Guerra Fría 2.0 y las tensiones hacia la multipolaridad

Mauricio Ramírez Núñez

Mauricio Ramírez

Las tensiones geopolíticas en el este de Europa siguen dando de qué hablar, y como es de esperarse, toda la prensa occidental ha tomado posturas de Guerra Fría para poner a unos actores como buenos y otros como malos, como si en la política existiese una verdad absoluta. Por ello siempre pongo en duda la versión occidental como sano ejercicio intelectual, pues no es la primera vez que se ha caracterizado por tender a la prepotencia y la arrogancia no solo cultural, sino ideológica e intelectual contra todo aquello que considera “incivilizado”. Nuevamente las disputas entre la “civilización del mar”, representada por OTAN y EE. UU., y la civilización del “heart land” o corazón de la tierra, hoy Rusia, son noticia preocupante por la escalada de las diferencias, la falta de acuerdos y un diálogo poco productivo en términos geopolíticos.

Antes de iniciar con “la otra cara de la moneda”, es importante detallar ese gran contexto mundial de hoy, marcado no por la unipolaridad clásica de fin de Guerra Fría, sino más bien, al giro drástico del mundo hacia la multipolaridad, y especialmente a Asia. Existen países con características económicas, influencia política y militar muy importantes que juegan ya un rol protagónico en el concierto de las naciones. La preponderancia de occidente como ente rector del Sistema Internacional ha venido cada vez más en franco declive, y gran parte de naciones en Asia, empezando por China, son hoy de los actores más importantes e influyentes en el resto de los continentes.

Esa existencia de varios polos de poder con un peso importante obliga a un reacomodo de fuerzas que, desde luego, incomoda mucho y genera discrepancias importantes con quienes históricamente han tenido una postura de privilegio y mucho poder en el orden existente. Para explicarlo de otra manera, es algo así como cuando una mujer empoderada y consciente habla, lucha, denuncia y defiende lo que es justo, frente a una sociedad marcada por el machismo, que sigue con una visión del mundo donde creen que el rol de la mujer tiene que ser estar en la casa, cuidar hijos y hacer oficio. Gracias a Dios, el mundo avanza y todo cambia.

En ese nuevo mundo donde países como Brasil, China, Europa, EE. UU., Rusia, India y muchas otras naciones tienen nuevos roles, es que navegamos, son aguas de profunda interdependencia económica, laboral, tecnológica y cultural. El desarrollo de las nuevas tecnologías, la revolución de la era digital también liderada por Asia crea nuevos espacios de competencia e intereses entre los cada vez más, múltiples actores internacionales. No obstante, más allá de todo eso, sigue existiendo la seguridad, el territorio, la población y la lucha por la supervivencia de los pueblos y sus intereses.

Como es natural y bien conocido, el conflicto es parte natural de lo político y esto no va a desaparecer nunca mientras exista la humanidad. Esas diferencias y rivalidades siempre estarán presentes por más evolucionada que esté hoy la consciencia humana, razón por la cual, debemos estar siempre atentos al análisis profundo de los nuevos fenómenos políticos e ideológicos contemporáneos. Por eso es necesario aclarar que la geopolítica hoy no es ideológica, sino meramente realista y pragmática; lo que gira en torno a ella son intereses por recursos estratégicos, mercados y negocios, no hay un solo país que no esté mirando en esa dirección hoy. Desde luego, el tema de la defensa de la soberanía es otro de los puntos neurálgicos de esta nueva realidad global.

En ese gran contexto es que desde hace varios años EE. UU. viene dando una disputa fuerte contra una Rusia cada vez más clara de sus intereses y fortalecida en lo político y militar. Ubicada estratégicamente en medio de la transición del poder de occidente a oriente, con un amplio territorio y una presidencia robusta en manos de un líder indiscutiblemente sólido como es Vladimir Putin, esta nación ha vuelto a recuperar su prestigio y presencia internacional después de lo vergonzoso que fue el periodo de la perestroika y posteriormente, el de Boris Yeltsin en el poder. No hay punto de comparación entre esa Rusia postsoviética devastada, en crisis económica y sin ningún tipo de protagonismo ni esperanza para su gente, y la Rusia de hoy, que, en medio de las sanciones y los constantes ataques de diversa índole, ha sabido salir adelante, unir a su pueblo y empezar a rescatar incluso su tradición religiosa, que había sido cercenada por el totalitarismo soviético.

Una de esas grandes diferencias entre estas potencias ha estado relacionada desde el año 2014 con Ucrania, país vecino de la Federación Rusa. Es mucha el agua que corrido debajo de ese puente y no es mi intención hacer un repaso de todos los hechos porque no alcanzaría en este breve artículo, voy a tratar de compartir algunos puntos de vista de lo sucedido estos últimos días en la región y de lo que he estado leyendo de fuentes públicas vía internet.

El pasado primero de febrero, el presidente Vladimir Putin dio una conferencia de prensa donde explica el razonamiento de las posturas de la Federación Rusa respecto a las tensiones geopolíticas en Ucrania. Decía que cuando se disolvió la Unión Soviética (1991), parte de los acuerdos y promesas por parte de occidente, eran que la infraestructura de la OTAN no se iba a mover ni una sola pulgada hacia el Este, hoy todos podemos ver dónde se encuentra la OTAN; Polonia, Rumania, los países bálticos, en otras palabras, dijeron una cosa e hicieron otra, afirma contundentemente Putin.

El presidente ruso lo dice claramente: “nos vieron la cara de tontos, nos engañaron”, como si fuera poco, EE. UU. se salió del tratado de misiles antibalísticos que es un acuerdo fundamental para la estabilidad mundial. Esto ha implicado que sus lanzadores de defensa antimisiles estén ubicados en Rumania y se están instalando en Polonia y son también sistemas no solo de defensa, sino de ataque, a los cuales se les puede ensamblar misiles “tomahawk”, los cuales pueden alcanzar fácilmente territorio ruso por miles de kilómetros.

Entendamos mejor esto. Es algo así como si Rusia pusiera una batería antimisiles, pero con capacidad también de ataque en territorio mexicano, so pretexto de defender a México de alguna amenaza sacada debajo de la manga, ¿cómo creen que actuaría EE. UU.? o pongamos un ejemplo histórico, con la crisis de los misiles del 62 en Cuba, bueno, eso es lo que está pasando hoy en el este de Europa, sería ingenuo pensar que Rusia no va a tomar postura para la defensa de su territorio.

Parte de los argumentos para justificar el posible ingreso de Ucrania a la OTAN y la escalada de las tensiones por parte de occidente, es que Rusia desea invadir y apoderarse de Ucrania como lo hizo con Crimea, y por lo tanto deben defender la integridad territorial de esa nación ante los “deseos expansionistas rusos”. Algo que en realidad pareciera no tener pies ni cabeza, como decimos coloquialmente, pues si fuese así, en 2008 por ejemplo, Putin se hubiese anexionado Georgia, pues como podemos recordar, en una semana el ejército ruso ocupó militarmente todo ese país y doblegó las fuerzas georgianas, apoyadas por occidente y lideradas por el presidente anti ruso Mijaíl Saakashvili.

Para nadie es un secreto que el poder militar ruso es muy superior al ucraniano y si esas fuesen las intenciones del Kremlin, hace tiempo habrían tomado Kiev. Este argumento de la amenaza rusa para Ucrania ha sido desmentido contundentemente con las declaraciones del presidente francés, Emmanuel Macron, quien estuvo la semana pasada en Moscú conversando con su homólogo, y muy en sintonía con la postura del Kremlin, afirmó que: “El objetivo de Rusia no es Ucrania, sino clarificar la reglas con la OTAN y la Unión Europea…debemos proteger a nuestros hermanos europeos proponiendo un nuevo equilibrio, esto debería hacerse respetando a Rusia y su pueblo”. Estas declaraciones dejan claro que Europa también es consciente de lo que implicaría una escalada militar en la zona, y que ellos no tienen por qué pagar los platos rotos de las diferencias entre EE. UU. y Rusia. Postura histórica, pues demuestra un mayor nivel de independencia europea en temas de política internacional.

En esa misma dirección, China a tomado postura en apoyo a Rusia y el día de ayer ha hecho un llamado vehemente a la OTAN, pidiendo un poco de sentido común y sensatez, llamando a la calma y la moderación en medio de reportes del posible despliegue de sistemas THAAD (Terminal de Defensa de Área a Gran Altitud) estadounidenses en Ucrania, que pueden lanzar misiles y no son solamente para defensa. Sistema polémico y criticado, dicho sea de paso, por su impacto ambiental.

Este ya lo han instalado en Corea del Sur, por ejemplo. Lo que deja muy claro que el objetivo realmente no es defender a Ucrania, sino detener el desarrollo de Rusia. Aquí es donde la diplomacia y la negociación al más alto nivel tiene que ser el mecanismo para la solución pacífica de las diferencias y donde todas las partes muestren su interés genuino por llegar a un acuerdo de bienestar para el mundo en general.

Es claro que el escenario no es para nada sencillo, ambos bandos tienen sus razones de peso para estar en su actual posición, por ello, darle seguimiento a este tema es fundamental, pues puede tener repercusiones serias en América Latina, ya que la lógica aplicada por las potencias es: “si me jodes en mi patio trasero, yo te jodo en el tuyo”. De ninguna manera se puede perder de perspectiva la ubicación estratégica que tiene el Caribe americano y especialmente América Central, su importancia para el comercio y su cercanía con los EE. UU. En un mundo donde todo está interconectado y la guerra híbrida es pan de todos los días, no sabemos las formas en que ese tipo de conflictos se pueden ver reflejados en otras y nuestras latitudes.

Académico

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