobre la crisis actual

El país está pasando por un período en su historia quizás solo visto durante la gesta del 56 (1856) y durante la revolución del 48 (1948), lamentable guerra fratricida que no debería darse de nuevo. Elaboro al respeto.

A mis 65 años, ya mucho más cerca de la salida que de la entrada, pero entusiasta y comprometido con el País, creo cargado de experiencia y gozando gracias a la Providencia de buena salud, soy optimista respecto al futuro. A pesar de nuestras deficiencias en casi todos los campos, como sociedad hemos avanzado bastante, excediéndonos sin embargo, en la vigencia de un modelo que si bien fue útil, apoyado en una tradición civilista que se remonta -sin quitar mérito a otras contribuciones y eventos- a don Juan Mora Fernández, propulsor de las imprentas, en las reformas sociales de los años 40 y en los grandes golpes de timón que bajo el liderazgo de don Pepe se dieron en la década del 50. Lamentablemente, el modelo dejó de ser útil y más bien se ha convertido en un lastre para el progreso. Financieramente ya es inmanejable y su aporte al esfuerzo económico, la lucha sin fin diría don Pepe por ganarnos como Estado el sustento diario, no es ni de lejos aceptable; es incrementalmente un pesado lastre, como lo es también en la implementación de la política social y entre otras, la ambiental. Esa inefectividad (ineficiencia e ineficacia combinadas), donde los procesos que no logran metas salen además carísimos, tiene gran culpa, acompañado de los abusos en prebendas y regalías en el sector público, así como corrupción y mal uso de los recursos financieros del Estado, en que seamos un país extraordinariamente caro en relación con nivel de desarrollo científico y tecnológico, determinante para la capacidad de producción de riqueza en el país, que no posee reservas de algún mineral amado por la humanidad, que “le salve la tanda”.

Está última huelga, que ha puesto en evidencia lo negativo del costarricense, es signo de que hemos “topado con pared”; el modelo se nos hizo ineficiente e ineficaz, inefectivo y ya la producción no lo puede financiar; más bien, corremos el riesgo de involucionar no solo socio-económicamente, pero moral, ética y políticamente. No es posible por ejemplo, mantener un modelo donde cerca del 50% de lo que se recauda va para pagar pensiones de lujo y pluses salariales, de gran magnitud pero para unos pocos privilegiados, en un sector público de dudosa productividad, mientras paralelamente una gran mayoría de los costarricenses, muchos emprendedores y creadores de riqueza, cuyo ímpetu es ciertamente elástico y por otro lado, muchos trabajadores dependientes de esa empresas, apenas salen avantes o no lo hacen realmente.

Los salarios en el sector público y las pensiones financiadas por fondos públicos, deben servir para vivir decorosamente los años de descanso en el último tercio de la vida; no deben ser parte de la herencia de los beneficiarios y mucho menos facilitar el enriquecimiento de unos pocos a costa de muchos, en bastantes casos, recibiendo pensiones mínimas. Dan grima y no son de recibo argumentos como el que si no se le paga bien a los jueces se corrompen. Las pensiones en el mejor de los casos, deben ser complementarias a los ingresos que por haber ahorrado a lo largo de su vida formal productiva, los funcionarios públicos son capaces de generar. Sin duda, debemos ir a un esquema de empleo público donde trabajo similar para el que se requiere formación equivalente, se pague igual, con beneficios y prestaciones sociales equivalentes, tomando en cuenta por supuesto particularidades de algunos casos, lo que no debe desbordarse.

Considero que también debemos de considerar la conceptualización de lo que son derechos adquiridos, pues si ellos contribuyen a la inflexibilidad requerida para enderezar la nave, por más “derechos adquiridos” que sean, no será posible financiarlos y se quedarán “en el aire”. Esto de derechos adquiridos, es muy relativo.

Tengo fe en que tendremos la capacidad de aprobar la reforma fiscal y de gasto público propuesta, dolorosa, pero mucho menos de lo que dolerá, especialmente a los más débiles, el no implementarla. Tengo muy claro el recuerdo de principios de los ochenta, cuando por negligencia de la Asamblea Legislativa, en el marco de una situación internacional y nacional complicadísima, no se aprobó a tiempo la legislación requerida. Como estuve en el centro de la tormenta, conozco bien el caso; para el que no lo domina, recomiendo dos libros que acaban de salir: “El último presidente” de don Oscar Aguilar Bulgarelli y “Los pueblos que no conocen su historia…la repiten”, de doña Cristina Zeledón Lizano. En mi caso, como Viceministro-Subdirector de Planificación Nacional y Política Económica, pasé de ganar el equivalente a 1,500 US$ a 300 US$, en abril de 1982. Y si a mí me fue mal, no puede evitar acordarme de cómo le fue a otros, por mis vinculaciones en ese tiempo a los trabajadores autogestionarios del país, quienes me honraron con su confianza y con quienes tuve el honor de “hacer equipo”. Dios guarde nos pase como los griegos de la antigüedad, que se hundieron por no entender que el debate en democracia tiene sus límites y que no puede ser un fin en sí mismo; es una herramienta para llegar a la decisión posible que mejor resuelva o acometa lo que así requiera e insustituible para la vigencia y fortalecimiento de nuestra democracia liberal, donde todos cabemos, tolerante y abierta a que cada uno viva la libertad siempre y cuando no impida a otras personas hacer lo propio.

Lo que el país tiene a su favor

El país en general anda bien desde la perspectiva productiva, excepto por el fundamental tema fiscal y los excesos conocidos que el modelo ha propiciado sin proponérselo, pero sin prever la picardía, de quienes desde adentro, como sucede mucho con la democracia, encontraron la fórmula para sangrar los bienes públicos, los que son de todos, en perjuicio de las grandes mayorías y arriesgando la competitividad y productividad internacional del país, sin las que no se podrán adquirir los bienes y servicios necesarios para todos, incluyendo aquellos por los que “saliva” la buroplutocracia.

Tenemos una ubicación geográfica muy atractiva, a pesar de que el vecino del norte a veces nos complica la vida, aunque por otro lado, el recurso humano que nos ofrece, libera los nuestros y le da a aquel la oportunidad de progresar; Nicaragua además, constituye un importante y accesible mercado para nuestros productos. Somos puente potencial entre los dos océanos y nuestros recursos productivos de sector primario son abundantes, incluyendo el agua, preciado líquido, así como de gran belleza, lo que unido a nuestra actitud “pura vida”, nos hace atractivos para el turismo extranjero.

Nuestro recurso humano, capacitado como es, podría ser mejor si profundizáramos la educación hacia el pensamiento lógico y abstracto, precondición para investigar y desarrollar tecnología a todo nivel, no solo en los centros de investigación, así como para ser mejores ciudadanos. No debería ser esto difícil, pues tradición educativa la tenemos desde el “Gefe” Mora Fernández. Nuestras universidades públicas y algunas privadas son reconocidas internacionalmente como de calidad, especialmente la UCR, ubicada entre las 500 mejores del mundo. Indudablemente, nuestro cuerpo docente a todo nivel debe mejorar mucho, para convertirse en agente difusor de una actitud mezcla de fortalecimiento de valores y moral por un lado y por el otro de apertura al cambio que del resto del mundo nos llega y cuya adecuada incorporación en nuestra forma de vida, condiciona nuestro éxito como sociedad. Es un error el aferrarse, como los cocheros cuando apareció el Modelo T, a lo que dejó de ser adecuado al progreso.

Hay capacidad gerencial sobrada. Nos faltan mejores gerentes públicos, capaces de generar mayor eficiencia y eficacia, efectividad, en los equipos humanos bajo su gestión, así como más rigurosidad en los nombramientos. Con un enfoque moderno de la gestión macro y micro en el sector público, que potencie el carácter sistémico de la institucionalidad del aparato estatal, daríamos un salto de calidad importantísimo y se le daría al sector productivo el apoyo que necesita, en tándem con el sector público, para continuar desarrollándose; todo un reto el generar gerentes de primer orden para las escuelas de administración pública, cuyo enfoque académico debe cambiar.

No hemos logrado reducir la pobreza que luego de estar al 20% de la población, ha vuelto a subir al 22%, aunque ciertamente, en Costa Rica los ciudadanos de bajos recursos, van mejorando su condición. Sin embargo, el coeficiente de Gini, que marca la desigualdad de ingreso, es cada vez más desfavorable en Costa Rica, algo a lo que hay que ponerle gran atención: a largo plazo no es sostenible, ni es el reflejo de una sociedad solidaria y ética, como la gran mayoría de los costarricense cree que es la nuestra, opinión que no comparto: ya no somos una sociedad solidaria y estamos involucionando, gracias a la inefectividad, la poco responsabilidad desde hace algunos lustros de quienes gobiernan y las prebendas y gollerías, que hoy la sociedad abrumadoramente rechaza.

Somos un país pequeño, pero ubicados en una zona donde las posibilidades de generar economías de escala por medio de la integración aunque sea limitada, ya sea aprovechan, a pesar de que el SICA no funcione tan bien como debiera, lo que puede achacársele tanto al propio sistema, como a los países miembros, cuya problemática interna y enfoque en cada uno de ellos, los distrae del proceso integracionista.

La actitud “pura vida”, merece un párrafo por ser un activo nacional. Es una forma positiva de ver la vida, siempre y cuando su enfoque sea correcto; personalmente prefiero sentirme costarricense que tico. Mal enfocados, el “pura vida” y el “tico”, que puede ser muy chauvinistas, nos hacen conformistas, merecidos y hasta toscos y chabacanos, como se ha puesto en evidencia en los últimos días, por parte de algunos individuos agitadores laborales, que faltaron a normas fundamentales de nuestra nacionalidad idiosincrática.

Para resumir, estemos claros: somos un país con muchos méritos, muchos logros y la posibilidad real de seguir avanzado, consolidándose, progresando sostenida y sosteniblemente; somos un país potente con muchos recursos y un factor humano muy bueno, internacionalmente apreciado. Tenemos una excelente plataforma pero desequilibrios delicadísimos que debemos al menos reducir sustantivamente. Pero, si creemos que el maná nos caerá del cielo sin acción de nuestra parte, estamos muy equivocados; estamos tocando fondo, chocamos con pared… Lo que tenemos se puede caer, como se cayó Venezuela con su proyecto chavista de corte “pol potiano”, sin tener nosotros un recurso como el petróleo. para de él agarrarnos. Internacionalmente, tenemos una responsabilidad con los otros países, muchos de los cuales nos consideran un referente respecto al progreso sostenido y sostenible. Me pregunto: ¿con tanto que tenemos y somos, cómo no vamos a ser capaces de resolver nuestras contradicciones y preferir despeñarnos?

Lo que viene es ineludible

Como bien lo dijo el Presidente Alvarado en reciente entrevista concedida a La Nación (www.nacion.com/el-pais/politica/presidente-alvarado-confia-en-fallo-positivo-de/MLQJB7LV6JGMRF3OHZ3IZOGEUY/story/ ), después de aprobado el proyecto de reforma fiscal y de reducción de gasto, como espero que sea pues las alternativas son desgarradoras, sin descuidar la lucha sin fin por el progreso sostenido y sostenible, vendrá una etapa larga, que nos servirá para revisar a fondo, nuestro andar como sociedad, pasado, presente y futuro, en lo político, lo económico, lo social y lo ambiental…que es de supervivencia biológica. Ya se hace en lo político con la Comisión de Reforma del Estado en dos vertientes, pero requiere empujarse en los otros temas claves una revisión a fondo, para luego empatarse con la de la Comisión; lo ideal es trabajar como vasos comunicantes.

El país está fragmentado y ha quedado más todavía luego de la última elección presidencial, donde afloró un conservatismo teocrático inédito, que me parece no conviene y espero se neutralice, pues es contrario a ese liberalismo nuestro que tanto apreciamos y que nos ha ayudado a llegar lejos como Estado.

La huelga general de la Administración Pública, mal concebido y mal implementada, ha sacado a relucir nuestras peores características como ya dijo y nos exhibió inconvenientemente a nivel internacional, dividiéndonos todavía más. Tenemos que juntar los pedazos, recapacitar los que obraron mal, en defensa de intereses perversos y ocultos, no los que se decían, aceptar los afrentados al dejar de recibir los servicios públicos por los que pagan impuestos y sufrir de los abusos ya conocidos, producto de los errores de aquellos; por decirlo metafóricamente, sentarse a definir primeramente una visión compartida de país a mediano y largo plazo y trazar la ruta para alcanzarla. Sin una visión compartida, carecemos de motivación, claridad de destino y brújula.

Es un camino difícil pero ineludible, que hay que acometer con la claridad de que no existen soluciones perfectas, solo pasos en la dirección correcta. No conozco país, de los que se han propuesto exitosamente a ser dueños de su propio destino en un tiempo específico y corto en la vida de una nación, que haya logrado desarrollarse sin tener una visión de nación compartida y beneficiosa para todos…empresarios, emprendedores, trabajadores de lo urbano y lo rural, funcionarios públicos, adultos mayores, fuerzas políticas, etc.

Ergo, el desarrollar esa visión, no es un tema de un gobierno o un grupo específico privilegiado, como fue el caso antaño y fracasado, de la sociedades que practicaron el centralismo democrático o esquemas corporativos de derecha. Asumo que con todo y sus defectos, estamos como sociedad comprometidos con la democracia liberal y plural, en la que la ciudadanía, por medio de sus órganos de representación sectorial o geográfica, debe participar; esta participación, inteligente ojalá, es la esencia de la democracia, tan importante como el sagrado voto electoral periódico. El darle mayor valor y cotidianeidad, eleva nuestra democracia a una dimensión superior; si ello no sucede, el riesgo de su involución se consolida.

Cuando allá por el año 1988, me tocó como integrante -honrosamente nombrado por la Presidencia de la República- de la Comisión de Reforma Administrativa del Estado Costarricense (la COREC I), recuerdo haber escuchado al ilustre costarricense Ingeniero Jorge Manuel Dengo, a la sazón vicepresidente de la República, expresar que los costarricenses deberíamos tener la capacidad para predecir con cierto grado de certeza, por ejemplo, a 25 años adelante, cuantas escuelas se requerirían para atender la demanda en esos tiempos. A juicio del suscrito, don Jorge Manuel tenía toda la razón.

Se requiere de un esfuerzo enorme que solamente se puede generar si apuntalamos la economía mixta de mercado que practicamos, con regulación y participación estatal para evitar los excesos de aquella, con planificación estratégica, o sea, planificación a largo plazo; nunca táctica, determinando la producción y consumo arbitrariamente, como erróneamente se practicó en países que siguieron la autoritaria y deshumanizante planificación centralizada. La economía de mercado que potencia la competencia entre los oferentes de productos y servicios para beneficio del ciudadano, es insustituible para producir lo que el consumidor quiere; pero carece de la capacidad por si sola para llevarnos al logro de las metas indicadoras de que una visión específica se alcanzó. Cuando no se la acompaña con medidas reguladoras, las tendencia oligopólicas y similares afloran y desvirtúan sus beneficios. La Economía de Mercado Planificada (EMP) es el camino, aquella donde la sociedad como un todo define la estrategia para llegar a la visión, que se convierte en el marco de acción para que los generadores de bienes y servicios públicos y privados, en un ambiente competitivo, realicen su contribución. Agradezco no confundir la EMP con el socialismo de mercado, que los cubanos están tratando de desarrollar.

Tenemos que entender que el principio de todo, pues sin ella nada florece y nada es sostenible, es el de garantizar la producción de bienes y servicios con creciente productividad, competitividad, competencia y sostenibilidad integral, socioeconómica, política y ambiental. “Sin cacao, no hay chocolate”, se ha dicho; sin producción no hay qué repartir. Y, los que saben producir cacao y chocolate, son los emprendedores los empresarios, no como casta, sino como conglomerado humano dinámico al que entran y salen operadores económicos, especialmente en sistemas como el nuestro que ha propiciado la movilidad social en base al esfuerzo personal con algo riesgo, no como quieren progresar algunos hoy en día, a prebendas y regalías. Son los empresarios, los que saben combinar estratégicamente las llamadas “cuatro Ps del mercadeo”, habiendo uso de los factores de producción, cuatro hoy en día con la tecnología. Por supuesto que excluyo de esta aseveración a los pseudo empresarios engañosos de los cuales conocemos mucho y que a menudo reciben el apoyo de “gallos” y “gallinas” de peso en el sector público. Así mismo, a los empresarios que engañan en cuanto a la calidad y cantidad de sus productos y servicios al manufacturarlos y ofrecerlos.

Aprendamos como sociedad, a darle todo el apoyo al emprendedor y al empresario, desde el sector público por ejemplo, facilitando la tarea dentro del marco de la ley pero sin abusar de ésta en perjuicio del operador económico, a menudo por razones pueriles, dificultando el acceso a los servicios que quien investiga, emprende, produce o distribuye requiere. Lamentablemente en Costa Rica no se imparte como se debiera, a nivel de secundaria, la teoría económica elemental pero suficiente para entender la fenomenología de la inter dependencia entre sectores. Esto lo hace a uno pensar que el empleo estatal no entiende como sus niveles de efectividad afectan la producción nacional de bienes y servicios. Similarmente, entre menos cargas impositivas tenga el proceso productivo y distributivo como tal, más posibilidades de que sea productivo y competitivo se dan. Mejor atacar los ingresos finales como principio y ser como Estado, drástico con lo que violen los razonables impuestos o que incumplan las normas de calidad y cantidad establecidas en el compromiso productivo.

Planificación moderna en economía de mercado

La planificación estratégica, que indica el camino hacia la meta, que actúa como un marco para el accionar de la economía de mercado, es el elemento facilitador insustituible; ofrece la racionalidad estratégica que a largo plazo la economía de mercado no es capaz de ofrecer. Los ejemplos que ilustran la inconveniencia de una economía de mercado no moderada, son innumerables y muchos de ellos en el caso nuestro, derivados del superficialmente concebido Consenso de Washington, que aparte de la buena práctica de cuidar las variables macroeconómicas y de promover la competitividad aunque con métodos a veces cuestionables, no dejo mucho de bueno: nos alejó del transporte colectivo racional por ejemplo; nos dio la receta aplicada para ensanchar la brecha social, hoy de las mayores del mundo y convirtió al país en una selva de perdedores y ganadores, aprovechándose muchas veces de los portillos del Sistema.

Es necesario que el Estado fortalezca la capacidad de planificación participativa estratégica y de coordinación intersectorial del aparato estatal. Ello no es posible por la vía de un Ministerio pues en gestión administrativa, coordinar pares inter pares (o sea, coordinar estando al mismo nivel que “los coordinados”), es muy difícil. Lo mejor y que conviene es que el MIDEPLAN, como cabeza sistémica actualmente inefectiva que es, vuelva a la Presidencia de la República, como la OFIPLAN. Lo sé por experiencia: cuando el ciudadano percibe que está detrás de una instancia la superior, en este caso la Presidencia de la República, la capacidad de coordinar aumenta sustancialmente. Reitero, el darle participación en los temas del Estado a los estamentos de la sociedad civil organizada, es el camino.

El reto es enorme pero plausible de enfrentar triunfadoramente. A diferencia de otros países, no deberíamos tener que cambiar radicalmente nuestro modelo político pero si perfeccionarlo: eliminar las provincias hoy obsoletas -tanto así que ya en la práctica no tienen ni gobernador- y sustituirlas por las 6 regiones de planificación y darle validez a las 22 regiones en ellas presentes, es el camino Pensar en redimensionar la forma de hacer gestión de gobierno, algo en lo que ya trabaja la actual COREC, pero que habrá que consultar ciudadanamente; desconcentrar y descentralizar…¿cuántas municipalidades realmente necesitamos y conviene para la capacidad de sostenibilidad del país tener? ¿Compactación del aparato estatal? Pienso que conviene. Habrá que confirmar que el concepto de autonomía es correctamente entendido, especialmente a nivel del sector académico superior y las entidades autónomas, que lo son en cuanto a su gestión, pero no en cuanto a la obligación de cumplir con las directrices de política que emanan de la Presidencia de la República, vía los ministros sectoriales o del ramo como les llama la Ley General de la Administración Pública, que son de acatamiento obligatorio orientador del accionar de las entidades “autónomas”. Necesitamos un modelo gestión pública más precisa, más moderna, más gerencial, a lo que nuestras universidades tienen que contribuir, mejorando sustancialmente su capacidad académica en el ramo y orientación actual. El régimen de incentivos y sanciones debe de ser efectivo, sino… ¿para qué tenerlo? Ser implacable como sociedad con la corrupción, venga de donde venga, se dé donde se dé, es fundamental.

Se ha puesto en evidencia que se requiere revisar a fondo al Poder Judicial y éste a sí mismo, para que mejore su efectividad y se vuelva a redimensionar según el Estado al que pertenece. Justicia pronta y cumplida ha de ser la norma. ¿Y qué tal plantear el que entidades como el ICE pudieran proyectarse internacionalmente? Ya el maltrecho ICE, con sus enormes pérdidas muchas por ejecución deficiente, lo ha intentado, con éxito relativo en energía y éxitos y fracasos en telecomunicaciones, lo que le ha impedido competir adecuadamente en Centroamérica.

Habrá que entrarle, como parte de esa visión, a los temas más prácticos y determinantes, tomando en cuenta hacia dónde va el mundo y hasta donde podemos influir en él: plantearnos, por decirlo en metáfora, cuantos pupitres necesitaremos y que implica eso para las relaciones insumo producto a largo plazo. ¿Qué privilegiamos y qué no? ¿Por cuál vía productiva y distributiva nos encaminamos, para asegurar el necesario dinamismo? ¿Cuál la de ser la razón entre la acumulación para la inversión y cuánto el consumo? ¿Cómo distribuiremos el ingreso y el riesgo desde la perspectiva social? ¿Cómo afectará todo esto nuestro contrato social, uno que debe tener, en congruencia con lo mejor del liberalismo que nos dejó el movimiento liderado por don Ricardo Jiménez, como prioridad la confirmación de los derechos de las minorías y los deberes de toda la ciudadanía? Tratamiento al tema ambiental y nuestra contribución a la Aldea Global sobre el tema…asunto de supervivencia. ¿La legalización del cannabis medicinal y porqué no el recreativo, algo que ya no es novedad en el mundo de hoy y que podría servir para que menos personas se inclinen para sus escapes o inspiraciones en drogas más peligrosas y así mismo combatir la narco actividad por donde más le duele? Un asunto pendiente. ¿Cómo fomentaremos el desarrollo científico y la investigación para el desarrollo tecnológico aplicado, de cara a la IV Revolución Industrial con la robótica incluida, que bien puede convertirse en el elemento liberalizador del espíritu humano jamás visto…?¿Cómo los encadenamientos productivos y distributivos de bienes y servicios pueden facilitarse y generarse con justicia distributiva? ¿Seremos capaces, gobierno, sector laboral con el solidarismo -la fuerza laboral más grande del país- y el sector empresarial en sus diferentes dimensiones incluidos, generar un modelo de propiedad más amplio y participativo que el actual, por la vía del mercado accionario quizás y sin duda por la vía del cooperativismo?

Un órgano cúpula de consulta

Pensar en un órgano cúpula de consulta por parte del Gobierno Central y el Congreso, de los estamentos organizados a nivel nacional de la sociedad civil por la vía de una estructura de consejos regionales y subregionales, un paso fundamental para refundar nuestra apreciada democracia, a juicio del suscrito se vuelve necesario. Se trata de un foro de consulta y debate, con delegados calificados de las regiones que representen los diferentes estamentos de la sociedad civil, donde la participación no sea remunerada, con OFIPLAN actuando como secretaría técnica y de coordinación.

Considero que el gobierno actual debe enfocarse en este gran desafío: la Costa Rica que viene, la que tendremos que moldear, ya no al azar o con propuestas superfluas electorales engañosas y que la ciudadanía, por una u otra razón las acepta hasta con ilusión. Requerimos de una visión compartida, producto un gran acuerdo nacional y enfocarnos con toda nuestra capacidad productiva, ahorrativa y distributiva a cumplirlo. Los empresarios, grandes, medianos, pequeños y micro, incluyendo aquellos cooperativizados; los operadores y empleados públicos y privados, todos, han de buscar fórmulas para mejorar su entendimiento, su desempeño, su productividad y así, asegurar la competitividad internacional sostenible que requerimos para progresar sostenida e inclusivamente.

Algunos artículos complementarios al presente cuya lectura puede ser útil, se encuentran en los siguientes enlaces:

https://cambiopolitico.com/la-oligarquizacion-del-pais-pura-vida/97257/
https://www.nacion.com/opinion/foros/estrategias-para-vencer-el-corporativismo/EKOA5K4RJ5HPRL5OLNSSCNH7FU/story/

Miembro COREC I. (1988-1990), ex viceministro-director de la OFIPLAN.

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