Fernando Berrocal
El la última campaña electoral, todas las fuerzas políticas estaban conscientes de que el país estaba mal y atravesando una profunda crisis económica, social e institucional, de la cual solo se saldría con un gobierno dispuesto a hacer los cambios pospuestos por varias administraciones. Ese era el hecho político de fondo y sobre eso giraron las elecciones, en primera y segunda ronda.Incluso, una pregunta permeaba el ambiente: ¿Adónde fue que se perdió Costa Rica? Teníamos diferentes respuestas y, seguramente, diferíamos en las prioridades sobre las acciones y los cambios necesarios, pero ningún partido político y sus candidatos desconocían que el futuro gobierno del 2022-2026 tendría que ser el del CAMBIO o el país entraría en una etapa en que “una chispa y habría un incendio” al estilo de cualquier otro país de América Latina.
Las cifras estadísticas no dejaban y todavía no dejan ninguna duda: seguimos en crisis y hay que tratar de superar esta situación. Se impone hacer CAMBIOS.
El gobierno no ha disipado aún todas las dudas sobre sus propuestas concretas de reformas, pero sí hay algo en la personalidad ejecutiva del presidente Chaves, les guste a unos y les disguste a otros, que pone de manifiesto que SÍ está dispuesto a comprarse las broncas que anunció en la campaña electoral y que por ahí va esta Administración. Tomémosle entonces la palabra y contribuyamos a generar los consensos nacionales que urge Costa Rica.
No lo digo para quedar bien. Es obvio que no voté por su candidatura. Lo que afirmo es un hecho objetivo. Agrego algo más: propongámosle también a la oposición en la Asamblea Legislativa y a los sectores organizados de la sociedad civil que le tomen la palabra al presidente Chaves y que hagamos, entre todos los partidos políticos y el gobierno, un esfuerzo descomunal, serio y conjunto para hacer los cambios fundamentales que necesita Costa Rica.
Un buen ejemplo es el proyecto de ley para concentrar SETENA (desmontando una Junta Directiva de 11 miembros) y el SINAC en el Ministerio del Ambiente y Energía (Minae). Eso es acabar con feudos y así debería hacerse con otros. No se trata de un gobierno de unidad nacional. Eso no lleva a ninguna parte y está demostrado. Hablo de consensos nacionales para la acción y el cambio.
Parte de las reformas las puede hacer el presidente de la República por Decreto Ejecutivo con su firma y la del ministro respectivo, pero la inmensa mayoría de las reformas que necesita el país requieren pasar por la Asamblea Legislativa y ahí el gobierno no tiene mayoría. La fracción parlamentaria oficial es de minoría y el poder real está en los otros partidos políticos. Ahí es donde se deben negociar esos consensos políticos nacionales para la acción y el cambio, con el apoyo de los sectores organizados y la opinión pública.
¿Por qué no intentarlo? Eso es lo patriótico. Atrás quedaron las elecciones.