Josephine Baker

Monólogos con Pelé *

Lina Barrantes Castegnaro

Lina Barrantes

Saliendo del Jardín de Luxemburgo en Paris, se aproxima uno a la colina Sainte Genevieve, por la Rue Soufflot, y el edificio que cierra la calle es un gran edificio Greco-Romano que tiene escrita en su fachada la frase: “A los grandes hombres la patria agradecida”. Ese es el Pantheon, en frente a la prestigiosa Universidad, la Sorbona. Ahí, Francia honra, a sus grandes hombres y recientemente también, sus grandes mujeres. Creado en 1791, por la Asamblea Nacional, este monumento alberga 6 mujeres, y 75 hombres. Los gobiernos de Hollande y Macron han hecho un esfuerzo por reconocer mujeres, y se presenta hoy la polémica de si debiera corregirse la leyenda “A los grandes hombres la Patria agradecida” inscribiendo “A los grandes hombres y mujeres la Patria agradecida”.

Unos años atrás, en este mismo espacio escribí sobre Simone Veil. Gran política francesa que -cuando el espacio para mujeres era aun mas difícil que lo que es ahora- fue Ministra de Salud, en un gobierno de Derecha. Gran europeísta y autora de la llamada Ley Veil que despenalizó el aborto.

Hace unos días, el Pantheon francés, acogió a otra mujer. La 6ta mujer en ser honrada por el país, la ceremonia de ingreso, fue conmovedora. Francia honró como a una de las suyas, a una mujer negra, hija y nieta de esclavos, nacida en Saint Louis Missouri en 1906.

En la marcha por los derechos Civiles en Washington, junto a Martin Luther King, todos recordamos “I have a dream”, pero poquísimos recordábamos que una mujer negra, también tomó la palabra. Esa fue Josephine Baker.

Victima del racismo en los Estados Unidos, emigra a Francia. No solo es la primera mujer negra en ser acogida en el Pantheon, sino la primera no nacida en Francia. Baker adopta la nacionalidad francesa, al casarse con un francés allá por el final de los años 30 del siglo pasado, y de ahí en adelante se convierte en militante de lo que considera obligación de su nacionalidad: en medio de la guerra, se convierte en una combatiente por la libertad.

Josephine Baker enamora al Paris de los años locos, cantante y bailarina en cabarets, se hace famosa por vestirse con un “collar” de bananos a la cintura que le permite cubrir su intimidad.

Es ahí por los años 30, cuando compone su famosísima canción: J’ai deux amours mon pays et Paris que dice: tengo dos amores, mi país y Paris, por ellos siempre mi corazón esta feliz. Mi sabana es bella pero para que negar que lo que me embruja es Paris, Paris todo entero.

En 1944, se convierte en miembro de la resistencia, comprometida con el ejército de liberación de Francia. Aprovecha sus giras para hacer contra espionaje, desde el principio de la guerra. Es encargada de recoger informaciones en las numerosas fiestas en las que participa, entra en contacto con oficiales japoneses e italianos. Se convierte luego en una HC (Honorable corresponsal). En los manuscritos de sus canciones, copia información que dará a oficiales británicos, sobre posible infiltración nazi.

En 1941 la estrategia militar se concentra en liberar el norte de África, para así asegurar Vichi, y desde ahí empezar a liberar Europa. La resistencia organiza un ejército para la liberación de Francia. Josephine Baker se enrola en ese ejército. Pero la autorizan a seguir vistiendo como de civil, para que así pueda usar su ropas de escena y presentarse por todas partes, cumpliendo tres objetivos: el primero, subir la moral de las tropas, el segundo, recaudar dinero para fortalecer ese ejército y el tercero promover la Francia libre. Recibió todos los reconocimientos militares y civiles luego del triunfo de los aliados. La pantheonisation de Josephine Baker, estuvo enmarcada por el Canto de los Partisanos (el himno de la resistencia francesa durante la ocupación de los Nazis en la segunda guerra mundial) y por las palabras del Presidente Macron: “Joséphine Baker, usted entra al Pantheon que se llena con un viento de fantasía y audacia … En el fondo no hay nadie más francés que usted. Mi Francia es Josephine”.

Quiero terminar estas breves notas, diciendo que esa Francia grande, generosa, agradecida, fue la que me enseñaron a conocer desde la escuela, y es la que admiro y quiero.

Josephine Baker

Pele fue mi perro, un beagle. Durante 10 años, escuchó pacientemente las reflexiones que de vez en cuando decidí poner en blanco y negro. Por su complicidad, decidí poner este nombre a la columna.

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